Años y años
pasando por el lugar. Años y años preguntándonos para qué aquella mole.
Crecieron las grandes superficies comerciales. Llegué a pensar si alguna de
ellas compraría el edificio para almacén de sus mercancías. Y, a lo peor, con
el montante económico, el ayuntamiento hubiese podido echar una mano (no unas
migajas) para que el tejido empresarial (pequeño y mediano) saliera adelante.
Aunque el panorama siga negro y no acabamos de levantar el vuelo con esta
crisis. Que ha pasado de los brotes verdes de Zapatero a las raíces
consolidadas de Rajoy. Y a pesar de que el pasado mes de enero ha vuelto a
poner otro crespón en el larguísimo periodo de luto que llevamos. Eso sí,
sondeos del CIS aparte.
Como desde
unas semanas antes a la cita con las urnas la legislación no permite la
celebración de actos que puedan dar a entender que solo pretenden la captación
del voto, estos meses de febrero, marzo y abril van a venir con una agenda
cargadísima de eventos. A las invitaciones que te comenté hace unos días, debo
sumar esta otra. Que se llevará a efecto en horario en el que solo los
políticos ‘liberados’ pueden asistir con su cohorte de fotógrafos, cámaras y
micros.
Nada más y
nada menos que mi estimadísimo ministro canario, jefe supremo de los populares
isleños, entrañable amigo de compañías petroleras y adalid de las prospecciones
fallidas (triste noticia para la economía sumergida), me invita a la
inauguración de la Casa
del Emprendedor (vivero de empresas). Acto al que acudirán, me imagino, todos
aquellos que debieron echar el cierre a sus negocios en estos últimos años. Y a
los datos del paro me remito. Por mucho que quieran venderme la apertura de
unas pocas merced al famoso cheque.
Es una pena
que ese día tenga un compromiso ineludible. Porque uno, aunque jubilado, debe
sujetarse a la agenda de terceros: médicos, editores, directores, cargos
públicos, velatorios… O tener que ir a comer con unos amigos en La Gomera. Todo es posible por qué
no.
Señores Soria
y Domínguez, déjenme que les cuente lo que esa invitación que me cursan me ha
sugerido. El tufo propagandístico que despide este acto que van a celebrar en
el Polígono Industrial La
Gañanía tumba al más pintado. Indica el santoral que ese 16
de febrero debemos recordar a San Honesto. Qué casualidad. Además, es lunes.
Día inhábil para diputados y senadores que deberán estar en Madrid solo de
martes a jueves. Día, también, en que las cúpulas de los partidos celebran sus
reuniones, a pesar de que les estamos pagando por otras dedicaciones.
Aun así,
espero y deseo que esa casa que se va a inaugurar (me imagino que le habrán tenido
que poner más de un remiendo por el deterioro) sea, de verdad, un auténtico
vivero. Y no se quede en un minúsculo semillero.
Sería buen acicate para un pueblo en el que mucho más de cinco mil personas
siguen esperando esos milagros prometidos. Y a pesar de que existe Cáritas y
otras organizaciones que atenúan el hambre de los que no disponen de un euro en
esta sociedad del bienestar (este discurso se lo escuché a uno de los
periodistas de su onda, el singular Paco Marhuenda, que como bien saben los
dirigentes del PP siempre tiene la
Razón), bueno sería que nadie tuviese que depender de ayudas
y limosnas.
No me espere,
entonces, don Manuel. Salude de mi parte a don José Manuel. E indíquele que
cuando sea gentilmente convidado a pescar salmón en Noruega, si no le importa y
como ya él ha ido en más de una ocasión, que brinde la oportunidad a algún
parado de larga duración al que solo le queda el recurso de ir a idéntico
cometido en El Guindaste. Para matar el tiempo y para vivir con la ilusión de
traer unos sargos para casa. Puede que el aceite haya soportado varias
frituras, pero menos es nada. Claro, si tuviera la inmensa fortuna, como el
presidente regional, de agarrar alguno de esos rojizos, más que sea por las huevas.
Como en unos
meses deberemos ampliar las superficies industriales de Los Realejos, ruéguele,
don Manuel, a su superior jerárquico que busque unos dineros para solventar los
accesos al polígono. Los Cuartos, aparte de que el alcantarillado no funciona
correctamente, ya no da para más. Y las salidas del pueblo se están
convirtiendo en una odisea. Tampoco la remodelación de Los Barros ha venido a
solventar la aguda problemática. Nos vamos a quedar colapsados.
Pero usted
siga inaugurando. Las fotografías visten mucho. Y el corte de una cinta marca
de por vida. Dígamelo a mí que tuve la fortuna de hacerlo en la Casa Municipal de la Cultura. ¿No me ha visto
en la instantánea del gran Dumas? Pues es una pena, porque de alguno de
aquellos cimientos se agarra aún más de uno. Treinta años después.
Estaré atento
a este enorme invento de la
Internet. ¡Ah!, y muchas gracias por la atención prestada.
Hasta mañana.
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