7 de diciembre de 1994. 10 de la noche. En el local de la Agrupación Folclórica
Universitaria (AFU) se dan los últimos retoques para dar comienzo al ensayo. Se
templan las cuerdas en esta –¡qué paradoja!– todavía tibia noche lagunera. Como
dicen los viejos: los tiempos están
cambiando. Por las manos de Benito Cabrera van pasando guitarras, laúdes y
bandurrias.
En esta noche, sin embargo, van a sonar primero, voces a ritmo de
tajaraste. Se rescatan viejas tradiciones del barrio costero –y santacrucero–
de San Andrés, que tanto y bien cantaron Los Huaracheros. Por la Navidad , flautas,
castañuelas y tambores llenarán, con su peculiar melodía, calles y rincones.
Albricias,
hijos de Adán; felices nuevas...
Que la Tierra y el Cielo han
querido hacer las paces...
Prosigue el ensayo con permanentes interrupciones. Pretende el
director limar asperezas, que todo salga según lo programado previamente...
Vamos todos, vamos todos al Portal,
que repiquen las campanas,
ya llegó la Navidad.
Acaba el ensayo. El reloj, que cuelga en una de las paredes del
coro de la capilla universitaria, marca
las once y media de la noche.
El grupo se disgrega...
¿Quién es Benito Cabrera?
Benito Cabrera Hernández nació en Lanzarote en 1963. En su isla
natal cursó estudios de guitarra con el profesor Domingo Corujo.
En 1982 se desplaza a Tenerife para comenzar sus estudios
universitarios. Continúa, al mismo tiempo, bajo la tutela del profesor
Silvestre Álvarez, con sus clases de guitarra y solfeo.
Son numerosos los recitales de guitarra y timple en los que ha
participado, y múltiples las conferencias sobre música folclórica canaria que
ha impartido.
Ligado, desde hace varios años, al Centro de la Cultura Popular
Canaria (CCPC), participó -1986- en el Ciclo de Cultura Popular, organizado,
conjuntamente, con el Cabildo Insular de Tenerife. En este mismo año destaca su
intervención en el II Congreso de Folclore de las Comunidades y Nacionalidades
Históricas, que se celebró en Murcia.
En el Congreso de Cultura Canaria (1987) presenta una ponencia,
"El Folclore Musical de la
Isla de Lanzarote", que constituye el embrión del libro
"El Folclore de Lanzarote", publicado por el CCPC y el Excmo.
Ayuntamiento de Arrecife (1990).
Fue vencedor del I Certamen Regional de Solistas de Timple, que
organizó la
Dirección General de la Juventud en 1989. En ese mismo año es encargado
de la presentación de la IV
Muestra de Música Folk "Aliara", que tuvo lugar en
Pozoblanco (Córdoba). Asimismo gana la "Espiga de Oro" del Concurso
de Coplas "San Benito Abad", pasando a engrosar la lista de prestigiosos
folcloristas que lo habían ganado, como
Nijota o Dª Nieves Alonso.
Asesora musicalmente al CCPC, habiendo sido productor musical de
múltiples grabaciones, entre las que podemos destacar: Cruz del mar (Acatife),
Bailes de Candil y Maresía (AFU), Villancicos
Canarios (Varios grupos) y Cantos y
Juegos Infantiles (Princesa Iraya).
En la actualidad dirige la
AFU y al grupo Idaira (Barranco Hondo-Santa Cruz de
Tenerife).
Entre sus últimos trabajos destaca la grabación de una Suite para Timple y Orquesta con la Sinfónica de Tenerife.
¿Qué es la AFU ? ¿Cómo y cuándo surgió? Componentes,
vestimenta...
En la actualidad está formada por unos 40 componentes, entre baile
y música. Su director de baile es Luis de la Cruz.
En el seno de la
Agrupación existe una Comisión de vestimenta que se ha
encargado de realizar una profunda investigación, con el fin de recuperar la
forma de vestir en todas las islas.
Son sus trajes completamente inéditos, y constituyen una amalgama
que puede ir desde la vestimenta campesina de finales del siglo XIX, hasta la
colección utilizada en ritos y procesiones.
