miércoles, 14 de octubre de 2009

Cercanías

El título puede hacerles pensar que quiero seguir con el tema de ayer (los trenes). Y podría, porque la línea del Sur tendrá sus ramales. Y con unos vagones más chiquitos subiremos empinadas cuestas y llegaremos a cualquier rincón (de Fasnia, por ejemplo). Mi amigo Rafael, alcalde Güímar, tiene su conexión bastante avanzada. Y mi amiga América está de un contento subido. Podrá ir a su trabajo (habrá una parada en la puerta del IES), dejar su ‘peugeot’ en el mecánico de siempre, y volver con toda comodidad hacia la capital o rumbo a Los Roques, que en ambas direcciones las frecuencias serán abundantes. Así que, Isaac Valencia ve cada vez más cerca su túnel de Aguamansa, con peatonal incluido para los romeros de Candelaria.
Pero no, voy a quedarme por estos contornos, por estas otras cercanías. Me llama la atención –hace meses que se metió la matraquilla en el cerebelo– una señal informativa que existe en la denominada ‘Travesía del pino’, en Realejo Alto, en esa carretera que te lleva al guanche de Icod el Alto, en la que se indica que se acaba Los Realejos. Sí, esas que tienen la raya roja atravesada. Finalizará, si les apetece, Realejo Alto, pero Los Realejos… ¡Cómo va a ser eso, si quedan unos buenos cuantos kilómetros hasta Barranco Ruiz! Tendrá alguna explicación, pero el menda no lo entiende.
Dos aclaraciones. Primera: hasta hace poco había en el tramo referenciado dos hermosos ejemplares de pino. Uno se secó (o lo secaron, que todo es posible). O se quemó en solidaridad con la calle El Medio, que en estos últimos años está alcanzando fuerte ‘quemada’ de la calle El Sol (eso se escucha por los mentideros consabidos) ese famoso tres de mayo. Por lo que, mira por dónde, ahora está bien: ‘Travesía del pino’ (singular). Segunda: aludí al guanche, escultura ‘hermana’, aunque no se lo crean, del ‘Monumento a los molinos’ (más conocido por estos lares como ‘monumento al coño’), y viene a ser –lo he manifestado en otras ocasiones– el elemento artístico más fotografiado –y envidiado– de todo este mundo mundial. Aunque requiere ya un buen fregado: está demasiado manoseado. Puede que sea conveniente colocar una escalera para toda persona humana que quiera subirse a posar junto a sus atributos físicos. De lo contrario, uno de estos días se queda sin apéndice (¿se dice así?).
Para que se hagan una idea, en la foto, que he bajado de www.panoramio.com, pueden establecer comparaciones con el parapente (o parapentista). Creo que la expresión que pretendió argumentar la autora, Carmen León, se ha tornado en tremenda queja del homenajeado, cuando se echa las manos a la cabeza y exclama: ¡déjenme ya, se me va a desvarar!
Finalizo. Ignoro si la autora se habrá puesto en contacto con el ayuntamiento realejero para aclarar la situación de la escultura que estaba al lado de Correos. Dicen por ahí que se halla en un estado lamentable y otros artistas la han tomado como punto de mira para sus grafitis. Este pueblo…
Hasta mañana, si a bien lo tienen.

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