Cuando un cargo público designa a una
persona de su confianza para ocupar un puesto de responsabilidad en una
institución, asume una gran carga de responsabilidad. Porque de fallarle en el
cometido asignado, deberá arrogarse los errores. No creo haga falta recordar
que cuando se trata de éxitos y parabienes, todos los laureles serán para el
que tuvo a bien habilitarlo.
Viene esto a cuento de lo ocurrido en el
desfalco (desajuste contable) del Recinto Ferial. Ni el consejero-delegado,
Efraín Medina, ni el propio presidente, Carlos Alonso, quieren saber de que
mucho o poco, pero algo de responsabilidad tendrán en el desvío contable.
Porque si fuera la primera vez, vale. Una se le perdona al más acérrimo
enemigo. Porque o no era tan bueno en su labor el que manejaba los dineros o el
gerente no era merecedor de todos los plácemes que le han dedicado tras cesarlo.
Qué buenos somos cuando estiramos la pata.
Tampoco me vale que el dicharachero de
Candelaria vaya pregonando por todos los medios de comunicación que se ha
actuado con la contundencia más absoluta. Ni que no siente apego alguno por el
cargo. De ser así, y debo mostrar mis reticencias a tenor de sus excusas, ya
hubiese presentado su dimisión.
Pero ya sabemos que en este país ese
hecho no se produce con demasiada frecuencia. Es un verbo que la RAE está
pensado suprimir dado su escaso uso. Vamos, que se halla en peligro de
extinción. Ahí encontramos a Rita Barberá, cuyo pase al grupo mixto del Senado
le va a suponer un par de mil euros más al mes. Y cuando le corresponda la
portavocía, no sé con qué autoridad moral se dirigirá a los compañeros de
bancada y qué podrá proponer para que los españoles confiemos en su gestión.
Tal es el dilema planteado al resto de componentes de ese grupo en el que se ha
encuadrado que ayer leí: “La oposición en el Senado exige la marcha de la
exalcaldesa y tomará medidas para impulsarla”. Como don Mariano ya no tiene
autoridad sobre ella (y era la mejor no ha tanto) y los senadores populares
tampoco harán demasiados esfuerzos, me imagino que ‘para impulsarla’ les va a
costar tal esfuerzo que acabarán desrengados.
En círculos más cercanos, si lo que se
ha publicado acerca de la actuación del alcalde portuense en el mandato
anterior (era concejal) hubiese acaecido a cualquier cargo de otro partido, ni
pensar quiero lo que se habría dicho y escrito. Porque las varas de medir
siempre se hacen a conveniencia. Como lo que ocurre en Granadilla. Afer que ha
justificado la no expulsión de los concejales de CC en El Penitente
(declaraciones de Linares en la SER ayer por la mañana) o que Barragán haya
sentenciado un contundente “me tendrían que quitar de en medio”. Sucesos que
cuesta digerirlos pero que no provocan mayores escozores. Ni, como
argumentábamos en el artículo anterior, les pesa la losa de ser prisioneros de
sus palabras. Estos son mis principios y se no le gustan, tengo otros, que
expresara Groucho.
Por Los Realejos, donde el PP goza de
una cómoda mayoría, tampoco se tiene muy claro cómo se debe gestionar el
ayuntamiento. A la hora de desmarcarse de las corruptelas que se han llevado a
los juzgados, no se recatan en alegar que son cosas de allá, de Madrid. Ahora
bien, si toca aceptar las directrices del interino Montoro en lo de eludir
servicios básicos –para racionalizar, se argumenta–, boquita cerrada y a lo que
nos manden. Además, visto el resultado exitoso de la privatización del
alumbrado público (el gasto se ha reducido en proporción directa a los
beneficios empresariales), el siguiente paso será el abastecimiento de agua
potable a domicilio, la recogida de residuos y la depuración. Lo que no
conllevará la reducción de concejales liberados. Al contrario. Y todos harán lo
que el actual de alumbrado (o como demonios se llame): No se ve nada. Y se
limitarán a cobrar a fin de mes.
Lo mismo por el párrafo anterior el
alcalde me sentenciará como cuando le hacen un comentario reprobatorio en las
redes sociales. Y me veo en los tribunales sin un leguleyo que me defienda de
sus bien pertrechados abogados.
Responsabilidades políticas, pues,
ningunas. Leña al subordinado. Siempre habrá un cabeza de turco en el que
descargar. En el pasado inmediato, amigo de toda la vida. En el instante
presente, su cara no me suena. Vaivenes, claro.
Y hoy, inicio del otoño, me despido con
tristeza. Lo que me suele ocurrir con cierta frecuencia por leer lo que no
debo. Dejo a tu consideración estas líneas que transcribí de Facebook:
A punto de cierre académico de los
masters qué dirijo. No creo que continúe en este proyecto maravilloso. Mucho
tendrá que cambiar La Universidad de la Laguna y mucho más tendrá que cambiar
la empresa privada. Cada vez me cuesta más seguir creyendo que el futuro de
nuestras universidades públicas, este en conseguir financiación privada.
Podría ser motivo más que suficiente
para un artículo completo. Me surgen interrogantes a cientos. Me chirrían las
neuronas. Y no me vale que cuando uno se introduce por los vericuetos de la
Internet se permiten ciertas licencias. Hasta aquí puedo escribir. Lo dejo por
hoy. Que me conozco y con mis miserias voy servido. Hasta mañana.
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