Hartito me tienen. O jartito,
más autóctono, más de la tierra. Estoy que no levanto cabeza. Por si fuera poco
con la parsimoniosa recuperación de la pierna, se ha empeñado este mundo cruel
en maltratarme psicológicamente con tantas idas y venidas en el universo
informativo.
Estamos inmersos en un lodazal. Pero lo curioso es que
nadamos con pasmosa facilidad. Y batimos récords. La política barrial (de
barrio, concepto que leí ayer por primera vez) ha hecho acto de presencia y nos
tiene embarrados hasta las mismísimos orificios nasales. Es de traca. Nuestros
representantes se han empeñado en hacer todo lo contrario que la sensatez dicta
en personas normales como tú y yo. Han creído estos iluminados que pueden hacer
y deshacer a su antojo hasta el límite de considerarnos escoria. Y me maravilla
cómo se encierran en esa burbuja ideal que los aísla del resto de mortales.
Estoy ahora mismo indeciso. No sé si programar esta entrada,
como hago todos los días, o esperar el resultado de la reunión extraordinaria de
la Comisión Ejecutiva Regional del PSOE. Para comprobar hasta qué punto puede
calibrarse la descomposición de dicha formación política en todos los niveles
de la (des)organización. Y lo siento, de verdad, por las voces que llaman a la
reflexión. Porque tantas cachetadas desde los tiempos de Saavedra no pueden
caber sino dentro del campo de la sumisión. Y la dignidad por un sueldo, jamás.
Tras escuchar dieciocho mil críticas y otras tantas
opiniones, tanto orales como escritas, acerca de los pactos en cascada, se
descuelga José Miguel Ruano, con rostro compungido (¿ya dimitió Barragán?),
para indicarnos que es más importante el acuerdo regional que las diferencias
en los municipios. A buenas horas. Sobre todo cuando Clavijo (el de palabra
volátil y firma irreconocible), Alonso, Bermúdez y otros dirigentes se desviven
por abrazar a los Antona, Domínguez y Australia. Mi alcalde está que se frota
las orejas. Lo mismo consigue el hipódromo y el campo de golf. Y el auditorio
de La Gorvorana.
A los socialistas canarios se les junta la crisis nacional,
se argumenta. Yo creo que no. Todo es un cúmulo de despropósitos. Porque es en los momentos de dificultad cuando
deben valorarse los mimbres de quienes forman parte de la tripulación. Y si la
nave (ponlo en plural, si lo estimas, para embarcar a las federaciones regionales)
va proa al marisco, malo se me antoja que cada marinero bogue a su capricho. Yo
no pienso en Felipe González, pero a lo peor sí. Tampoco lo hago en los Corcuera,
Leguina y alguna que otra lengüina, pero a lo peor sí.
Discrepar es sano, vaya que sí. Pero laven en casa, carajo y
no centrifuguen en la calle. Porque los corifeos mediáticos se frotan las
manos. Algo bien diferente es el contubernio que se traen con un secretario
general democráticamente elegido. Y al que todo un Comité Federal, por
unanimidad, le dio el plácet para no otorgar a Rajoy más que la muy merecida
crítica por una gestión nefasta en la que la economía mantuvo la estabilidad
para los de arriba, mientras que cercenó hasta la hucha de las pensiones por el
otro lado. Este sí que nos ha engañado a todos incumpliendo de arriba a abajo su
programa electoral al completo. Esto es lo importante y no las mojigaterías de
niño chico. Es que me engañó y no se abstuvo. Claro, a ti Mariano te ha ido muy
bien y quieres que siga. Por esas alturas no corre la brisa. ¿Por qué no haces
como Rita, y te echas una cabezadita? Menudas siestas se manda la señora. Ni el
cambio de sillón la tiene preocupada.
Es que no puedo con mi condición. Pensaba dedicar este
comentario a la frase sacada de contexto de Carolina Bescansa, la diputada del
niño. A quien ya habrá matriculado en la guardería, como hacen los de la casta.
La que me ha insultado gravemente al estimar que los mayores de 45 años somos
más conservadores que Cánovas del Castillo. Y le deseé en Facebook que esperaba
que no solo alcanzara la que yo tengo ahora (67), sino que su pupilo también
fuera testigo del hecho. Seguro que a los ‘podemitas’ no gustan mis pareceres.
Tampoco lo pretendo. Pero no me den lecciones. Y es que cuando lo hacen, o lo
intentan, los rejos totalitarios y las descalificaciones abundan. Qué fácil les
resulta el calificativo de cacique. Anden con cuidado y háganselo mirar.
Harto me tiene el culebrón de la Jolie con el Pitt. Al final
vamos a tener que abrir suscripción pública para estudiar el realojo de los
infantes (tres y tres). Dentro de poco vuelan los jarrones. A ver si le cae uno
(chino) a Felipe González y lo baja del pedestal. Me acabo de dar cuenta de que
no debo seguir por estos derroteros. Puede que algún barón me demande y exija
que le pida perdón. Pues va a ser que no. Yo dirijo la vara en la dirección que
crea conveniente o menester…
Ahora –cuatro y media de la tarde– un descanso. Quedo a la
espera…
Son las cinco y media. Acabo de caminar –con muleta y si
alcancé 100 metros, hasta mucho me parece– y al sentarme de nuevo ante el
ordenador, mis más sinceras felicitaciones al PP por la espantada de más de
media Ejecutiva Socialista en Ferraz. Ya está. Me han quitado otro peso. El de
ir a votar en diciembre. Uno de los dimisionarios, José Miguel Pérez. Algo que
debió hacer en Canarias hace año y medio, mira tú qué bonito. ¿Escuché yo por
algún sitio que el PSOE estaba dividido? ¿O era tocado y hundido? ¿No te
acuerdas de que una vez escribí que no a la refundación y sí a la refundición? ¿Y
que hace escaso tiempo instaba a las agrupaciones locales a la revolución de
abajo hacia arriba? Para que de una vez, barones, viejas glorias, dinosaurios y
otros ejemplares valiosos pero caducos, pasen a desarrollar el papel orgánico
que les corresponde: rellenar sobres, pegar carteles, repartir votos y eso.
Ya está. Sigo esperando al resultado santacrucero…
No aguanto más. Total, lo que decida la Ejecutiva debe ser
ratificado en el Comité Regional. Y lo mismo dimite la mitad más uno. ¿Los
afines a Patricia? Puede. A falta de una Susana. Aunque de aquí al 8 de
octubre, CC puede hacer otra de las suyas. Total, una raya más.
Conclusión: ¿Llegaste hasta aquí? Pues olvídate de lo que
has leído. Yo dejé las líneas porque me dio pereza anoche y no me levanté a
borrarlas. Si hubiese tenido insomnio, Pepillo y Juanillo estarían hoy mudos.
Te juro por lo más sagrado, bueno, te prometo, bueno, es mi
intención, bueno, quizás mañana no escriba de política. ¿Te lo creíste?
Una posdata, porque la creo oportuna, a los socialistas de
buena fe: Sosiego en horas tan difíciles. No echen más leña al fuego. No más
espectáculos. Los estatutos del Partido están ahí. Para bien o para mal. El edificio
se derrumbó. Toca reconstruirlo desde sus cimientos. Y los hoyos para fijar los
pilares, en los lugares que el tiempo y la desidia de los escaladores fueron
relegando al más deshonroso de los olvidos: Las Casas del Pueblo.
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