Se habían
citado en Facebook. No podía ser de otra manera. Los temas de conversación
pendientes eran demasiado importantes como para hacerlo en la cafetería de la
esquina. En las afueras, claro; dentro les estaba vedado. O en el viejo local
de la asociación vecinal que aún, y a duras penas, abría sus puertas unas horas
cada tarde. Y mucho menos quedar en casa de cualquiera de ambos. Los caducos
progenitores mostrarían las mismas impertinencias de siempre. ¿Ya hicieron la
tarea? Habrase visto tamaña antigualla. No progresan con los tiempos. Nadan a contracorriente.
No tenían los
renacuajos más allá de los catorce años, pero había que reconocerles un
excelente dominio informático. Mejor, usaban el ordenador para su particular
conveniencia. No se sumergían en los vericuetos de las wikis, pero navegaban
cual avezados marinos y pescaban a manos llenas en las redes. Odiaban las webs
recomendadas por los pesados profesores y hacían caso omiso a lo que sus padres
sermoneaban varias veces en la jornada. Eso sí, cumplían a rajatabla el horario
estipulado y se encerraban en sus habitaciones porque debían hacer un trabajo.
Odiaban lápices, bolígrafos y cualquier utensilio a la vieja usanza. Mas eran
endemoniadamente ágiles y veloces en el dominio de los dedos de sus manos.
Puede que los de los pies estuviesen más anquilosados por la escasez de
ejercicio físico –vamos, que se cansaban si daban dos pasos–, pero los de los
miembros superiores…
Y allí
superaban con creces, para general regocijo de los ascendientes, los minutos de
la tarea.
–Bien estudia
mi niño –señalaba la madre orgullosa a la vecina del cuarto–; lleva unas dos
horas y cuarto encerrado en el cuarto.
–¿Y tú
vigilas lo que está haciendo solo en ese cuarto?
–Delante del
portátil lelito. Yo creo que es inglés porque el otro día, mientras fue al
cuarto de baño, me alongué a la pantalla y no vi sino letras raras.
–Eso debe ser
Educación para la
Ciudadanía, que dice mi hija.
–Salgo un
momento, mamuchi; vengo enseguida. No me toques el ordenador que ya estoy aquí.
Expresión,
esta última, que sí había copiado de tanto: y ya estás aquí. ¿Te suena, no?
Ocasión
pintiparada. Se entrecruzaron una mirada de complicidad y salieron disparadas
escaleras arriba. Hacia el cuarto, por supuesto. En la pantalla, aún no había
saltado el protector, este aparente jeroglífico para aquellas mentes
analfabetas de algo tan elemental como las nuevas tecnologías:
–crack xD
–sajkjksakjsjksajksjkjksjk
–echeveeeeeeeeeeeeee
–eeeeh ajaja
–jajaja di
que sí!!!!!!!!!!!!!!!!
–ajajajajajajajaj,,,
–oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
–ejem ejem...Mic
Mic....
–mmmmmmmmmmm
–^^
–wowwwwwwwwwwwww
–????uisss
huís
–Jajsaaahahahahala
–mm I
like..... ñam ñam
–ehh k foton
no??
–k ai
jejejejej!!!!!!!!
–Jijij,guay
guay...
–NIIIN !!!!!
–HAHHAAAA
–bagaaaaa
jajajajaja
–JAJajajjaja
mmmmmmm!.... xDDDDD
–Muaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
–¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
COÑOOOOO !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
–!!!!!!
jajajjajajajajajajajajajajajajajajajjajajajajaja
–jajajajajajajaja!!!ee
–Tooooommmmaaaaaa
yaaaaa
–muuuuuuuuuuuuuuyyyyyyyyyy
enferma
–chacha
jajajaj,besiss
–neniiiiiiii
m alegroooooooo muxoooooooooo
Ambas caras
eran sendos poemas. Nada dijeron y nada se dijeron. Bajaron meditabundas las
escaleras. Prepararon la cafetera. Se tomaron dos bastante largos y solos.
Negros, muy negros. Casi tanto como sus supinas ignorancias. Pobres estólidas
feisbuccianas.
Extraordinario!!
ResponderEliminarGracias, maestro; todo un honor para este eterno aprendiz.
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