Este pasado
miércoles me di un salto a La Perdoma. El
amigo Rayco, a quien vislumbré en la escalinata que da acceso a la iglesia, me
saludó, mientras un servidor conducía en busca de aparcamiento, y me señaló que
ya estaba bien de hacer el gandul y que me pusiera a escribir. En ello estoy,
estimado cartayero. Y que siempre estén muchos como tú al loro para que estos
comentarios no caigan en saco roto. Gracias a ti, y a otros tantos, se mantiene
la esperanza.
Celebraba el
colectivo de la
Agrupación Folclórica de Higa el último acto de la semana del
III Encuentro Margullando tierra adentro. La plaza estaba llena. Como en las grandes
ocasiones. Y con un invitado de lujo: Coros y Danzas de Baza (Granada). El
excelente grupo andaluz abrió el espectáculo y nos brindó una muestra de su
quehacer, así como un amplio repertorio de su vistosa vestimenta. La rondalla
(vocablo que aún se utiliza por los componentes más antiguos, que no viejos)
perdomera les devolverá la visita en apenas dos semanas.
Allá por mayo
de 2013 utilicé este mismo titular para comentar el arranque de este acontecer (esta
es su tercera edición) con el que Higa pretende paliar en parte la pérdida de
aquel excelente festival internacional de folclore que bajo el paraguas de
Arautápala nos concitó en el mes de julio hasta que algo llamado crisis fue
tabla de salvación para que muchos ayuntamientos, también el villero, se
bajaran del carro y dieran al traste con un proyecto preñado de ilusión, ganas
y sacrificio. Ahora que Linares ya es alcalde debería pensarse en nombrarme
asesor cultural para temas que merecen mayor atención. Y en la desaparición del
mentado festival, él fue uno de sus principales culpables. Ignora cuánto
esfuerzo e incomprensiones supuso para Higa. Para ese desenlace, bien pudo la
asociación cultural no mover un dedo y así, al menos, no se hubiesen subido al
carro los que no dispararon un chícharo. Pero ese es otro cantar. Si volviera a
la política activa, suprimiría mucha fachada actual. Pero primaría el buen
gusto en lo que se acomete con dineros públicos y grupos y colectivos no
pasarían las penurias a las que se hallan sometidos porque los intercambios y
préstamos culturales pasarían a ser una constante. Antes una muestra
folclórica, un recital poético, una obra teatral… que dotar de sueldo a un
concejal para que pasee. ¿Me leerán? Sí, y se estallarán de risa.
Aquí les dejo
el enlace de aquel post:
De aquel
comentario, estos párrafos:
Margullar. Margullir. Son canarismos
procedentes, como otros muchos, del portugués. No olvidemos que Canarias,
encrucijada de caminos en medio de la mar océana, punto de encuentro de tres
continentes, ha sido receptora, y al tiempo difusora, de costumbres,
tradiciones, en suma, de cultura. Aquí,
en Puerto de la Cruz, lo entendemos como “nadar por debajo del agua”. Y cuando
éramos más jóvenes, competíamos para comprobar a quien le aguantaba más la caja
del pecho, como dijera el gran Pepe Monagas, ese personaje entrañable de las
obras del escritor grancanario Pancho Guerra.
La Agrupación Folclórica de Higa procede de tierras de buenos vinos. En las que también se
margulla la viña. Porque ese extraño vocablo de margullar o margullir que ha
hecho posible el título de este espectáculo, también significa acodar, término
que sí recogen los diccionarios al uso en el sentido de meter debajo de tierra
el vástago o tallo doblado de una planta sin separarlo del tronco o tallo
principal, dejando fuera la extremidad o cogollo de aquel para que eche raíces
la parte enterrada y forme otra nueva planta.
Aclaración
que repitió en la noche perdomera el presentador del acto, y componente del
grupo, el amigo José Manuel Ramos. Y que hizo también alusión a cómo Higa sigue
margullando para extraer tradiciones, hechos y costumbres. Son ya treinta y
cinco años en la brega. Que si para uno es bastante, para una multitud es un
milagro. Y un gran culpable de una trayectoria de altibajos pero con una
fructífera labor (que en el contenido de los obsequios rifados se podía
constatar) ha sido Benito Rodríguez, el eterno presidente, auténtico motor y
baluarte. A quien se le rindió sentido homenaje y al que se le veía emocionado
cuando le hicieron entrega de una placa conmemorativa. Porque Benito vive por y
para Higa y allá por La
Marzagana tiene su segunda residencia. Si digo o escribo la
primera, a lo peor no me equivoco, pero Magdalena y resto de la familia me
tiran los trastos.
Para no
ponernos “sementales” (como bien parodiara Jose) y como no puedo dejarles el
repertorio con el que Higa nos deleitó durante un buen rato tras el reloj de la
iglesia tocar las diez (las veintidós) en punto, se me ocurre concluir estas líneas
con estas tres décimas. Dos de ellas escritas allá por el mes de febrero (Higa
cumple el catorce, como cualquier enamorado que se precie) y la última de hace
un rato.
Para que un grupo
consiga
llegar hasta treinta
y cinco,
es menester gran
ahínco,
tesón, trabajo y
fatiga.
Gran regocijo hay en
Higa
por el nuevo
aniversario
y registran en su
diario
otra meta que se
alcanza:
un motivo de alabanza
para el folclore
canario.
Tantos años en la
brega
es digno de
mencionar,
con hechos a destacar
en este tipo de
entrega.
Mucho haber en la
talega:
cuantiosas
actuaciones
y variadas
grabaciones
son muestra de su
quehacer
en las ansias de
ofrecer
bailes, ritmos y
canciones.
Largos años lleva
Higa
margullando tierra
adentro,
nos lo recuerda este
encuentro
que buen hacer nos
prodiga.
Treinta y cinco y que
prosiga
una prolija andadura
irradiando la
cultura,
rescatando
tradiciones,
porque las nobles
acciones
merecen mejor
lectura.
Mis más
sinceras felicitaciones a Benito, en particular, y a Higa, en general. Y el ánimo
para que no desfallezcan ante los previsibles avatares y tropiezos.
Amigos,
concluye julio. Disfruten de un feliz y reconfortante fin de semana. Y si a
bien lo tienen, nos volveremos a ver este próximo lunes.
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