Nuestro folclore no se
reduce a la isa y a la folía, manifestaba Nanino Díaz Cutillas.
Que la
imagen falsa que se ofrece del folclore canario a los visitantes –nacionales o extranjeros–
constituye una situación indignante y exige una rápida toma de conciencia para
una posterior actuación. Tenemos que luchar, junto a toda la sociedad, para que
sólo sea divulgado, por medio de la industria discográfica, la radio y la
televisión, el auténtico acervo folclórico de nuestras islas.
Es el punto 4º del manifiesto del Primer Encuentro de Música
Popular Canaria (Telde, 26 de junio de
1976).
El sol y la playa son los ingredientes
principales de la atracción turística de las Islas, y deben ser complementados
con una mayor calidad de los servicios.[1]
Vender más nuestros recursos autóctonos, folclore y gastronomía (Conclusión nº 13 del Seminario técnico de
turismo, celebrado en Adeje, Hotel Torviscas Playa, en octubre de 1994)[2].
Se impone diversificar el ocio. Es menester ofertar algo más. Sí,
estamos de acuerdo; hay que vender más nuestro folclore. Pero hay que venderlo
mejor. Ahora lo estamos malvendiendo. Y es una imagen nefasta.
Si el turista de bocadillo y alpargata, que se atiborra de sol y
playa, como dijera uno de los entrevistados, no acude a estos eventos, razón de
más para hacer las cosas bien. Se supone, en consecuencia, que el público que
está interesado por saber algo de nuestras manifestaciones folclóricas, de ese
recrear nuestra tradición, es consciente de lo que quiere. Por lo tanto, no
podemos seguir engañándolo con espectáculos denigrantes. Pero es que, al mismo
tiempo, estamos haciéndolo con el nativo. No podemos forzar la lógica
evolución. El tiempo debe ir marcando las pautas, que deben ser compartidas por
el pueblo y que las irá aceptando de forma lógica.
A continuación se expondrá, en otro apartado específico de este
trabajo, una importantísima labor que llevó a cabo el Cabildo Insular de
Tenerife, con una fuerte inversión económica y con unas profundas miras hacia
ese rico patrimonio que permanecía dormido en el más profundo de los olvidos, y
al que no hemos sido capaces de "sacar todo el jugo". Me refiero a
Casa de Carta, auténtico escaparate que proyecta aconteceres de un ayer, que
interesa sobremanera dar a conocer en este hoy expectante, para no encontrarnos
con otro futuro incierto como el que a nosotros nos fue legado.
Los trajes, las vestimentas tradicionales, los festejos, los ritos
ancestrales... pueden y deben ser dados a conocer. Vuelvo a insistir en las
palabras de Nanino: el folclore no es sólo isas y folías.
Y este papel le corresponde al Norte de la isla de Tenerife.
Declaraba el propietario de Bananera "El Guanche":[3]
Es
incuestionable que el visitante turístico de Puerto de la Cruz no se
corresponde con el de la zona Sur de Tenerife, y que, por tanto, no se conforma
con la limitada oferta de sol, playa y discoteca, sino que precisa y demanda
mayores posibilidades de ocio.
Desde hace
muchos años, Bananera "El Guanche" representa una relevante
alternativa de ocio para el visitante de Puerto de la Cruz (más de tres
millones de visitantes en 15 años), y tanto es así que su papel en la industria
turística ha sido pública y expresamente reconocido por entidades como el
Cabildo de Tenerife y el propio ayuntamiento portuense.
Todos los empresarios del sector parecen haberse dado cuenta de la
ampliación de las actividades complementarias. Cierto es que el turista del
Norte demanda algo más. Y quiero, por ello, defender la propuesta de que en ese
algo más esté presente el folclore. Pero, desgraciadamente, el establecimiento
anteriormente mencionado parece actuar de manera bien distinta a como se deduce
que piensa. Cuando se han llevado a cabo profundas investigaciones en el campo
de las vestimentas tradicionales de la isla de Tenerife, el espectáculo que se
ofrece por las empleadas del citado comercio –como lo hacen, igualmente, las
vendedoras de flores en Puerto de la Cruz–, es verdaderamente penoso. Déjame, no obstante, que sean algunas
respuestas de las entrevistas las que te ilustren mejor.
