Tras haber quedado citados en un par de ocasiones, que fallaron
por razones que no vienen al caso, se produce esta entrevista el lunes 30 de
enero de 1995 en la sede central de la Escuela Municipal de Folclore de Santa
Cruz de Tenerife. Por cierto, casi no llego. Creía yo, hombre de pueblo, que el
Barrio de la Salud estaba conformado por cuatro casas y dos o tres calles, como
ocurre por acá. Pues no, hube de pararme en más de dos ocasiones y preguntar
para poder dar con el dichoso mercado viejo. Pero como preguntando se llega a
Roma, y yo no iba tan lejos, este que escribe también encontró su particular
Vaticano.
Con el ánimo de acabar temprano, manía de gente del campo, allí
estaba a las siete de la tarde del día anteriormente reseñado. Pensaba yo que
habría ensayo o algo así. Pero no. No funcionaba la Escuela como yo especulaba.
Es algo que a lo largo de la charla quedó meridianamente claro.
Como hubo, al menos, un par de aplazamientos, y viendo que el
entrevistado no acudía a la cita, comencé a pensar si el tema me iba a fallar
en una nueva ocasión. Mientras aguardaba pacientemente, escuchaba aires de
folías que algunas parejas bailaban en una de las salas destinadas a esta
Escuela de Folclore. Una y otra vez se repetían las figuras de este aire típico
para perfeccionar los pasos. En una de las paredes, un gran espejo, que servía
de guía a las parejas, se convertía en fiel notario de lo que allí acontecía.
Solo fueron unos minutos de retraso. Pero Juan López acudió a la
cita. Como estaba previsto. Solo habíamos hablado por teléfono con
anterioridad. Era conocedor de sus andanzas en el mundo del folclore, pero muy
poco más. Fue a requerimiento de Juan de
la Cruz como llegué a esta entrevista. Gracias a él fueron los contactos
habidos. Incluso, en más de una ocasión me valió de intermediario.
Pequeño currículum
Empecé en 1975 con la extinguida "Coros y Danzas de la
Sección Femenina" en Santa Cruz de Tenerife. Al poco tiempo de entrar,
hicimos un viaje de 40 días de duración por la Península. Con anterioridad no
había tenido ninguna relación con la música tradicional ni con el baile. Al
llegar de este viaje, "Coros y Danzas" de la capital
desapareció.
Junto con otro compañero, que había hecho también esa gira,
confundamos "Verode". Allí estuve dos años. Luego pasé a la
"Masa Coral Tinerfeña" y más tarde a "Los Majuelos", donde
estuve desde el 79 al 89.
En 1989 me propusieron dirigir esta Escuela Municipal. Consideré
que no era ético dirigir a un grupo, mientras que por otra parte era
responsable de la posible contratación de grupos, y abandoné Majuelos.
Pero Los Majuelos llevan más años...
Sí, lo que pasa es que nació como una pequeña parranda que se
fundó en 1968. Posteriormente se convirtió en un grupo masculino, al estilo de
Los Sabandeños. Incluso adoptaron la manta y tocaban los mismos temas (estaban
dirigidos por un componente de aquel grupo).
Llegó un momento, las copias siempre suelen ser malas, en que el
grupo se replanteó la situación y me llamaron. Intenté introducir nuevos
elementos en su dinámica, porque primaban los grupos masculinos estáticos. Y no
es que fueran elementos nuevos en la música tradicional, pero sí en la
folclórica: presencia de la mujer, la danza y, sobre todo, el tema de la
vestimenta tradicional, que no estaba contemplado en los grupos de la época
(Chincanayros, Verode, Sabandeños...[Tenerife], Sancochos, Gofiones...[Gran
Canaria]), y otros muchos que surgieron al amparo de los iniciadores, Los
Sabandeños.
¿Cómo se produjo la entrada en el folclore?
Mi incorporación a este mundillo fue casual: pasar por el local de
ensayo de Coros y Danzas, oír tocar, entrar para ver qué era aquello... Y lo
que también ocurre ahora: como hacía falta gente, me apunté y aquí estoy.
