Rosa Díez,
hoy jefa de UpyD (¿y yo qué sé lo que significa si hay más que elementos en la
tabla periódica?), se marchó, eso dice en su descargo, del PSOE cuando este
partido se convirtió en casta. La jovencísima moza vizcaína, la del flequillo a
lo José Oneto, con apenas una cuarentena de años sumergida en la cocina de la
cosa pública y cobrando mejor del erario… Por favor, y con todos mis respetos,
haga lo que yo, dedíquese a cuidar nietos y deje la otra gestión. Que ya está
bien. La invito a quitarse de en medio. Se largó del Partido Socialista porque
su candidatura a la secretaría general (nada más y nada menos) salió derrotada
y usted solo está preparada para dirigir. Los que han nacido para ocupar los
peldaños más altos son así de modestos y consecuentes. Y bocazas, las más de
las veces.
Tengo sobre
la mesa dos invitaciones del ayuntamiento realejero. La primera me indica que
el 6 de este mes, próximo viernes, se descubrirá la placa que da el nombre de
Basilio Labrador al Pabellón Municipal de Deportes. Si no surge inconveniente
alguno, allí estaré. Porque Basilio es un amigo. Que no por lo otro. Porque soy
enemigo acérrimo de que se pongan nombres de personas a calles, plazas,
edificios y todo lo que sea susceptible de llevar una placa. Rechazo de manera
tajante todas las iniciativas que conducen a estos homenajes. Y no dejo de
reconocer que el agasajado en este particular caso atesora un currículum
atlético digno de enmarcar. Bien sabe que en una charla por fuera del pabellón
le di a conocer mi opinión. Y aun así firmé la solicitud.
En este
pueblo se han fraguado varias. Me comunicaron que si quería sumarme a una de
ellas. Me negué, obviamente. En La
Perdoma hay infinidad de calles que si preguntas a los
vecinos no tienen ni la más remota idea de quiénes son los que allí
figuran con nombre y apellidos. Y no
digo con esto que no sean dignos acreedores a la distinción. Pero siempre habrá
quienes opinen acerca de la existencia de otros con mayores méritos. Es más, puede
que en la actualidad el personaje en cuestión se destaque en tal o cual faceta,
pero ¿y mañana? Otro ejemplo lo hallamos en los colegios. Que si fue consejero
del ramo, que si ejerció durante veinte años en el pueblo, que si donó una
imagen de cualquier santo… ¿Y qué? Ya sé que me voy a repetir: ¿Al que estuvo
setenta o más años jociquiando tierra
para darnos papas que comer allá arriba en los altos, no ha contraído derechos
para que se le conceda la guataca de oro o el sacho de plata? Pero después
habrá un cabuquero que horadó la tierra hasta que se enfermó para extraerle el
líquido elemento que satisfizo la sed de un pueblo. . Y un… Y una…
La segunda
hace referencia a un acto institucional que tendrá lugar en el Salón de Plenos
de las Casas Consistoriales de la
Avenida de Canarias (se empezaron construir en mi época) y que va a conmemorar
el 60º aniversario (13 de febrero) de la constitución del ayuntamiento de la
Villa de Los Realejos, consecuencia de la fusión de los antiguos municipios de
Realejo Bajo y Realejo Alto. A este no pienso acudir. En el centenario, lo
estudiaré. Porque ya podré echar mano de hemerotecas con las experiencias del
70, 80 y 90.
Me salto los
requisitos del protocolo (tengo un único traje de cuando se casó mi hijo y
cualquiera sabe cómo me queda con esta pipa que voy echando; el de las fotos
históricas creo que lo regalé pues ya no me cabía ni en una pata sola) y me
pregunto a santo de qué viene esta movida. No lo entiendo. ¿Vamos a celebrar el
cumpleaños de cualquier asunto –la trascendencia a la consideración de cada
cual– que se nos ocurra? ¿Será solo de aquí a mayo o seguiremos con la bobería
hasta que el cuerpo aguante?
Además, a las
doce de la mañana. Horario para los que tienen que ir a dar clases, para los
que trabajen en cualquier empresa privada, para los que… Igualito que los
eventos (¿por qué no iba yo a utilizarla?) que le hacemos a Viera y Clavijo o a
cualquier otra figura de cierta relevancia. Debe ser en el intervalo que
coincida con las disposiciones laborales (¿?) de los muchos liberados
esparcidos por esas administraciones públicas. Para que después se puedan ir a
comer ‘más que sea’ en El Monasterio. No te preocupes, Germán, el de Agustín
Espinosa está al caer; como la casa.
Sesenta años,
parece mentira. Recuerdo vagamente haberlo escuchado en la casa del Bosque. En
la zona de Realejo Alto. Sin embargo, otros no han querido olvidar ni ser
capaces de sopesar las ventajas. Tanto que ante la petición de muchos ciudadanos
para recuperar, restaurar y utilizar a pleno rendimiento el Cine Viera, ya
saltaron los que quisieron seguir siendo de abajo para que ese presupuesto se
destine al Teatro Cine Realejos, porque San Agustín es mejor sitio, está más al
centro, se vive mejor, no hace tanto frío, tenemos la ferretería enfrente y el
casino en la trasera…
Se me dirá
que son los cuatro de siempre. Y el grupo de gobierno se encarga de avivar los
rescoldos. Como lo he vivido en El Toscal y en La Longuera, que viva el
Rascayú. Yo soy de La
Gorvorana.
Hasta mañana.
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