Pasó, como
siempre, y ni lo jugado, que se suele decir con mucha frecuencia. Sobre todo
por aquellos que se gastan tremendo fajo de billetes de 20 euros. En mi
particular caso, ni uuun euuroooo. Porque habrás podido deducir por la
ilustración de hoy que me saqué nada más y nada menos que 60 céntimos. Cien
pesetas. Rico para siempre jamás.
Mi padre
tenía unas acciones de agua. Cuya titularidad seguía a su nombre (el pobre
murió en diciembre de 1987) hasta que hace unas semanas nos decidimos (cuatro
hermanos) que era necesario el cambio oportuno. Realizado tal trámite, Savasa,
la empresa que las administra (cobra las cuotas de las dos comunidades y nos
ingresa unos cinco millones de euros cada trimestre –céntimo arriba, céntimo
abajo–) nos felicitó la
Navidad con la postal correspondiente (de Unicef) y la
participación que has visto reflejada. Así que los hermanos Hernández García
son, desde ayer por la mañana, flamantes nuevos millonarios. ¿Sientes envidia?
Modérate, que son días de besos, abrazos y otros gestos cariñosos.
Hace más de
quince años que tomé la decisión de no jugar. Como estas fiestas me sacan de
quicio, le cogí tal manía al sonsonete melódico de los muchachos de San
Ildefonso, que me impuse el castigo de virarle la cara a todo aquel que se me
acercara con el décimo de turno. Pasan por mi casa representantes de todas las
comisiones de fiestas del pueblo. Y cuando me asomo al balcón para señalarles
que nones, me sueltan lo de usted se lo pierde. Pues no, yo me lo gano no
gastándolo.
En ese
intervalo de tiempo formé parte de la Agrupación Folclórica
de Higa. Que también vende lotería para poder subsistir. Y debía llevarme unas
cuantas hojas. Con las que acudía al colegio, no sin antes dejar sentado que yo
no iba a entrar en intercambio alguno. Vamos, que yo no compraba. Si alguno
quería de la que yo ofertaba, tan amigos; y si no, también. Y resulta que me las
quitaban de las manos. No lo entendía en aquel entonces y sigo siendo
ignorantón perdido.
Se va uno de
viaje (el Imserso tiene sus ventajas) y… no te olvides de traerme el numerito.
Hace un par de temporadas estuve en Roquetas de Mar (Almería). Como la suerte
va conmigo, salió este año. Bueno, que si llego a ir en este 2015, ponle el
cuño que le hubiera traído otro diferente.
A veces
intento ponerme en el pellejo de un realejero aficionado a los fuegos artificiales
y devoto de cualquiera de las dos cruces; pero, además, jugador empedernido de
loterías. Deben ser dos meses, si no más, de sueldos para esos
entretenimientos. Son, o deben ser, los que el comienzo del curso escolar les
supone un trauma de tal calibre que acuden en busca de ayuda a los organismos oficiales,
a las asociaciones del ramo, o al cura del barrio.
Pero lo
importante es la salud. Y este sorteo nos ha dejado fuertes como roques. Y con
los ánimos renovados para que el Niño se mame el resto: reintegros,
aproximaciones… La menudencia, para entendernos. O la “pedrera”, al sentir del
entendido.
Estoy
pensando que mañana, en la cena de Nochebuena, voy a repartir entre mis tres
nietos la cantidad obtenida. Saldrá cada uno a veinte céntimos. El más pequeño
(nueve meses) puede que no me diga nada y se limite a esbozar una sonrisa. Pero
los otros dos (cuatro y siete años) me soltarán, me temo, que con la moneda no
les va a alcanzar para ese juguete que les viene haciendo tilín.
Dentro de
unos días me iré par La Gomera
a patear y disfrutar de su magia natural. Más de uno volverá con el comentario
de rigor: Chacho, ¿otra vez? Pues sí, es que yo no juego a la lotería, lo que
me ha permitido tener siempre dispuestas algunas perritas para esos caprichos.
Y si fuera inteligente y no me dedicara a criticar a Casimiro, a buen seguro
que ya me habría nombrado Hijo Adoptivo. Esta vez hablaré con algún militante
de CC para que me explique cómo vivió el episodio reciente de observar al
presidente del Cabildo repartir votos de esa formación política para el
Congreso de los Diputados. Si Hautacuperche resucitara, se subía a La Lomada y se fajaba a la
pedrada limpia.
Sepan, mis
estimados lectores, que estas fechas serán distintas. Aparte de la felicitación
pertinente, quedan todos invitados a darse un garbeo por El Cedro. Yo pondré
los vasos para echarnos unos buches de agua fresca. Pero el traslado,
alojamientos y comidas, me temo que no va a ser posible. Bastante tengo con lo
mío. Vale, invito a un cortado en Casa Sonia, al socaire de La Fortaleza, en la capital
de la isla: Chipude.
Me acaban de
confirmar que la administración, aparte de gasolineras del Sur, que más
beneficio obtuvo fue una ubicada en la madrileña calle de Alcalá. El que la
regenta, un tal Montoro, no dejó escapar los premios superiores a 2500 euros y
se forró con su 20%. Nos viene bien a los jubilados, porque la caja se está
quedando en los huesos.
Mañana
volvemos.
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