Y en esa renovación de Majuelos, ¿tuvo algo que ver Juan de la
Cruz?
De entrada quisimos formar un cuerpo de baile y quitarnos la
manta. Esa fue nuestra primer pretensión. Pero nos planteamos, ¿qué podíamos
ponernos? Tenía claro que no iba a ser el traje negro de la zona de Santa
Cruz-Laguna ni el de La Orotava. Eso me parecía partir de una base falsa: la
uniformidad, que no se ha llevado en ninguna de las culturas tradicionales que,
al menos, yo conocía. Alguna idea tenía al respecto por mis estudios de
Geografía e Historia, que me habían introducido en las costumbres del folclore
tradicional. Afortunadamente, me encontré con Juan de la Cruz. Me reafirmó en
mis planteamientos y nos orientó. Apoyó la idea y nos documentó sobre el
particular.
¿Es la Escuela un aula de enseñanza o lleva implícito algo más?
¿Se compone de varias secciones? ¿Hay dentro de ella un grupo estable?
No, aquí no funcionamos como grupo. Por una razón:
La Escuela se crea en base a una demanda que existía en aquellos
momentos. Fue en 1985 cuando el entonces
alcalde Manuel Hermoso me pide que presente un proyecto destinado a atender la
demanda de conocimientos sobre música, danza y vestimenta tradicional. En Santa
Cruz existía, a diferencia de Adeje y Arona, ejemplos que tú me has puesto,
multitud de grupos folclóricos. No hacía falta crear otro más, para competir
con el resto.
Los objetivos eran:
1º. Apoyar lo que había.
2º. Realizar una labor
pedagógica y didáctica acerca de cuáles podrían ser las mejoras posibles a
aplicar a estos grupos ya constituidos.
3º. Enseñar a aquella gente que quisiera formar otros grupos o
incorporarse a los ya existentes.
La labor, pues, era formativa, potenciadora y recuperadora. Santa
Cruz es muy grande y todavía quedan, afortunadamente, muchas manifestaciones de
gran interés etnográfico. El proyecto estuvo, sin embargo, casi cuatro años
esperando a que se le diera el visto bueno. La ubicación física de la Escuela
está en el Barrio de la Salud, pero lo que pretendemos, dada la extensión del
municipio, es intentar llevar la cultura tradicional a todos los barrios donde
se demande. Centralizar la idea hubiese sido matarla, acabar con los parámetros
que se había previsto y por los que se había fundado: nosotros ir a los vecinos,
no al revés.
¿Y se está atendiendo realmente a todos los barrios?
El año de nuestra mayor expansión, que fue el 93, atendimos al 62%
de las Asociaciones del municipio, bien en música, danza o artesanía, y cerca
del 70% de los centros docentes de E.G.B., con un total de 5000 alumnos
mensuales. Empezamos, normalmente, con muy poquitos, unos 200. Pero en apenas
dos años, pasamos a más de 2000.
¿Se comprometen a algo las Asociaciones o Colectivos que soliciten
estos servicios?
Lo único que aportan es un salón de ensayo y una convocatoria que
hacen entre sus asociados. El resto nos corresponde a nosotros: material,
monitores... Es, pues, totalmente gratis.
Por algunos cursos monográficos que se hacen aquí, en el centro
coordinador, sí se cobra una cuota módica. Ahora mismo estamos llevando a cabo
cuatro talleres por los que se paga 1000 ptas.
¿Hay algunas Asociaciones que no han querido acogerse por tener ya
algún grupo organizado?
Sí, hay unas 120 Asociaciones de Vecinos, de las cuales atendemos,
aproximadamente, un 60%. El resto prefiere otro tipo de actividades. El
Patronato de Cultura tiene una oferta muy amplia de actividades. Lo que engloba
la cultura tradicional está ocupando el primer lugar en demanda del número de
alumnos. Pero hay quienes prefieren corte y confección o inglés o mecanografía,
antes que baile o instrumentación
¿Están todos los grupos radicados en Asociaciones de Vecinos o
existe otro tipo de entidades?
