En el pasado
verano comenté en cierta red social que a mi modo de entender nos estábamos
cargando La Graciosa. Uno
de los asiduos, por mor de una foto en uno de los tantos vehículos que por
aquella isla transitan, me tildó poco menos que de ignorante. Penoso sería que
te lo espete alguien con responsabilidades legislativas.
Yo creo que
no hace falta visitarla tres o cuatro veces al año para percatarse de que mucho
se está haciendo mal. Puede que sea suficiente con una sola ocasión. Me atrevo,
incluso, a sostener que sin haber puesto un pie en ella.
Pero allá
cada cual. Las opiniones son libres aunque lo que salta a la vista requiere
gafas de aumento en la dirigencia política. Parece que no hemos tenido bastante
con los ejemplos que abundan por las zonas turísticas. Si ese ente abstracto
que denominamos Naturaleza hablara, puede que no saliéramos muy bien parados. Y
como todo pivota alrededor del número de visitantes, y como bien sostuviera
hace unos días el amigo Salvador García, ¿cuánta carga pueden soportar estos
peñascos sin que no los hundamos definitivamente?
Manifesté en
aquella ocasión que me parecía exagerada la cantidad de coches. Y no solo el
clásico jeep Land Rover de toda la vida. Como el asedio al que se somete al
turista una vez se baje del barco por parte de los alquiladores de algo. Vamos,
como si estuvieras en Las Américas o en Puerto del Carmen. Me parece que César
no estaría contento y ahora mismo deberá estar revolviéndose en su tumba.
Este último
domingo (14 de agosto) llega a mis manos un reportaje publicado en el Diario de
Lanzarote. En el que se detallan los peligros que se ciernen sobre al
Archipiélago Chinijo (Parque Natural y Reserva Marina), en general, y en
particular sobre La Graciosa. Se
alude a la pesca furtiva, al incumplimiento reiterado del Plan de Uso y Gestión
(como siempre leyes y normas se establecen para no practicarlas por mor de
conveniencias de todo tipo), a la colocación de puertas y ventanas en las
antiguas chozas a donde se llevan motores de gasoil, neveras y se hacen
hogueras, a la utilización de fusiles y trasmallos… Y todo ello contando con la
inestimable ayuda del vigía de turno, quien bien pertrechado de unos buenos
prismáticos hace guardia en el risco para avisar a los infractores de la lancha
de vigilancia.
Es un espacio
muy grande, en el que las amenazas son abundantes y existen pocos medios para
atajar a los desalmados. ¿Algo diferente, pregunto, a los lamentos cuando se
produce un incendio forestal? ¿O no hemos escuchado letanía similar con este
reciente de La Palma?
Como contrapartida, ¿has oído quejas de cargos públicos liberados acerca de lo
poco que cobra y de los escasos recursos que tiene a sus disposición para que
sus auxiliares escriban sus discursos y le señalen lo que debe hacer en cada
momento? Cuando no el pasarse la pelota entre las diferentes administraciones.
El plástico y
los restos de petróleo procedentes de la limpieza de los barcos en las
inmediaciones, junto a la falta de saneamiento donde en época veraniega, semana
santa, navidades, carnavales y puentes varios que se prodigan en el calendario
se disputan apartamentos y metros cuadrados de playa, constituyen un explosivo
que deteriora cada vez más la imagen de la otrora isla marinera. “Se va
pareciendo a un destino turístico cualquiera del mundo”.
El triste
episodio del asadero de pardelas en Alegranza es un botón de muestra del
desaguisado. O ponemos pronto remedio a la situación o el proceso será
irreversible a todas luces. “Por el varadero y la calle de atrás pasan
vehículos a todas horas”. Es uno de los graves problemas de esta isla, sostiene
Alicia Páez, concejala delegada. No olvidemos que La Graciosa depende
administrativamente del ayuntamiento de la Villa de Teguise. Hay demasiados
coches y hay que disminuir su número, recalca la edil.
En aludido
Plan de Uso y Gestión contemplaba (año 2006) licencia para dos taxis y la
creación de un Consorcio para el control y puesta en práctica de las
directrices del mentado plan. Agua de borrajas todo ello. Es más, según tengo
entendido el consorcio en cuestión aún no se ha constituido.
Coches,
coches y más coches. Y todo lo que supone tal elevado parque móvil. Como nos
guiamos por números, lo que interesa en pavonearnos de 400.000 visitantes en
2015. Las otras cifras, la que aluden a la mierda, y nunca mejor expresado, que
genera tal cantidad de animales (¿o no?) se ocultan. ¿Hasta cuándo?
Aquel que me
tachó de alarmista el verano de 2015 entiende que todo estaba, y está, bajo
control. Los hechos parecen demostrar lo contrario. Si yo fuera uno de los incondicionales
gracioseros me quitaría las orejeras. Porque este comentario de hoy tiene más
bien poco de opinión personal. Y si estiman que fui de farol y te quedan unos
minutos, pincha en este enlace: http://www.diariodelanzarote.com/noticia/las-amenazas-del-archipi%C3%A9lago-chinijo-pesca-furtiva-presi%C3%B3n-tur%C3%ADstica-o-la-anulaci%C3%B3n-del
Se corrió
tupido velo en la construcción a mansalva, se legalizó el conglomerado por
intereses políticos que a nadie se oculta, se miró hacia otro lado ante quejas
y lamentos de los habitantes de aquellos abandonados predios bajo el estribillo
de ciudadanos de segunda, tercera o cuarta (cuando detrás se hallaban los
especuladores de siempre)… Lanzarote (y sus aledaños), qué diferente en todo.
Donde realmente faltan habitaciones, y no para alquilar, es en cierto edificio
de Tahíche.
Hasta mañana,
si la censura no manda otra cosa.
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