Dinero sí hay (pregunten a Martínez-Pujalte y sus 3,5
millones en un solo año), pero mal repartido y peor administrado. Esta maldita
crisis (para los de siempre), de la que, según dicen, estamos saliendo, ha
venido a confirmar en toda su extensión la frase anterior. Algunos dejaron de
hacer su agosto para forjar todo el año.
Mientras Gara, una joven güimarera ‘lucha’ por conseguir una
pierna ortopédica deportiva que le permita sentirse realizada como cualquier
chica de su edad, la señora alcaldesa del municipio sureño se va de excursión
(segunda vez) a Sálvame, ese prodigio de programa televisivo solo equiparable a
cualquier chanchullo de los alrededores. Y de camino la expedición se dará un
salto al Valle de los Caídos (por Dios y por España). Ante la remota
posibilidad de que derriben aquel monumento, Carmen Luisa entiende que el
escombro valdría para rellenar unos pequeños huecos existentes en su localidad.
Dios los cría…
Pero hoy toca no salir de este otro pueblo norteño, también
regido por un mandatario popular (o populachero, mejor). Quien sigue fiel a sus
principios mercadotécnicos, rodeado de toda una pléyade de asesores, y que no
admite sugerencia alguna de aquellos otros cargos públicos, tan
democráticamente elegidos como lo pudo ser él, porque prestar atención a sus
propuestas supondría desmontar parte del chiringuito que ha creado para
encumbrarse. No olvides de incluir, estimado e inteligente lector, el estudio
fotográfico, medios de comunicación que doran la píldora a cambio de generosos
estipendios y la amplia cohorte de aduladores ‘feisbucianos’ y corifeos
mediáticos.
Se presume por estos lares de haberse aprobado los mayores
presupuestos de la historia realejera. Ninguna novedad, entiendo, porque cada
año que pasa debería ser así en buena lógica. Eso ocurría hasta en los lejanos
tiempos en los que con unos pocos millones de pesetas se construyeron todos los
centros docentes de los que ahora se jactan los respectivos concejales del
área. Y sin liberados. Y sin secretarios ni amanuenses. Y sin fotógrafos. Y sin
gabinetes de prensa (en aquella época los periodistas se lo curraban, ahora
leen notas interesadas que remiten los ayuntamientos). Y sin coches oficiales…
Pero en esa dinámica se han sumergido todos. No crean que es
asunto exclusivo del alcalde la Villa de Viera. Las componendas partidarias han
hecho posible que las instituciones públicas se hayan convertido en agencias de
colocación. Lo lamentable es que aquí no valen indicaciones que procedan de
ámbitos diferentes a los de la Escuela Superior de Management y Máster MBA, de
la Universidad de Wyoming (el estado yanqui menos poblado), en el Condado de
Laramie, ni de Promociones Domínguez Morales Prodomo. Esos títulos académicos
deben ocupar varios metros cuadrados. Me gustaría verlo.
He sostenido desde hace bastantes décadas que ya está bien
de tanto enchufismo. De ubicar a dedo a los que figuran en la candidatura, y no
salen elegidos, en puestos que se inventan con el único objetivo del sueldo.
Para el que ni están preparados, ni existen criterios ni objetivos que
justifiquen el acomodo. Los denominados cargos de confianza se han convertido
en un auténtico sumidero. Sí, para las arcas públicas. Desagüe por el que se
van dineros que bien podrían ser invertidos en facetas mucho más productivas.
Tal es así que tú entras en las Casas Consistoriales y tropiezas con dos
administraciones. La formada por el cuerpo funcionarial y la que yo mento como
la de los piojos pegados. Y todo ello ha conducido a un notorio relajamiento de
aquel que tenía desde siempre un cometido determinado y que ahora no sabe a
quién debe hacerle caso ante tanto encargado. No, hoy no me apetece volver a
sacar el caso emblemático del bien pagado Marrón. Sujeto que ha hecho posible
el que la plantilla de la policía local siga estancada con la cada vez más
acuciante problemática de tráfico y seguridad ciudadana. Con los voluntarios
vamos escapando.
Me consta que tanto el PSOE como IU han mostrado su rechazo
a los presupuestos de 2017 porque, entre otras cosas, el equipo de gobierno no
quiere suprimir algunas mesas y sillas de su guachinche. Un puesto que se
elimine de ese cúmulo del ‘personal de confianza’ (imagínate lo que se podría
llevar a cabo con dos, tres o más), equivaldría a incrementar partidas de
asistencia social, de dotación en educación, de potenciación de sectores desfavorecidos
y, en suma, echar una mano a los que lo están pasando mal.
Si se reestructurara el tinglado de concejales liberados
(parcialmente o con supuesta dedicación exclusiva) mediante un organigrama más
efectivo, en el que no primaran los fraccionamientos o parcelitas de poder para
contentar carteras y bolsillos (con la sangría económica que ello implica), a
buen seguro que la máquina marcharía a las mil maravillas. ¿O es que acaso
éramos extraordinarios aquellos que condujimos la nave allá por los ochenta del
pasado siglo? ¡Ah!, que todo ha cambiado. Sí, por supuesto, para una
mamandurria descarada e hipócrita. Y dejamos dietas y otros extras para nueva
oportunidad.
El PP ha hecho caso omiso –lo volverá a hacer en ejercicios
venideros– a las sugerencias que podrían desembocar en una mejora social
evidente. Al tiempo, entiendo que así piensen, los grupos de la oposición (de
CC nada se sabe, ni se le escucha, ni se le espera y parecen resignados a que
Manolo envejezca –ríete tú de los dos mandatos– para que retorne su electorado:
arréglalo tú, Linares, que eres un experto) plantean que pueden ser capaces de
dirigir un ayuntamiento sin tanto adhesivo (pósit, en moderno). Téngalo, pues,
en cuenta, para la próxima campaña y cuantifiquen datos, muestren cuentas, en
definitiva, que el pueblo se entere. Que lo mismo está abducido con tanta foto
y necesita una sacudida.
Bueno, hasta más ver.
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