A raíz de la fundación de la Escuela y el comienzo de la labor de
asistencia de los monitores, se han formado nuevos grupos en algunas
Asociaciones. Pero sí existen otros muchos de carácter completamente
independiente. A esos también les asesoramos cuando quieren aprender algún
baile, sacar otro tipo de vestimenta, investigar sobre algún aspecto musical.
Bien vienen ellos aquí o solicitan nuestra presencia.
¿Existe mucho material que se haya rescatado?
Algunos de los barrios de Santa Cruz son eminentemente rurales
(Llano del Moro, Cordillera de Anaga, Taganana, Afur, Roque Negro...). En estos
lugares quedan todavía estilos y géneros, que, de no ser aquí, ya se han perdido,
no solo en Santa Cruz, sino en toda la isla. Así nos hemos encontrado con:
Un auto sacramental de los Reyes Magos en Taganana, un pasodoble
anaguero, un estilo de malagueñas corridas, muy raras, también en Anaga (cuyos
parientes más próximos están en Fuerteventura o Lanzarote). Un estilo de cantar
seguidillas o folías en Llano del Moro y Taco, totalmente diferente. Incluso en
el propio casco de Santa Cruz, esponja de un éxodo rural evidente, nos hallamos
con temas propios de esos lugares de origen (Gomera, La Palma, Fuerteventura).
¿Qué opinión te merece, al hilo de lo anterior, las
consideraciones de algunos grupos de no interpretar temas de otras islas?
Debemos partir de la base que hay una cultura tradicional muy
desconocida. Fundamentalmente Tenerife no es otra cosa que una isla, y aquí ha
llegado todo. Por lo tanto está sujeta a las mismas oleadas musicales,
artísticas e indumentariales que el resto de las islas. A Tenerife llegó lo
mismo que a Lanzarote o El Hierro. Cierto es que cada isla tiene sus
peculiaridades. Por eso, el repertorio común de los grupos es muy cortito. Hay,
no obstante, constancia de géneros que habiendo desaparecido aquí existen aún
en otras islas.
No debemos caer en chauvinismos caducos, porque, de seguir así,
"El tango de la Florida" habría que bailarlo solo allí. No coincide
lo que conocemos ahora, con lo que se tocaba y bailaba hace 150 años. La mayor
parte de los géneros, música y danza son comunes a todas las islas. Aunque existe una
serie de temas propios de cada isla y que son muy respetables. Y para poder
interpretarlos hay que hacerlo con sumo cuidado y respeto.
Seguidillas, malagueñas, isas, sorondongo... existieron –y
existen– en todas las islas, porque fueron producto de sucesivas oleadas
perfectamente documentadas. No debemos, ni en esto ni en otros casos, mirarnos
continuamente el ombligo, creyendo que lo de nuestra isla, nuestro pueblo,
nuestro barrio, nuestra calle o el patio de nuestra casa es lo mejor y lo
único. Formamos parte de toda una corriente cultural muy importante. Y en la
diversidad está la tradición.
Debemos diferenciar entre música tradicional y folclore. La música
tradicional es aquello que nuestros antepasados bailaban y tocaban, y que la
utilizaban como un medio de expresión. Cuando esto se ha reconvertido para
subirlo a un escenario, para darlo a conocer, ha pasado a ser folclore.
La creatividad existe. En música, como en cualquier otra faceta
del arte, cada cual siempre pone algo de su propia cosecha. El estancamiento no
existe. Que sea bueno o malo depende de la filosofía de cada cual. Pero existe,
eso es indudable.
La alteración vale porque existe; no podemos tacharla, ignorarla.
Lo que ocurre es que hay que hacerla bien. Si se crea, o se recrea, algo, decir
siempre de dónde procede y a qué se ha acudido para hacerlo.
(Continuará)
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