Este pasado domingo publicó El Día un reportaje firmado por
Raúl Sánchez que ponía de manifiesto el lamento del Norte por su afonía. Y
plasma el parecer de algunos alcaldes. Quienes no dudan en reconocer la falta de
unidad para empujar en una misma dirección y poder así lograr demandas que
beneficien el entramado comercial. La dinamización, que se dice ahora. Como
hacen los del Sur cada vez que es menester dar un puñetazo en la mesa (de
negociación). Reivindicaciones que los une como una piña, más allá de posicionamientos
partidarios. Vamos, como debe ser.
Ya José Vicente González manifestó bastantes años atrás que
no quería que Los Realejos fuera la cenicienta de esta zona de la isla de
Tenerife. Dicho lo cual, padeció tal calentura que se propuso levantar el
pueblo. Y a fe que lo logró. Literalmente. Se construyeron edificios por
doquier, pero olvidamos las infraestructuras anexas. De las que en la
actualidad seguimos careciendo.
Más tarde se erigió en cabecilla de un Cabildo paralelo y
aglutinó los ayuntamientos comprendidos entre El Rosario y Buenavista en
aquella Mancomunidad del Norte que acabó sumida en deudas y se fue diluyendo
con el paso del tiempo hasta su total desaparición. Se ahogó en sus propias contradicciones.
Manuel Correa (La Victoria, 2009) y Fidela Velázquez (San Juan
de la Rambla, 2012) intentaron impulsar un foro de reunión y debate. Los resultados
de tan loable propósito a la vista están. Y buena muestra de que por estos
lares la unión no hace la fuerza la hallamos en las propias respuestas de los
actuales mandatarios. Vayan unas pinceladas:
Manuel Domínguez echa en falta una asociación empresarial
con peso específico. Me imagino que cuando deje la alcaldía se pondrá manos a
la obra. Hacerlo ahora estaría mal visto. Coincide con su correligionario
portuense, Lope Afonso, en que se ha mejorado la unidad política, lo que
constatan en la postura unánime de la necesidad de las instalaciones portuarias
de La Ranilla. Y hasta aquí podemos leer, porque hechos muy recientes
relacionados con el Patrimonio han vuelto a poner de manifiesto que cada uno va
por su lado y ni siquiera los tres municipios del Valle son capaces de
coordinarse, por ejemplo, en mancomunar servicios.
Más lejos va Santiago Martín (Los Silos), quien pone en duda
si la unión vale para algo. Buen comienzo, añado. Con tales prejuicios, lejos
llegarán.
La guinda viene de la mano del garachiquense José Heriberto
González: “Los alcaldes se unen solo en torno a reclamaciones concretas de las
tres grandes comarcas norteñas: Valle de la Orotava, Acentejo y Noroeste. En el
Noroeste cuesta más reclamar el muelle portuense, y en el Valle y en Acentejo
se preocupan mucho menos por el hospital”.
Con estos mimbres, ya me dirán.
Todo viene a confirmar que cada cual tira de su carreta y
con estos bueyes tenemos que arar. A la hora de la verdad, lo que prima es lo
que yo le pueda brindar a mi electorado y eso de todos a una es cuestión de las
películas.
Se queja, asimismo, Juan Carlos Arricivita, presidente de la
Asociación de Trabajadores Autónomos, quien lo fuera también de Alcip
(Asociación Local de Comerciantes e Industriales de Puerto de la Cruz) de la
desunión. “Los colectivos necesitan socios y cuotas para funcionar y con la
crisis cada uno se ha enrocado en su negocio. Luego está el aburrimiento.
Llevamos décadas hablando de los mismos problemas y los mismos proyectos y todo
queda en agua de borrajas”.
La información, igualmente, alude a Apymevo (Asociación de Pequeños
y Medianos Empresarios del Valle de la Orotava), que llegó a alcanzar dos
millares de socios. Lo que no se expresa en el periódico, pero aquí sí tiene
cabida es cómo la prepotencia de quien la dirigía se cargó todo el entramado. Entre el que se
encontraba Teidevisión. Porque un iluminado creyó saber más que nadie y los paganinis se cansaron. A tanto llegó su
endiosamiento que era él, y solo él, el que entrevistaba –y de qué manera, es uno
de tantos ejemplos– a los aspirantes a trabajar en el medio de comunicación
citado. Así le fue. Y así está el patio. Yermo.
Aquellos que apostamos por un Valle de Taoro seguimos sumergidos
en el océano de los ilusos. Y con estas comuniones y matrimonios como ejemplos
del buen hacer, Alonso baila y canta folías a su antojo. Ni demanda una
parranda que lo acompañe. Y con ello alimentamos, de paso, ciertos cuartos de información
que lo intentan arreglar a base de trompadas y fuertes agarrones por zonas
testiculares. A lo macho. Semos del
Norte.
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