lunes, 19 de noviembre de 2012

Diálogo feisbucciano

Se habían citado en Facebook. No podía ser de otra manera. Los temas de conversación pendientes eran demasiado importantes como para hacerlo en la cafetería de la esquina. En las afueras, claro; dentro les estaba vedado. O en el viejo local de la asociación vecinal que aún, y a duras penas, abría sus puertas unas horas cada tarde. Y mucho menos quedar en casa de cualquiera de ambos. Los caducos progenitores mostrarían las mismas impertinencias de siempre. ¿Ya hicieron la tarea? Habrase visto tamaña antigualla. No progresan con los tiempos. Nadan a contracorriente.
No tenían los renacuajos más allá de los catorce años, pero había que reconocerles un excelente dominio informático. Mejor, usaban el ordenador para su particular conveniencia. No se sumergían en los vericuetos de las wikis, pero navegaban cual avezados marinos y pescaban a manos llenas en las redes. Odiaban las webs recomendadas por los pesados profesores y hacían caso omiso a lo que sus padres sermoneaban varias veces en la jornada. Eso sí, cumplían a rajatabla el horario estipulado y se encerraban en sus habitaciones porque debían hacer un trabajo. Odiaban lápices, bolígrafos y cualquier utensilio a la vieja usanza. Mas eran endemoniadamente ágiles y veloces en el dominio de los dedos de sus manos. Puede que los de los pies estuviesen más anquilosados por la escasez de ejercicio físico –vamos, que se cansaban si daban dos pasos–, pero los de los miembros superiores…
Y allí superaban con creces, para general regocijo de los ascendientes, los minutos de la tarea.
–Bien estudia mi niño –señalaba la madre orgullosa a la vecina del cuarto–; lleva unas dos horas y cuarto encerrado en el cuarto.
–¿Y tú vigilas lo que está haciendo solo en ese cuarto?
–Delante del portátil lelito. Yo creo que es inglés porque el otro día, mientras fue al cuarto de baño, me alongué a la pantalla y no vi sino letras raras.
–Eso debe ser Educación para la Ciudadanía, que dice mi hija.
–Salgo un momento, mamuchi; vengo enseguida. No me toques el ordenador que ya estoy aquí.
Expresión, esta última, que sí había copiado de tanto: y ya estás aquí. ¿Te suena, no?
Ocasión pintiparada. Se entrecruzaron una mirada de complicidad y salieron disparadas escaleras arriba. Hacia el cuarto, por supuesto. En la pantalla, aún no había saltado el protector, este aparente jeroglífico para aquellas mentes analfabetas de algo tan elemental como las nuevas tecnologías:
–crack xD
–sajkjksakjsjksajksjkjksjk
–echeveeeeeeeeeeeeee
–eeeeh ajaja
–jajaja di que sí!!!!!!!!!!!!!!!!
–ajajajajajajajaj,,,
–oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
–ejem ejem...Mic Mic....
–mmmmmmmmmmm
–^^
–wowwwwwwwwwwwww
–????uisss huís
–Jajsaaahahahahala
–mm I like..... ñam ñam
–ehh k foton no??
–k ai jejejejej!!!!!!!!
–Jijij,guay guay...
–NIIIN !!!!!
–HAHHAAAA
–bagaaaaa jajajajaja
–JAJajajjaja mmmmmmm!.... xDDDDD
–Muaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
–¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ COÑOOOOO !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
–!!!!!! jajajjajajajajajajajajajajajajajajajjajajajajaja
–jajajajajajajaja!!!ee
–Tooooommmmaaaaaa yaaaaa
–muuuuuuuuuuuuuuyyyyyyyyyy enferma
–chacha jajajaj,besiss
–neniiiiiiii m alegroooooooo muxoooooooooo
Ambas caras eran sendos poemas. Nada dijeron y nada se dijeron. Bajaron meditabundas las escaleras. Prepararon la cafetera. Se tomaron dos bastante largos y solos. Negros, muy negros. Casi tanto como sus supinas ignorancias. Pobres estólidas feisbuccianas.

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