viernes, 31 de julio de 2015

Margullando tierra adentro

Este pasado miércoles me di un salto a La Perdoma. El amigo Rayco, a quien vislumbré en la escalinata que da acceso a la iglesia, me saludó, mientras un servidor conducía en busca de aparcamiento, y me señaló que ya estaba bien de hacer el gandul y que me pusiera a escribir. En ello estoy, estimado cartayero. Y que siempre estén muchos como tú al loro para que estos comentarios no caigan en saco roto. Gracias a ti, y a otros tantos, se mantiene la esperanza.
Celebraba el colectivo de la Agrupación Folclórica de Higa el último acto de la semana del III Encuentro Margullando tierra adentro. La plaza estaba llena. Como en las grandes ocasiones. Y con un invitado de lujo: Coros y Danzas de Baza (Granada). El excelente grupo andaluz abrió el espectáculo y nos brindó una muestra de su quehacer, así como un amplio repertorio de su vistosa vestimenta. La rondalla (vocablo que aún se utiliza por los componentes más antiguos, que no viejos) perdomera les devolverá la visita en apenas dos semanas.
Allá por mayo de 2013 utilicé este mismo titular para comentar el arranque de este acontecer (esta es su tercera edición) con el que Higa pretende paliar en parte la pérdida de aquel excelente festival internacional de folclore que bajo el paraguas de Arautápala nos concitó en el mes de julio hasta que algo llamado crisis fue tabla de salvación para que muchos ayuntamientos, también el villero, se bajaran del carro y dieran al traste con un proyecto preñado de ilusión, ganas y sacrificio. Ahora que Linares ya es alcalde debería pensarse en nombrarme asesor cultural para temas que merecen mayor atención. Y en la desaparición del mentado festival, él fue uno de sus principales culpables. Ignora cuánto esfuerzo e incomprensiones supuso para Higa. Para ese desenlace, bien pudo la asociación cultural no mover un dedo y así, al menos, no se hubiesen subido al carro los que no dispararon un chícharo. Pero ese es otro cantar. Si volviera a la política activa, suprimiría mucha fachada actual. Pero primaría el buen gusto en lo que se acomete con dineros públicos y grupos y colectivos no pasarían las penurias a las que se hallan sometidos porque los intercambios y préstamos culturales pasarían a ser una constante. Antes una muestra folclórica, un recital poético, una obra teatral… que dotar de sueldo a un concejal para que pasee. ¿Me leerán? Sí, y se estallarán de risa.
Aquí les dejo el enlace de aquel post:
De aquel comentario, estos párrafos:
Margullar. Margullir. Son canarismos procedentes, como otros muchos, del portugués. No olvidemos que Canarias, encrucijada de caminos en medio de la mar océana, punto de encuentro de tres continentes, ha sido receptora, y al tiempo difusora, de costumbres, tradiciones, en suma, de cultura.  Aquí, en Puerto de la Cruz, lo entendemos como “nadar por debajo del agua”. Y cuando éramos más jóvenes, competíamos para comprobar a quien le aguantaba más la caja del pecho, como dijera el gran Pepe Monagas, ese personaje entrañable de las obras del escritor grancanario Pancho Guerra.
La Agrupación Folclórica de Higa procede de tierras de buenos vinos. En las que también se margulla la viña. Porque ese extraño vocablo de margullar o margullir que ha hecho posible el título de este espectáculo, también significa acodar, término que sí recogen los diccionarios al uso en el sentido de meter debajo de tierra el vástago o tallo doblado de una planta sin separarlo del tronco o tallo principal, dejando fuera la extremidad o cogollo de aquel para que eche raíces la parte enterrada y forme otra nueva planta.
Aclaración que repitió en la noche perdomera el presentador del acto, y componente del grupo, el amigo José Manuel Ramos. Y que hizo también alusión a cómo Higa sigue margullando para extraer tradiciones, hechos y costumbres. Son ya treinta y cinco años en la brega. Que si para uno es bastante, para una multitud es un milagro. Y un gran culpable de una trayectoria de altibajos pero con una fructífera labor (que en el contenido de los obsequios rifados se podía constatar) ha sido Benito Rodríguez, el eterno presidente, auténtico motor y baluarte. A quien se le rindió sentido homenaje y al que se le veía emocionado cuando le hicieron entrega de una placa conmemorativa. Porque Benito vive por y para Higa y allá por La Marzagana tiene su segunda residencia. Si digo o escribo la primera, a lo peor no me equivoco, pero Magdalena y resto de la familia me tiran los trastos.
Para no ponernos “sementales” (como bien parodiara Jose) y como no puedo dejarles el repertorio con el que Higa nos deleitó durante un buen rato tras el reloj de la iglesia tocar las diez (las veintidós) en punto, se me ocurre concluir estas líneas con estas tres décimas. Dos de ellas escritas allá por el mes de febrero (Higa cumple el catorce, como cualquier enamorado que se precie) y la última de hace un rato.

Para que un grupo consiga
llegar hasta treinta y cinco,
es menester gran ahínco,
tesón, trabajo y fatiga.
Gran regocijo hay en Higa
por el nuevo aniversario
y registran en su diario
otra meta que se alcanza:
un motivo de alabanza
para el folclore canario.

Tantos años en la brega
es digno de mencionar,
con hechos a destacar
en este tipo de entrega.
Mucho haber en la talega:
cuantiosas actuaciones
y variadas grabaciones
son muestra de su quehacer
en las ansias de ofrecer
bailes, ritmos y canciones.

Largos años lleva Higa
margullando tierra adentro,
nos lo recuerda este encuentro
que buen hacer nos prodiga.
Treinta y cinco y que prosiga
una prolija andadura
irradiando la cultura,
rescatando tradiciones,
porque las nobles acciones
merecen mejor lectura.

Mis más sinceras felicitaciones a Benito, en particular, y a Higa, en general. Y el ánimo para que no desfallezcan ante los previsibles avatares y tropiezos.
Amigos, concluye julio. Disfruten de un feliz y reconfortante fin de semana. Y si a bien lo tienen, nos volveremos a ver este próximo lunes.

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