Ha sido un camino recorrido a base de ir bebiendo en las fuentes
del pasado (Álvarez Pacheco, Alfred
Diston...), y contando con la inestimable colaboración de Juan de la Cruz (también entrevistado
para la realización del presente trabajo) y Juan Rodríguez (artesano y profundo
conocedor de costumbres y tradiciones, que tiene a su cargo la confección del
Belén del Cabildo Insular de Tenerife).
Manifiesta Benito Cabrera que la vestimenta de la AFU no es uniforme, al igual
que no lo es el folclore. La uniformidad no es nunca un elemento enriquecedor,
no es nada ortodoxa.
¿Funciona autónomamente o depende de la Universidad ?
Depende del Vicerrectorado de Extensión Universitaria. Cada curso
debemos presentar un proyecto con los objetivos programados, así como las
actividades a realizar. Entre ellas existe la obligación de cumplir con aquellas
que marque la Universidad
en su planificación general.
No obstante, la
Agrupación goza de total autonomía para concertar, cara a la
calle, las actuaciones que estime conveniente.
Esta suavidad en el tutelaje de la institución universitaria, y la
subvención que AFU goza en cada curso académico, le permite no estar sujeta a
ningún agobio económico, y no tener que depender de la imperiosa necesidad de
las actuaciones. Ello le ha valido para disponer de más tiempo, dedicarse a la
investigación y a ensayar con tesón, como base del perfeccionamiento que el
colectivo pretende.
¿Son conscientes los universitarios del importante papel que
pueden jugar en la conservación de nuestras tradiciones?
Si la pregunta se realiza con carácter general, habría que
trasladarla al resto de la
Universidad. De todo habrá. Pero en AFU no todos son
universitarios. Siendo la pretensión el que la Universidad trascienda
a la calle, lógico es que AFU tenga en su seno gente de la calle; algunos ni
siquiera tienen –o han tenido– relación con la Institución. Existe ,
no obstante, gentes que han finalizado su carrera, en la actualidad
profesionales en diversas ramas, que continúan en la Agrupación. Solo quedo yo
de aquellos que fundamos el grupo en 1983. Cada curso se produce una variación,
que puede estipularse entre 5 y 10 componentes. A la gente que se incorpora, se
le exige un período de prueba no muy selectivo. Suelen llegar con conocimientos
previos y con grandes dosis de entusiasmo. Tal es así, que hasta los negados
aprenden.
Los componentes del grupo sí tienen asumido la importancia del
patrimonio etno-histórico. Hemos pretendido que AFU sea un vehículo de
formación actitudinal, y un altísimo porcentaje de su gente asume esa
importancia. Y esta cualificación formativa ha servido para que, una vez se
produzca la incorporación a la sociedad, estos se dediquen, a su vez, a
"formar gentes". Incluso se ha dado el caso de personas, que ocupan
puestos de responsabilidad en ayuntamientos (concejales de cultura), los cuales
han contado con esta inestimable "base de datos".
¿Tiene algún programa la Universidad en este sentido?
Existe otro colectivo en la Escuela Universitaria
de Magisterio, que ha seguido una línea bien
diferente a la nuestra. Se han decantado por un marcado
acento "purista", que les hace entender el folclore como algo
inamovible. Es la línea trazada por Carmen Nieves Luis y Manolo Perera, muy
respetable, pero que no comparto en absoluto.
El entrevistado saca a
colación varios pasajes de su libro "El Folclore de Lanzarote", así
como otros trabajos, por ejemplo, el prólogo que realizó para el libro de
Manuel Haro Manzano, "Coplas Canarias, ecos de mar y volcán". De los
mismos me permito reproducir estos fragmentos:
Pero la capacidad expresiva del isleño ha ido derivando por otros
derroteros. El inevitable (y en algunos aspectos devastador) progreso ha ido
desdibujando la identidad cultural de nuestra gente, haciéndonos perder, poco a
poco, la capacidad de valorar lo nuestro, de saber utilizar los canales de
expresión que nos fueron legados por nuestros ancestros, de poseer la audacia
de encerrar al universo en una copla.[1]
El folclore, como manifestación cultural, se ha venido
transmitiendo de padres a hijos, constituyendo un legado ancestral que repetía sus formas enriquecidas con las
aportaciones de cada generación.
Las manifestaciones folclóricas son el sello de identidad de una
comunidad, en tanto que arrastran un importante material histórico que nos pone
en contacto con los numerosos pueblos que han dejado su perenne huella en
nuestra memoria.[2]
(Continuará)
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