Yo también vi el tan mentado programa de la noche de este
pasado viernes. Y he seguido en Facebook algunas de la reacciones habidas. Nada
nuevo bajo el sol. Los mandos de los televisores siguen teniendo un botón de
color rojo que hace maravillas. Tantas como desconectar de bazofias y
vilipendiadores de baja estofa. Servidumbres de una democracia en la que algún
poder del Estado aún renquea. O chirría. Mientras la Justicia no se quite la
venda, bodrios de tal guisa seguirán siendo el pan nuestro de cada día. Y
mientras otros, amparados en unas papeletas sacadas de unas urnas de plástico
transparente, se crean legitimados para sostener entramados del si no me tocas
yo te unto, seguiremos soportando esclavitudes de un sistema aún imperfecto. Y
allá cada cual con sus respectivas conciencias.
A un servidor le preocupa, no obstante, la extrapolación de
procederes tales a otros ámbitos. En los que son los dineros públicos la
columna que aguanta el edificio. No ya debo remitirme a los artículos que han
visto la luz en este blog, sino que debo remontarme a lejanos tiempos en los
que uno todavía colaboraba en periódicos de esta isla. En casi todos ellos –me leen–
fui debidamente ‘recompensado’ con piropos de toda índole, y calaña.
Lo que ocurra en medios (más bien cuartos) de comunicación
privados queda a la consideración de cada uno. Con mi aportación de no
sintonizar canales indeseados se cumple un primer objetivo. Que podrá, o no,
ser compartido por círculos cercanos (no vayas muy lejos porque no alcanza la
emisión). Pero mientras que aquellos que disponen de otros medios decisorios
(políticos, jueces, fiscales y demás) no actúen en consecuencia, y mientras
leguleyos de tres al cuarto sigan hallando resquicios en legislaciones que van
a remolque, seguiremos soportando invasiones de ondas dañinas. Triste panorama,
pero muy real y de rabiosa actualidad.
Pero, y ha sido una constante durante años, a este opinador
(barato, al decir de los entendidos) le preocupa la radio de mi pueblo. Y
pueden ustedes tener la santa paciencia de echar una visual en el apartado de
‘Archivo del blog’ y comprobar la cantidad de ocasiones en que he defendido una
línea de total transparencia en la emisora que fue bandera y orgullo del
municipio, pero que ha ido derivando de manera alarmante hacia esperpentos y
bodrios que, amparados bajo el paraguas del entretenimiento, solo reproducen
folletines televisivos de mal gusto.
Como los equipos de gobierno miran hacia Santa Úrsula cuando
se ataca el sector del poniente (San Juan de la Rambla), y a la viceversa
cuando La Victoria está en el punto de mira, en nada se difiere de otros
comportamientos mafiosos. El honor en el ámbito privado de cualquier cargo
público debe ser respetado a carta cabal. Si no se hace porque la educación de
quien emite proclamas y consignas no da más de sí (sino de no), que se tenga
consciencia y constancia de que la Carta Magna existe. Y consagra lo que con
vituperios se denigra. Qué fácil en otros supuestos de Twitter.
Manuel Domínguez, Adolfo González y resto de la compaña son
los únicos responsables. Llevan dos mandatos (obvio los años de pacto con CC) permitiendo
que desde La Corona se propaguen vejaciones, insultos, blasfemias, improperios
y calumnias. Con total impunidad. Y el segundo de a bordo en el Consistorio me
comentó años atrás que había que poner en orden en el desaguisado porque el
malestar entre los compañeros era más que patente. Debe ser que la manzana
podrida se ha cargado todo el frutero. Una pena, una lástima.
El programa de la Sexta se centró en un único personaje, en
un solitario telepredicador. Y las opiniones vertidas en las redes sociales
(también laudatorias hacia el ínclito, que hay sujetos –y muchas sujetas– que
defienden conductas del tiro y tentetieso, cuando no lanzarlo por El Penitente)
adolecían de un tremendo vacío. Puede que la línea de investigación no
estuviera demasiado completa. O, qué iluso, lo dejaron para otra oportunidad.
Se vieron imágenes tomadas desde un coche cuando circulaba
por vías de la Villa de Viera. Y pensé que habría parada obligatoria en la que
se denominó ‘nave nodriza’. No fue así. El enfoque esta vez era unipersonal. No
pierdo la esperanza de que se desenmascare todo el ‘pack’. Los ‘zorros’ son más
peligrosos en el gallinero que un ‘quíquere’ echado pa´lante. Como me espeta
siempre un amigo, tranquilo que ya le cogerán los bezos. No, así no, respondo
inequívocamente.
Bueno, quedo a la espera de los ‘saludos’. Y de alguna
respuesta política. Sí, sentado estoy, desde tiempo ha. ¿Sigo? Vale.
Alcanzamos la 1985. Es decir, 15.
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