A la vuelta
de la esquina, elecciones en mayo de 2015. Serán las décimas después de que
fuera aprobada la
Constitución del 78. Y me produce verdadera lástima escuchar,
o leer, declaraciones de concejales que forman parte de corporaciones de ahora
mismo en las que prima el titular fácil. Como el que da pie al presente
comentario: No había nada. Es decir, cuando ellos iniciaron su travesía en 2011
(el otro día) se percataron de que los anteriores grupos de gobierno
municipales se habían pasado los cuatro años rascándose los mismísimos. Y a lo
peor, los propios comentaristas pertenecen a formaciones políticas que ya en un
pasado reciente habían tenido responsabilidades en la gestión local.
Qué difícil
es poner la marcha atrás al reloj. O trasladarnos en una máquina del tiempo
siquiera a 1979. Porque aquellos que comenzaron a regir los destinos
democráticos en los ayuntamientos españoles (puede que el caso de Canarias
mucho más agravado por la lejanía, la insularidad y otros condicionantes) sí
que pueden seguir gritando a los cuatro vientos que no había nada. Pero nada de
nada. Y cimentaron, vaya que sí, el edificio del que bien disfrutan los
profesionales de la cosa pública. Para que ahora, bien aupados al machito del
sueldo fácil vengan con estas monsergas. Ustedes no llegan ni al tobillo de
aquellos que construyeron este estado del bienestar (con todo el cúmulo de
inconvenientes y deficiencias que habrá de seguir corrigiéndose), sin cobrar un
duro, simultaneando este quehacer a base de echarle horas con el trabajo que le
suministraba los garbanzos para el sustento diario. Tengan vergüenza y
cállense, que están más guapos.
No había
nada. Como yo no soy imparcial, hagan una reunión con los funcionarios (alguno
queda aún) que han sido testigos directos de la transformación habida. Que les
cuenten las penurias en cualquier sector de la administración pública en la
década de los ochenta. Y de cómo el político de aquel entonces se fajaba a
trabajar, codo con codo, no limitándose jamás a la rutina de comisiones
informativas o de gobierno, amén de las sesiones plenarias.
Si nos
ceñimos al ayuntamiento realejero, y dado el importante sustento gráfico de su
archivo histórico, pienso si no sería conveniente publicar la historia del
asociacionismo. O la de la construcción de colegios. O la de las obras
acometidas en aquellos ejercicios económicos de la denominada Comarca de Acción
Especial que sacó a Los Altos del ostracismo más inmundo. Cuán flaca es la
memoria de los que actualmente cobran bien por estar, eso dicen, al frente de
chiringuitos con escasas responsabilidades porque las funciones que
supuestamente desarrollan se diluyen a través de las empresas municipales,
cuando no de la privatización.
Ya está bien
de seguir echando culpas sobre hombros más cascados que los suyos. Miren al
frente que les va a dar tortícolis. Porque no iban a hablar de herencias. ¿No
lo recuerdan? Y el PP realejero no es un rara avis ni un verso suelto. No nos
vendan bondades, pues el partido en el que militan, y en puestos de no escasa
representatividad, solo ha sabido hacer todo lo contrario de lo que
prometieron. Promesas por las que ganaron mayoritariamente unas elecciones y
que han incumplido hasta tal extremo que ya ni se sonrojan.
No había
nada. Sí, había bastante, sobre todo ilusión. Y preocupación cada vez que
acudía un vecino para demandar una ayuda, un puesto de trabajo. Al que jamás se
nos ocurrió dar la espalda escudándonos en que eso no era competencia nuestra.
Insisto: flacas memorias. Y gruesas apetencias por la escalada.
Ahora
Internet nos brinda caras bonitas y sonrisas fáciles. Sujetas, incluso, a los
retoques de programas informáticos. Vendemos, a bombo y platillo, la reposición
de un muro cuyo importe no alcanza los dos mil euros. La mitad del sueldo del
alcalde. Pero nada se publicita de los seis mil parados. Ni del altísimo
porcentaje de los mismos que no perciben ni un euro con el que enviar una
tarjeta de felicitación a los concejales. Por favor, no nos den lecciones.
Somos muchos (perdón por la intromisión) los que sí podemos sostener lo de no
había nada. Pero ustedes no están legitimados para ello. Ustedes lo tienen
todo. Incluso la desfachatez de solicitarnos que utilicemos las nuevas
tecnologías para poner en su conocimiento las anomalías que detectemos en
nuestros paseos por el pueblo. Porque ustedes, que van en coches oficiales,
abusando de un dinero que bien podría atender otras urgencias, solo piensan en
el próximo posado.
No había
nada. Les propongo que lleven a cabo una comparativa de presupuestos, de
liberados, de gabinetes de prensa, de protocolo, de medios audiovisuales, de
redes sociales, de asesores, de secretarías particulares, de tarjetas
bancarias, de vehículos de transporte, y de todo lo nuevo que se han inventado
para comodidades propias. Luego otro con las inversiones habidas y logros obtenidos.
Y establecer un índice de rentabilidad. Porque, con toda probabilidad, el
cociente de varios millones de euros (obras) entre varios cientos de miles por
gastos eminentemente políticos y de imagen, viene a ser menor que escasos
millones de pesetas entre casi un cero patatero. Que me corrijan los matemáticos,
pero una división entre cero nos da un resultado que tiende a infinito. Aunque
como todo avanza, parece que ahora es una indefinición (o indeterminación) que
puede dar lugar a paradojas matemáticas (o un NaN, Not a Number = No es un
número).
No había
nada. Sí, ni siquiera una actualización con fundamento del IBI. Pero para qué
seguir si no me van a entender. Ustedes funcionan por automatismos. Como el de
mirar cada fin de mes (sin retrasos ni excusas) el incremento del saldo. Y en
ese preciso instante, a buen seguro, no se acordarán de que muchísimos
realejeros perdieron esa manía por culpa de una maldita crisis que hizo más
ricos a los de siempre. Y no son los políticos una excepción. Muchísimo menos
los del Partido Popular. Que arriba tienen la desfachatez de erigirse en
salvadores de la clase obrera con sus penosos 3,30 euros. Yo puede que menos,
solo consigo el 0,25%.
No había
nada. No me insulten la neurona. Claro que no podía rematar este “fabuloso” año
sin cantarles las cincuenta (cuarenta no me de dan). Y quieren seguir para
concluir proyectos. Todos dicen lo mismo, todos venden lo mismo. Tanto que
observo en el perfil de Facebook del señor alcalde de la Villa de Viera (felicidades –al
Ilustre, claro– con unos días de retraso) que lo es desde junio de 2003. Otros
se quitan años.
No había
nada. Qué falta de ignorancia.
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