El Senado es la Cámara de representación
territorial (artículo 69.1 de la Constitución). Casi cuatro décadas después de
aprobada la Carta Magna,
el 99% de los españoles que han tenido a bien preocuparse y recibir información
de las funciones de esta institución, entienden que no vale un céntimo, que no
sirve para nada. Más delito tienen aún aquellos que a estas alturas alegan
desconocer su cometido. Desde cementerio de elefantes hasta echadero de
políticos trasnochados, pasando por cuantos piropos te puedas imaginar, ha sido
mentada la susodicha. Raro es el día en que no se cuestiona el gasto
innecesario que supone. Lo sostienen los propios gestores públicos, quienes
intentan disimularlo con la propuesta de una reforma integral. Porque la
supresión supondría pérdidas irreparables para bolsillos acostumbrados al peso
de los billetes y al tintineo de abundante calderilla.
Saben que el
20 de diciembre, a escasas horas de volvernos millonarios un año más, debemos
acudir al llamado de las urnas. Para demostrar en la práctica cientos de
teorías acerca de qué hacer con el Senado, nos tropezamos con que el número de
candidaturas se incrementa con respecto a las elecciones de 2011. Una buena
fórmula matemática de arriendo de ganancias. Porque el sueldo obtenido por no
hacer nada, o como mucho rascarse el ombligo, es dulce que no se puede
desdeñar. 13 listas (qué listos) por Tenerife, 10 por La Palma y La Gomera y 9 por El Hierro.
Muchos de
esos candidatos ya ostentan representación en cualquier otra institución. Piensa,
si quieres, en el pluriempleado Linares. Quien se justifica con el argumento de
que solo va a cobrar un sueldo. No, bueno fuera. Lo que pone de manifiesto que
aparte de ineptos son imbéciles (perdón, ellos no, los que les votamos; con lo
fácil que sería cambiar una letra –botamos–), porque con sus dobletes, cuando
no tripletes, ratifican la inutilidad del Senado. Y no sigo, pues me repito.
Han sido tantos los comentarios al respecto, tantas las líneas emborronadas,
que solo me resta descubrir el contenido de mi voto. Al menos haré leer en voz
alta al presidente de la mesa electoral. Y si alguien esboza una sonrisa, me
daré por satisfecho:
Voto nulo, mal menor
para cámara baldía,
de contenidos, vacía,
de iniciativas, peor.
¿No entenderías mejor
coger a tanto pudiente,
que está como siempre
ausente,
y que vaya al paro
obrero,
pues es menester
dinero
para
atender a la gente?
Mientras los
dineros siguen corriendo generosos por bolsillos ajenos, la deuda pública de
este país ronda el 100% del Producto Interior Bruto. No te preocupes, la
pagaremos. Tú y yo. Ellos, menos. Las exenciones y beneficios fiscales se
inventaron por y para mentes privilegiadas. Y en ese paquete, ni tú ni yo.
Salvo que te hagas senador, verbigracia.
Zapatero nos
dejó en herencia la módica cantidad de 15.800 euros. A pagar, ¿qué te creías?
Los que nos prestan dinero y nos venden productos tienen la fea costumbre de querer
cobrar. Y se lo devolvemos con muchos intereses. Y no te extrañe que dentro de
ese capítulo de intereses (estos son otros diferentes a los anteriores) estén
los de diputados, ministros, directores generales, secretarios, banqueros,
industriales del armamento… ¿Cómo? Y senadores, claro.
Este gobierno
que se jacta de habernos sacado de la crisis, cuando debieran mantener que
ellos sí vieron la luz (si es que alguna vez se les apagó), nos ha endilgado
una carga superior. Ya tocamos a 23.000 euros por cabeza. Que apoquinaremos,
ponle el cuño. ¿Cómo se justifica el desaguisado? Por el FLA (Fondo de Liquidez
Autonómico). Como las Comunidades no pueden acceder a los mercados financieros,
el Gobierno sirve de intermediario. Al final, Rajoy no tiene la culpa (si fuera
Zapatero cambiarían de opinión), sino que las Autonomías se desmadran. A
presidentes y presidentas salientes les buscaremos acomodo en el Senado, y tú y
yo… ¿Cómo? Eso mismo, a pagar.
Y mientras
esto ocurre, por Canarias seguimos con las promesas de creación de puestos de
trabajo. Aparte de los varios millones que prometió Paulino Rivero en sus ocho
años de mandato, ahora pronosticamos 80.000 más hasta finales de 2016. El desempleo
será pura anécdota en veinte o treinta meses más.
Y mientras
esto ocurre en este desahogado Primer Mundo, unos mil millones de personas, eso
leo, defecan aún al aire libre. Como cuando yo vivía en La Gorvorana e íbamos a
cagar a la platanera. En aquel entonces servía de abono, pero ahora somos
tantos que el problema sanitario es de órdago. Me imagino que la cabezas
pensantes de este mundo mundial ya hayan planteado la posibilidad de unos
bombardeos selectivos, con algún que otro daño colateral. Esto no lo soluciona
ni Nuestra Señora del Amor por mucho mérito policial que haya acumulado en pro
de la justicia y el bienestar social. Aparte del valor de la medalla, ¿llevará
el galardón algún otro tipo de compensación económica? Qué pandilla.
Señores y
señoras, amigos y amigas, hasta aquí. Sean felices y disfruten del fin de
semana (finde, en moderno).
No hay comentarios:
Publicar un comentario