No obstante, insisto, y a ello se debe el interés de este
capítulo, ahora es un ente cuasi muerto. Cuando han transcurrido varios años de
su inauguración, cuando lo han visitado una gran cantidad de escolares, resta
una gran labor por realizar: promocionarlo al visitante interesado en saber
algo más de nuestra isla; ese que tanto ves en lugares de especial interés,
cuaderno de notas en ristre y, casi siempre, con folletos y guías de tales
sitios.
Desde un inicio el Museo se sabía destinado hacia un público
determinado, con un nivel cultural específico. Y se enfocó hacia el campo de la
comunidad escolar. Hacia ellos se destinaron los objetivos generales:
-Toma de conciencia de la importancia del patrimonio etnográfico y
su conservación
-Conocimiento de la herencia cultural.
-Conocimiento de la cultura popular a través de diferentes
materiales expuestos.
El Museo oferta estos aspectos:
a) La Casa
de Carta como modelo de la casa de campo burguesa y de la arquitectura
tradicional.
b) Cerámica popular canaria.
c) Industria textil: calados.
d) Industria textil: telares.
e) Indumentaria tradicional de Tenerife. traje de campo y de
ciudad.
f) Industria de la piedra: molinos de gofio.
g) De la tierra al gofio.
h) La vivienda campesina.
Citaré, a título de ejemplo, el apartado "De la tierra al
gofio":
-La agricultura canaria: los cereales.
-El campesino.
-La siembra: preparación del terreno, instrumentos utilizados.
-La época de siembra: factores que influyen.
-Época de recogida y traslado: utensilios.
-Folclore.
-La era.
-Conservación.
-El gofio.
-Tipos de gofio y su elaboración: instrumentos utilizados.
-Los molinos: individual y colectivos.
-Formas de comer el gofio.
-La comida tradicional campesina.
Es solo un breve resumen de Casa de Carta. Me indicaba Juan de la Cruz que son pocos, muy pocos
los turistas que la visitan. Decía Juan López que estaba manifiestamente
infrautilizada, que se han gastado mucho dinero para seguir cometiendo los
mismos pecados. Si mi modesta opinión de algo vale, creo que deben arbitrarse
los cauces necesarios para que todo aquel visitante interesado acuda al Museo.
Muchos de los trajes expuestos en las varias salas, que reflejan
épocas, costumbres, tradiciones... son producto, muchos de ellos, de pacientes
anotaciones de ilustres visitantes, que tanto y bien hablaron de las
excelencias de la isla, que supieron observar el "modus vivendi" de
nuestros antepasados. Y estas recreaciones merecen ser conocidas por otros muchos
que demuestran tanto interés como aquellos que les precedieron tiempo ha, y que
gracias a los mismos, podemos contemplar el espejo del pasado.
Eche, pues, mano el Cabildo de trajes que han podido rescatarse
del olvido y muéstrelos en cuantos agasajos, brindis, congresos,
convenciones... se celebren en la isla. Vista a las niñas de rigor, esas que
portan las tijeras en las inauguraciones pertinentes, con indumentarias de
todas las zonas de Tenerife y no acuda una y otra vez con el que parece ser
única vestimenta oficial. Y aprovéchense esos actos para dar a conocer este
Museo. Sáquenle "rentabilidad" a esa fuerte inversión.
Tenía la oportunidad de leer hace pocos días cuáles eran, a juicio
de los estudiosos del tema, los "diez mandamientos" de la oferta
turística. Creo recordar que en cuarto lugar
estaba el apartado de
las actividades conducentes a cubrir el ocio de los turistas. ¿Y no es este,
acaso, un motivo de cubrir ratos de ocio, que para el turista son todos, con
actividades que también son culturales y formativas?
Desde las instituciones habremos de ir cuidando –mejorando– la imagen. La isla vive por y
para el turismo. Las especiales circunstancias coyunturales de la economía y
política mundiales hacen concurrir aquí miles y miles de viajeros. A los que tienen
la sartén por el mango solo les interesa llenar hoteles, como sea y a costa de
lo que sea. Por eso, a las autoridades les compete poner freno a los desmanes y
elevar el listón por y para un turismo más selecto, ofrecer alternativas de
ocio que diversifiquen la oferta de sol y playa. Porque sería la única manera
de contrarrestar la debacle que se originaría si las actuales circunstancias
variaran.
Y el Cabildo, como gobierno insular, tiene también una alta cuota
de responsabilidad, la máxima. Bien me parecen las promociones en el exterior.
Pero vayan dejando a un lado la chica del bikini en la playa seudotropical. Lo
que viene haciendo Enrique Talg en el hotel Tigaiga desde el inicio de la
actividad de aquel establecimiento, es una buena muestra de lo que es otra
clase de turismo.
Casa de Carta debe ser uno de los capítulos de esa nueva oferta.
Cuenta con atractivos suficientes; importantes, diría yo. Sería, desde
luego, una buena fórmula. Aquí sí que
está el reflejo de la tradición del pueblo, esa sabiduría popular que un día se
la bautizó como folclore.
(Continuará)
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