Cada año por estas fechas del mes de septiembre, los medios
de comunicación suelen hacerse eco de las quejas acerca de lo mal que se
presenta la vendimia. Es raro que no se cumpla la norma de que ha sido la peor
cosecha y que la cantidad de kilos ha descendido de manera notoria. Cuando no
es el calor, lo serán las inoportunas lluvias del mes de agosto. Como hay
varios miles de cuestiones de las que no entiendo nada, y esta del cultivo de la
vid es quizás la primera, parece aconsejable que se cambie alguna vez el
estribillo. Porque los guachinches siguen ahí y el vino aguanta los mismos
buches de siempre. A no ser que el Cabildo nos lo esté colando desde la
Península.
Porque al denominado ayuntamiento de la isla se le filtran
últimamente muchos desajustes contables. Al ya conocido asunto de Sinpromi –Sociedad
Insular para la Promoción de Personas con Discapacidad– (desfalco de unos
800.000 euros) se le suma ahora el desvío (descuadre contable) de otros 120.000
en el Recinto Ferial. Hecho que se ha descubierto justo cuando el jefe de
contabilidad se ha jubilado. Y como los políticos jamás asumen
responsabilidades sino que buscan en los subordinados el cabeza de turco, nada
mejor que propagar el presunto cobro anticipado de la jubilación del
funcionario. Aunque hace un rato ya escuché a Efraín Medina pedir la cabeza del
gerente. A uno le gustaría que el señor consejero que lleve la gestión de tal
espacio reconozca que si alguien ha metido la mano en la lata del gofio en el área
de su competencia, ya sabe, por esa puertita se va a la calle. Aunque el verbo
dimitir no se conjuga en demasía por estos lares.
Siempre me ha llamado la atención este lugar desde que una
señora del pueblo, que acudía siempre a los reclamos de Coalición Canaria para
espectáculos capitalinos (los de Pepe Benavente y el famoso gallo) con
bocadillo y guagua gratis, lo bautizó como Recinto Imperial. Ya se pueden imaginar
las conversas del día después con el clásico ‘cómo lo pasemos’.
Estos desajustes contables son muy frecuentes en la gestión de
dineros ajenos. O públicos, mejor. Los que no duelen, porque aun siendo de
todos no son de nadie. Ahí nos encontramos, asimismo, que se buscan en El
Hierro tres millones que el Ministerio que dirigía Soria concedió a cierto
empresario para, entre otros menesteres, crear puestos de trabajo. Dado que
José Manuel se halla en el paro, lo mismo vive de las rentas. O de los ahorros.
Y yo no pienso raro.
Cuando allá por los años setenta del pasado siglo se iniciaron
los movimientos asociativos, un significado grupo de padres y madres de alumnos
de la entonces Agrupación Escolar Mixta Toscal-Longuera quiso arreglar el muy
deteriorado pavimento del polideportivo municipal del barrio. Larga y cargada
historia que espero que los actuales dirigentes de la Asociación rescaten algún
día de las memorias de actividades y den a conocer cómo con voluntad, tesón y
ganas se sacaron adelante proyectos e iniciativas sin ayudas externas. Porque
aquellos entusiastas se negaron en rotundo a cierta componenda que le brindaban
desde la Delegación Provincial de Deportes (creo que esa era la denominación).
Ya que había que ‘fingir’ que la posible subvención se concedía para una nueva
instalación (ficticia, para más inri) y no para la ya existente. No fuimos
capaces de hacernos partícipes de irregularidades. Ingenuos por no denunciarlo,
pero honrados a carta cabal.
En otros sitios parece que sí hubo entendimiento. Coincidió
con los momentos en que al menos dos colegios privados de este Valle
consiguieron dinero para que los alumnos pudiesen disfrutar de piscina. Los nuestros
seguían acudiendo a los cursillos en la de Puerto de la Cruz durante los meses
de verano y trasladados en los coches de los directivos. Que sí, dirigentes del
AMPA Toscal-Longuera, anímense, sería una bonita historia.
Hoy leo que cierta piscina en la villa orotavense ha de ser
privatizada para poder seguir manteniéndola. Qué suerte de algunas empresas que
se encuentran con todo hecho. Y con mucho dinero público bajo el agua. Lo
deberé unir a mis queridos semáforos de otro situado en La Montañeta. Por allí
donde se alojaron Los Beatles décadas atrás. Y ahora otros que guardan
estrechas relaciones con los que apoquinan las perras.
Si crees que por mi ideología, que nunca he disimulado, voy
a eludir el caso de los ERE, estás equivocado. El que la haga, que la pague.
Pero te digo una cosa casi en secreto: Me da, tengo ese tufillo raro, que la
instrucción de la jueza Alaya hace aguas por demasiados recovecos. Está cargado
de perturbaciones. Y lo que alega el fiscal también me produce cierto desfase
contable. Tiempo al tiempo que las cosas de palacio van despacio.
Se lució, y concluyo, el Rancho Grande portuense con su exposición
colombófila picoteando los dulces. ¿No viste el vídeo?
Y una posdata: Millones de gracias a los lectores
incondicionales que siempre están ahí. Y a los que comparten mis comentarios.
Con ese ánimo, vale la pena asomarse cada día al juicio de cada cual.
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