viernes, 11 de diciembre de 2009

Absentismo laboral

Tras la última reunión del Consejo de Gobierno (pasado martes), el portavoz de tan selecto grupo de canarios ilustres vino a manifestar que el “absentismo laboral sin justificar de los funcionarios en la administración pública se cifra en un 15%”. Quiero imaginarme que Paulino Rivero, José Manuel Soria, José Miguel Ruano… se hallan en situación de ‘servicios especiales’, porque, eso me han dicho, también son funcionarios. Bueno, Paulino lo fue un fisquito arriba en Ravelo, luego bajó al pueblo (al ayuntamiento) y comenzó una meteórica ascensión (no a la escuela) cuya meta está aún por descubrir.
Hago cuentas: si en Canarias hay, por ejemplo, 25.000 funcionarios, significa que 3.750 de ellos no acuden a trabajar, y nadie, absolutamente nadie, les pide explicaciones. Porque faltar al curro exigirá al susodicho alegar algo. Vamos, digo yo. El Reglamento Orgánico de Centros (ROC), del que algo conozco por razones obvias hasta hace escasos meses, contempla un régimen disciplinario en el que se tipifican faltas leves, graves y muy graves. Y los directores de los centros docentes deben remitir cada mes la relación de profesores, con indicación expresa de cómo transcurrió su asistencia. Exactamente igual que se hace con el alumnado, ni más ni menos.
Si ayer comenté que a este paso sobran los políticos y que pueden ser perfectamente sustituidos por empresas con buenos gerentes al frente, hoy ya no sé qué pensar. La torpeza de quienes nos dirigen ha llegado a tal extremo, que toda explicación que pretenda darse o buscarse va más allá de lo que en cualquier otra faceta pueda considerarse lógica. Entre indemnizaciones millonarias (en euros), las campañas de Rita, las componendas conejeras, las demandas judiciales sorianas, la descatalogación de especies… ¡Idea! ¿No es una especie o casta eso denominado clase política? Me temo que no. Sería algo así como pretender que lo ilógico se rija por criterios normales. Y no podemos olvidar que estamos jugando con palabras mayores, con sujetos anormales, no guiados por los cánones que pautan los comportamientos de los mortales comunes y corrientes. Ellos son, llana y simplemente, inmortales: dioses.
Como compruebo que el Consejo Escolar de Canarias es el órgano con más cambios en esta todavía comunidad dependiente de la metrópoli (ver cualquier BOC al uso), propongo miembros con experiencia y con tiempo para la dedicación casi exclusiva. ¿Lo cogiste, Milagros, o te lo explico con una metáfora, símil o comparación? Háganle, please, llegar mi ‘localizador uniforme de recursos’. Va a ser que no.
Saludos cordiales.

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