Vuelve Ángel Jonay
Rodríguez López a la carga. Me condenaron por una falta que no cometí, declara
al periodista que lo entrevista. Pues échele usted la culpa de lo que pasa a
los jueces que dictaron las sentencias o a su abogado defensor. Fui apoyado
mayoritariamente por las agrupaciones locales. Y se lanzan a las redes
defensores y detractores para dar buena muestra de la coherencia de un partido
que pretende gobernar. De una formación que vendió la lavadora ha demasiado y
se dedica a ir a los lavaderos públicos a destapar vergüenzas y airear
intimidades.
No es nueva
la canción, no. Parece que tres décadas después de aquellos años gloriosos de
la década de los ochenta, el enfermo empeora. Las agrupaciones, y a los hechos
me remito, tan escasas de militancia como de ideas, elevan candidaturas que
incumplen los códigos éticos (por lo visto los impuse yo que llevo en paro
desde que abandoné el ayuntamiento de mi pueblo) y los miembros de los comités
encargados de supervisar estaban viendo un partido de fútbol al tiempo que
debían analizar concienzudamente. Con estos mimbres y con tales actitudes se
explica que Rajoy, único presidenciable que desconoce la que significa
renovación, mantenga el tipo tras cuatro años de flagrantes incumplimientos.
Una
televisión local –qué avispado estás, Pepe– y este invento de las redes
sociales me han dado pie a otra aparición en “mi” medio para la enésima llamada
a la cordura. Cuando uno forma parte de la plantilla de un equipo de fútbol, no
puede dar la pataleta de turno cada vez que el entrenador lo cambia o no lo
alinea. Y estar en el censo de un partido político se ha convertido, por tantos
y tantos ejemplos a citar, en un reiterado vaivén y trasiego. O escalo peldaños
y ocupo lugar destacado, y remunerado, o me voy. Pero no se marchan para casa.
No, directamente al medio de comunicación más cercano o a la formación que le
prometa lo que el otro le negó.
Como ya juego
con la ventaja de mi “hemeroteca” particular (archivo del blog), me remonto al
24 de mayo de 2010, a
un artículo titulado ‘Concejal rayador’. Del que rescato:
Quisiste jugar a lo que no debiste. Quisiste
emular a quien te puso en solfa. Quisiste batallar con armas de destrucción
masiva. Quisiste, en suma, sumergirte en el lodazal. Y saliste pringado porque
te trincaron con las manos en la masa. ¡Ah!, la justicia es imparcial y ahora
se juzgaba una acción concreta. Por supuesto que tan deleznable como las que tú
pretendías enmendar. Pero a un político se le presupone, como mínimo, dos dedos
de frente. Espero que lo hayas entendido. Y mi objetividad no supone dar carta
de naturaleza a otros excesos verbales. Ni justificarlos, porque flaco favor
está haciendo a la democracia este ¿periodismo? de lenguas retorcidas y
viperinas y ejercido por sujetos sin entrañas y de más que dudosa calaña.
Ni el PSOE ni
tú me prestaron el más mínimo caso. ¿A cuenta de qué? Mira el imbécil este que
escribe tonterías. Qué sabrá el idiota pueblerino del intríngulis partidario.
Como si los votos depositados en la urna cada cita electoral procedieran del
más allá. No, lumbreras, todos provienen del más acá. Y con una carga de
conocimiento detrás que cada vez se distancia más de aquel borreguismo que
ustedes no vivieron. A gente sobradamente preparada le demando más amplias
miras.
Y el 19 de
febrero de 2011, nueva entrega con ‘De juzgados’:
Te lo repito, Jonay, caíste en la trampa que
te tendieron, quisiste emular lo que nunca debiste, quisiste pagar con idéntica
moneda y te cogieron. La pringaste y de camino enfangaste a tu partido y a tus
compañeros. A qué esperas para arriar velas, para recoger tus bártulos y a
practicar tus arrebatos juveniles sin cargo alguno al que denigres. Te has
puesto a la altura del betún y has mancillado el honorable puesto de concejal
de la manera más ignominiosa. No, te insisto en mi planteamiento de aquel
entonces: no justifico con esto otros procederes de quienes se dicen
periodistas. Y no porque no lo son ni lo que practican puede considerarse, en
manera alguna, periodismo. En su libertad (por supuesto, mal entendida, y
pienso que sujeta a las acciones de oficio por parte de la fiscalía, cuya
función es la defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del
interés público tutelado por la ley) ‘juegan’, micro en mano, a lo mismo que tú
con navaja o punzón. ¿O no, Jonay?
Ahora, si te parece bien, vuelve a pedir
asilo político en cuantas emisoras te acojan y ponnos de vuelta y media a los
que pretendemos dignificar eso que tú has vilipendiado y que debería enmarcarse
con ribetes de oro: la política. De la que tú te has aprovechado miserablemente
y a la que con tus actuaciones has hundido en la ciénaga putrefacta en la que
sujetos como tú la han convertido. ¿Pena, vergüenza, lástima? No, asco.
Pasan los
años pero no los procederes. Qué casualidad. No me valen las justificaciones
por mor de presuntas consecuencias de ciertos efluvios. Sí, ya sé que tú no
fuiste, pero dos instancias judiciales no creyeron la versión. Cambia, pues, de
letrado, Quizás te valga quien lleva las causas (son muchas) de los vituperadores,
a pesar de su dedicación exclusiva por El Penitente. Yo pasé hace unos días por
La Ranilla y
vi lo que vi en horas de trabajo delante de un despacho. O bufete.
Sigue
disparando a siniestro y a siniestro. En el Puerto se sabe bastante de creación
de agrupaciones electorales. Y la memoria nos trae el cúmulo de éxitos
obtenidos. Anímate. Pero espabílate por si se alcanza un pacto diferente en el
Consistorio. Tus ‘compañeros’ te lo agradecerán eternamente. En eso consiste la
política para unos cuantos en los que debo integrarte.
Reitero, sí,
ya sé que tú no fuiste, tú pasabas por allí. Claro, el problema consiste en que
ya no cabe la presunción de inocencia. Y lo de que el político no solo debe ser
honrado, sino, además, parecerlo, qué quieras que te diga. Echo la vista atrás,
a los momentos de Lola como alcaldesa y me quedo patidifuso, anonadado,
estupefacto. Es la edad, soy consciente. Aun así, qué pena.
Hasta luego,
mis adeptos. Mañana puede que comentemos algo de los consejos de barrio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario