domingo, 24 de enero de 2010

Agradecimiento

Decía –escribía– ayer que el ayuntamiento realejero, debido a la crisis, no podía colaborar en la nueva edición de ‘Pepillo y Juanillo’. Pero también ayer en la mañana recibo atenta comunicación de Francisco Linares, Teniente de alcalde y concejal delegado de Cultura del ayuntamiento de la Villa de La Orotava en la que me notifica que “tengo a bien comunicarle que nos complace participar en ese proyecto”. Me parece prudente omitir cantidad y número de ejemplares porque aún estamos en la fase de elaboración. Pero no puedo obviar la satisfacción que me ha producido la noticia (jamás el ayuntamiento villero me ha dado la espalda ante requerimientos de similares características) y desde ya anuncio que, si la editorial no estima otra cosa, que la presentación de esta edición se hará en algún local orotavense. El que me indiquen o el que crean conveniente. Espero que las empresas que se han sumado a la iniciativa, y a las que, asimismo, agradezco la inestimable aportación, tampoco pongan objeción al respecto. Las vinculaciones de quien suscribe con La Orotava son bastante significativas tras los años de docencia (y residencia) en la Barriada de San Antonio y los bastantes ligados al núcleo de La Perdoma. A uno, que lo critican hasta por lo que no ha hecho, le llena de orgullo el que el todavía alcalde villero, Isaac Valencia –cumplimos años el mismo día del mismo mes; él algunos más: lo siento, viejo–, me haya dicho en varias ocasiones (ahora hablamos menos): tú tenías que haber seguido. Y he seguido, pero en otros menesteres.
Ayer fue un día de sorpresas. Manifestaba mi poca confianza en las decisiones judiciales. O, mejor, que el escepticismo se pueda estar apoderando de la sociedad con sentencias que alcanzan el calificativo de raras. Porque, recuerden, he sostenido que la libertad de informar y/o opinar no puede ser la patente de corso para arremeter contra todo el que ose no comulgar con mis planteamientos. Y me apenaba aún más el que algunos letrados –no tengo yo muy claro eso de letrados– se sumaban al carro de las descalificaciones con una alegría digna del mayor de los repudios. Por lo tanto, satisfacción –iba a poner regodeo, pero me contuve– y una inyección de moral para estados de ánimo medio calamitosos. Muy inteligente la postura del fiscal al indicar que si también en el ámbito familiar se utilizan esos modos de hablar.
Como hoy es domingo, lo dejamos. À la prochaine.

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