Hasta hace
pocos años se desconocía la gran variedad de trajes tradicionales usados en los
diferentes pueblos de la isla de Tenerife. Era creencia generalizada que no
existían otros que los denominados trajes típicos de La Orotava (el rojo) y
Santa Cruz (el negro), cuyos orígenes eran, igualmente, desconocidos. Hoy la
situación ha cambiado. Existen varios trabajos sobre el particular.[4]
Y bebieron en las fuentes (siento ser reiterativo con esta expresión,
pero me gusta) que a bien tuvieron ir anotando aquellos aspectos que
despertaron su curiosidad. Van unos botones de muestra:
Sus trajes
son en la alta sociedad iguales a los de España, aunque las modas inglesas
dominan siempre con preferencia a las francesas: en la clase común del pueblo,
se nota alguna particularidad en el vestir: las aldeanas llevan generalmente un
guardapiés, que llaman enaguas de cordón, hechos de lana con listas de varios
colores, un justillo al cuerpo sobrepuesto de un pañuelo corto al cuello, y en
la cabeza una mantilla de bayeta amarilla, con un sombrero de hombre encima,
bajo de copa; los labradores y sirvientes, visten en el invierno una manta de
cama doblada, con jarela al cuello, que figura una capa corta: por último, aun
conservan las mujeres de algunas islas el uso de manto y saya, ó sea dos sayas
negras iguales atadas á la cintura, de las cuales la una sube á la cabeza y
arrollada por los brazos, no deja ver más que la cara.[5]
Del libro ya reseñado, "A través de las Islas Canarias",
he querido entresacar:
La
Esperanza, a 13 Kms. de la población, es el pago que más conserva los antiguos
trajes del país. Gasta el hombre ancho y negro sombrero de lana, camisa de
lienzo crudo hecha en el país, chaleco abierto, generalmente azul, faja, calzón
de la misma tela del chaleco, que no pasa de las rodillas y abierto por los
costados hasta el tercio superior del muslo, y debajo otro calzón o calzoncillo
ancho, de lienzo, que llega a media pierna; por último polaina de cuero o lana y
zapatos. La mujer usa sombrero
masculino, pero de
cinta ancha y ala corta, pañuelo debajo, zagalejo o justillo de colores
y enaguas de zaraza o tela rayada, de lana, tejido en los antiguos telares del
país.
El mismo autor, Cipriano de Arriba y Sánchez, en el libro de
referencia alude a la fiesta de Tacoronte, en la que se baila "El Santo
Domingo", "Tango herreño", "Aires de Lima". Reseña el
baile de la boda, el bautizo o bateado (con coplas de malagueñas que no denotan
tristeza, como indicaba Juan de la Cruz o se recoge en el libro de Los
Alzados)... Comenta las costumbres y ceremonias practicadas en la noche de las
hogueras de San Juan...
Y se puede seguir enumerando aspectos que se engloban dentro del
folclore canario y que pueden, y deben, ser parte del ocio que requiere el
visitante. Quizás, de camino, hasta mucho "turista" de aquí se entere
de algo más de nuestro acervo cultural. Que no es folclore las romerías y los
bailes de mago, que son meros carnavales de disfraz único.
Las cruces de mayo, costumbre que aún sigue viva, documentadas
desde el siglo XVI; cacharros y tablas de San Andrés, que tanta explicación
mágica han soportado, pero que constituyen atractivos, que da lo mismo
justificarlos bajo aspectos religiosos como paganos (rodar los toneles o
cacharros hasta la pila), y que es importante que persistan, cabañuelas de
mayo, polvos-talco (La Palma), Los Buches (Lanzarote), los gabeteros de San
Simón en Sabinosa (El Hierro)...
Los defensores acérrimos de culturas impuestas, radicados, sobre
todo, en la "alcurnia" orotavense, para los que solo es traje típico
el mal denominado de La Orotava, que solo viene a ser una variante del llamado
"traje de icolaltera", alegan que las investigaciones basadas en
manuscritos y dibujos de "cuatro señores" es una farsa. Y qué casualidad que esos cuatro señores
hayan sido personas altamente cualificadas, con lo que su objetividad, máxime
cuando nada les iba en el envite, queda fuera de toda duda.
He querido finalizar este apartado con el anterior comentario, porque
sería cuestión de que se leyesen la biografía de Alfred Diston y pudiesen tener
acceso al manuscrito "Costumes of the Canary Islands", y que
estuvieran al tanto de sus relaciones con Álvarez Rixo, Elizabeth Murray,
Baker-Webb y Sabino Berthelot; desde luego, todos ellos eran unos grandes
ignorantes. ¡País!
(Continuará)
[1] Geografía
de Canarias. Ed. Interinsular
Canaria. 1985. Tomo 7. Capítulo VII. Página 163
[2] El
Día. 27-11-94. Página XV, Dominical
[3] El Día, 8-12-94, página 15
[4] Trajes
tradicionales de Icod el Alto. Indumentaria popular de Tenerife. Los
Alzados. 1987. Página 19
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