8. Comentario de las entrevistas
Hay una total coincidencia en la opinión acerca de los grupos y
del tipo de música folclórica que se puede escuchar en los hoteles.
Experiencias bastantes negativas y una
imagen deprimente que se puede resumir en la ya mentada posición de Juan de la
Cruz: Interpretar para el turismo suele
ser el camino más corto para degenerar los números folclóricos.
He intentado respetar al máximo la espontaneidad del entrevistado,
con un claro y significativo ejemplo en la de Martín Álvarez,
director-propietario de la agencia de viajes Tinerfe Tours.
La vestimenta
no es uniforme, como no lo es el folclore. La uniformidad no es nunca un
elemento enriquecedor, no es nada ortodoxa. Son
palabras de Benito Cabrera, hombre de amplio currículum y de sobrada valía en
el campo del folclore. Es la misma opinión de Juan López y Juan de la Cruz, que
mucho tuvieron que ver en el resurgimiento de "Los Majuelos".
La falta de buenos profesores; la crítica a los organismos
oficiales que no potencian nada, pero sin caer en el lloriqueo demandante de
subvención; la permanente alusión a la responsabilidad que se contrae al subir
a un escenario; la restricción de espacios en los hoteles a los grupos que
pretenden hacer algo "decente" cara al visitante, porque prima el
negocio por y sobre todo; la "obligatoriedad" de explicar qué se hace
a todo tipo de espectador, sea de donde sea y venga de donde venga, son algunas
de las coincidencias generales.
Pero hay criterios dispares según la actividad profesional de cada
cual:
-Benito Cabrera y Juan López sostienen grandes diferencias en la
concepción de la labor del Centro de la Cultura Popular Canaria (CCPC).
-Martín Álvarez y Benito Cabrera no opinan igual de la música en
las emisoras de radio.
-Arnoldo Évora y Martín Álvarez (que se destaca como el
contestatario de los entrevistados) presentan diferencias radicales en los
objetivos que pretende la Embajada del Carnaval portuense a Düsseldorf.
-Lo mismo ocurre con el tema de las romerías, en el que Arnoldo
parece quedarse solo frente a la opinión mayoritaria de que no son tales, sino
simples exhibiciones.
Si en la
actualidad los medios de difusión de masas se dedican fundamentalmente a
presentar expresiones musicales foráneas y muchas veces deformaciones de
nuestra música popular tradicional; si los cauces tradicionales de transmisión
de ésta han ido desapareciendo como fruto, entre otras cosas, del desarrollo
técnico y de la música electrónica; si las personas que hoy poseen ese saber
son mayores y si somos conscientes de que la música es un elemento de nuestra
cultura popular tradicional, cuyo conocimiento es indispensable para la
afirmación de nuestra identidad es obvio pensar en la urgencia con que se debe
llevar a cabo una profunda investigación que plantee no sólo la recopilación de
materiales y su posterior estudio y difusión, sino también su aplicación
didáctica, es decir, su aplicación en la educación. [Trajes tradicionales de Icod el Alto. Indumentaria popular de
Tenerife. Los Alzados. 1987. Páginas 11 y 15]
Son varios los aspectos en los que no comparto la misma opinión
que Carmen Nieves Luis García,
"alma mater" del grupo "Los Alzados" y responsable de la
anterior publicación. Pero en las líneas transcritas en el párrafo anterior sí
debo darle razón. Debe ser que uno no puede desligarse la vena de educador. Y
porque si acostumbramos a los alumnos a convivir con esta nueva asignatura,
dentro de muy poco seremos capaces de transmitirlo al foráneo de una manera
natural.
Y debemos tender a ello porque a
pesar de no haber tenido nunca una política cultural propia, o mejor dicho, a
pesar de una política cultural depredadora y falsificadora, a pesar de una
política de desmemoria y falacia, los canarios hemos sido un pueblo que ha
sabido sobrevivir con lo propio y asumir la cultura exótica tiñéndola con colores
autóctonos, con matices peculiares, con el sello distintivo y señalativo de
nuestra identidad.
La música y
danzas de las folías, isas, malagueñas, mazurcas, arrorroes, puntos cubanos,
seguidillas, pasacalles, berlinas, polkas, sorondongos, ranchos de ánimas y
pascuas... (no importa su procedencia) las sentimos como nuestras, son
canarias; también lo son sus letras elaboradas por poetas populares y cultos.
En esos bailes y cantares se asoma el
alma del pueblo. [Canarias canta (II). Francisco Tarajano. CCPC. 1994. página
13]
El folclore está sujeto al progreso. Y el turismo lo significa.
Ese folclore, como manifestación cultural de un pueblo, se ha ido transmitiendo
de generación a generación. Y en cada eslabón de la cadena se ha ido
enriqueciendo con nuevas aportaciones.
Los grupos, que tienen la misión de recrear, a modo de
espectáculo, ese patrimonio de nuestros ancestros en un escenario, deben cuidar
ese salto fuera del contexto natural en el que normalmente debe desarrollarse.
Pero no echemos culpa de todos los males a los grupos. Gracias a ellos se han
podido conservar géneros que, de otra manera, se hubieran perdido para siempre.
Podrá culpárseles, eso sí, el haber forzado el ritmo natural de la evolución.
Pero aun así es preferible a la pérdida y al olvido.
En la actualidad, felizmente superadas etapas pretéritas de
oscurantismo o, en todo caso, de dirigismo interesado, se debería, y es
problema de educación, dejar que el pueblo sea quien defina su progreso, su
evolución.
A la vista está ese renacimiento de la música tradicional. La
proliferación de grupos denota, cuando menos, que algo ha cambiado.
Pero faltan "maestros". Estos jóvenes de hoy no han
aprendido de la generación que por naturaleza les correspondía. Y no lo han
hecho porque sus antepasados más directos estuvieron entretenidos con el
"boom" turístico. Son los que habían renegado de su cultura por mor
de la música anglosajona. Por eso se "copian" tanto los grupos. Y
desde quien puede hacer mucho por la labor, se está realizando un daño, muchas
veces irreparable. Algún programa televisivo, aludido en más de una entrevista,
está causando estragos. Porque parece que todo vale. Y el grupo que está saliendo,
se plantea que si aquel lo hace en televisión, por qué no le puede estar
permitido a él.
Solo desde unas verdaderas Escuelas de Folclore, amparadas siempre
en proyectos de investigación apoyados por las entidades públicas, se podrá
alcanzar la meta. Y cuando estemos en ese punto, no habrá diferenciación. El
folclore ofertado al turista será el mismo que podamos contemplar y escuchar tú
y yo en cualquier recinto de la isla. Así, de esa suerte, no solo será un
pasatiempo que entretenga la comida de un grupo de extranjeros en uno de los
tantos establecimientos hoteleros de la isla. A los que, con toda probabilidad,
para que lo "amen" más, obligamos a soltar el tenedor para que haga
palmas al son de los acordes de la guitarra y el "curro" sonar del
timple.
Afortunadamente, en estos tiempos los aires canarios parecen estar
corriendo de otra manera. Falta hacía.
(Continuará)
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