Miércoles, 22-01-25
Hoy, día de San Vicente, / en nuestro pueblo es festivo / y
baja por tal motivo / el pendón con mucha gente. / Me viene ahora a la mente, /
que hace ya cuarenta eneros, / sin tantos ruidos fiesteros, / lo hicieron unos
ediles / casi, casi juveniles, / sin trajes y sin dineros.
Qué años de sacrificios, / guiados por la ilusión, /
compaginando la acción / y sin buscar beneficios. / Alejados de bullicios, /
primero nuestro trabajo / ─hoy
serías un guanajo─ / que
junto al ayuntamiento, / no dejaban un momento / para el rato de relajo.
Imposible hoy se antoja / explicar a un liberado / aquel
quehacer esforzado / que no era una milhoja. / Resulta una paradoja / la odiosa
comparación: / lo que antes era acción / se convirtió en echadero / y dicen que
no hay dinero, / mentirosos del copón.
Como estamos jubilados / concejales, funcionarios, / no nos
menten los horarios / que se ponen encarnados. / Y si siguen empeñados / en
llamarnos obsoletos, / asuman aquellos retos; / pongan luego en la balanza, /
por si existe semejanza, / los resultados concretos.
Jueves, 23-01-25
Corría mil novecientos, / con el año ochenta y cinco, /
cuando en pleno y con ahínco / confirmamos fundamentos. / Se dijo a los cuatro
vientos / que trabajo y más trabajo, / compromiso que contrajo / aquel grupo
ilusionado, / por entero dedicado / a echar horas a destajo.
Si te digo que perdimos / dinero en el compromiso / ─permíteme este inciso / de que
abocados nos vimos / y que Seguro tuvimos / pagándolo en Santa Cruz─ / lo mismo da repelús / aquellas
dedicaciones, / con tantas atribuciones, / sin derecho a ningún plus.
Pero las bases sentamos / y los que vinieron luego /
tuvieron surtido el riego: / cogieron lo que sembramos. / Sin embargo,
comprobamos / que hasta el otro extremo fuimos / y aquello que nos perdimos, /
ahora son las ganancias / de los que ocupan estancias / que entre todos les
pagamos.
Por lo tanto no admitimos / lecciones de casi nada, / ni
traten de denostada / la época que vivimos. / El vacío que cogimos / se llenó a
pasito lento, / sin la foto y aspaviento / ni exceso de propaganda; / atendimos
la comanda / de un pueblo que estaba hambriento.
Cuarenta años después / orgullosos nos sentimos, / pues los
cimientos pusimos / a pesar de la escasez. / El tiempo, que hará de juez, /
constancia dará a la historia / y dejará en la memoria / de cada cual el legado
/ ─erróneo o acertado─ / fijando la trayectoria.
A modo de conclusión:
Si hay que reivindicar el ingente trabajo de las primeras
corporaciones democráticas en el ámbito local, rompo una lanza en favor de
aquellos que no solo se limitaron a poner primeras piedras, sino que levantaron
edificios. Y ahí están. Sirviendo. Y dentro de ellos, felizmente acomodados,
otros sirviéndose. Y jactándose de que hacen mucho y curran más. Ignorantes.
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