“Dejo
programada esta entrada unos minutos antes de marcharme para acudir a una
interesante conferencia del Dr. Javier Dóniz Páez (Volcanes y Turismo), a
celebrar en la Casa
del Pueblo realejera. Hace unos dos mil años (un suspiro si lo comparamos con
las edades geológicas) que no entro allí. Me portaré bien. Lo mismo mañana les
cuento algo. Hasta entonces”.
Así fue el
final del post de ayer. Y ya que me dio por empezar al revés, les cuento que me
supo. Javier no solo sabe (la tira), sino que lo comunica con una naturalidad
digna de los mayores elogios. Tanto que sus palabras te conducen al
enamoramiento de su gran devoción: los volcanes. Tan temidos por leyendas y
mitos que nos conducen a la creencia de ser asociados a desolación, muerte y a
su identificación con las profundidades del Averno donde habitan seres
malignos. Pero tan ignorados en una tierra, la nuestra, que se sustenta en
sucesivas coladas y en la que solemos obviar los aspectos positivos derivados de
toda erupción. De ahí el atractivo y sugerente título de la conferencia. Porque
no es necesario ser un experto en la materia para poder disfrutar de los
encantos que un volcán ofrece, tanto si se halla en fase activa como si, por el
contrario, duerme plácidamente.
Javier, otro
realejero universal (a pesar de su corta edad), nos condujo por senderos y
rutas que atraviesan parajes y paisajes excepcionales, nos empapó de cultura en
deliciosas charcas de agua caliente, fuimos partícipes de los efectos
beneficiosos de las fuentes termales, amén de un atracón de historia plasmada
en diversas facetas (arqueología, antropología, espeleología, deportes, ocio…).
La fascinación y la belleza de una erupción volcánica no tiene parangón. Máxime
si la planificación y estudio previos conlleva el añadido de la seguridad, ese
adhesivo que te permitirá dormir más tranquilo. Y caminar relajado al lado de
un río incandescente.
Desde el Fuji
japonés hasta nuestro recientísimo ‘restingolero’, disfrutamos, en la
tarde-noche de esta pasado lunes, de un ameno paseo guiado bajo la atenta
mirada de un paisano de las medianías, con el que vimos con otros ojos una
realidad que por cercana puede que la tengamos marginada. Aquello de no valorar
lo inmediato tiene cabida una vez más en este fascinante campo. Otro potencial
que añadir a un territorio que depende, muy mucho, del sector turístico. Y del
que seguimos comiendo.
Javier es
fiel retrato de una juventud sobradamente preparada. Un orgullo para los que
sentimos el pueblo que nos vio nacer. Supo congregar en la Casa del Pueblo (denominación
histórica de las sedes socialistas) un nutrido grupo que siguió con suma
atención e interés la charla programada por la agrupación con motivo del Día
Mundial del Medio Ambiente.
Allí se dio
cita una pléyade de viejas glorias. En perfecta comunión con una oleada de
promesas que ya toman el testigo. Buen presagio. Me sentí a gusto.
Felicidades,
Javier. Y mil gracias por la sencillez en la exposición de tan enjundioso
contenido. Así vale la pena alongarse a cualquier cráter.
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