viernes, 22 de enero de 2010

¿Qué justicia tenemos?

El Tribunal Supremo absuelve al ex presidente de la Audiencia Provincial de Las Palmas del delito de actividades prohibidas a funcionarios por el que había sido condenado por el Tribunal Superior de Justicia de Canarias. En resumen, si estás metido en un lío pero tienes amistades que te pongan en contacto con quien te va a juzgar, asunto arreglado. ¡Ah!, pero debes explicarlo clarito y sencillo, sin enrollarte. Para que no se predisponga la gente que pueda escucharte en tu contra.
A dos periodistas de la SER los condenan por ejercer su derecho a informar. Mientras, escuchas cada cosa por ahí –insultos, calumnias, invenciones, mentiras y vejaciones– que te preguntas, de coñas, qué justicia tenemos. Y, aun asesorados por letrados –¿bebidos?– (la creación de unos círculos de opinión sesgadas da lugar a que se contrarresten con otros que suelen utilizar armas parecidas), con unos circunloquios de no te menees. Y en esto estábamos cuando apareció Hilario dando piñazos a cuanto godo halló a diestro y siniestro. ‘Si lo tranco en la calle de frente’. Chacho, eso ya yo lo había oído. Son los trasvases de la erótica del ordeno y mando. ¿Se habrá enterado el teniente de alcalde santacrucero de que a Paulino, hace más bien poco, también lo llamaron godo? ¿Por contagio? Pero eso en Canarias no es un insulto, debe ser un piropo.
Sardá y Boris fueron condenados cuando andaban con ‘Crónicas marcianas’ porque Cascos los denunció argumentando que habían traspasado el derecho a informar con una clara injerencia en su intimidad familiar. Ahora han sido absueltos por el TS. Creo que por magistrado distinto al de párrafo precedente. ¿Prevalece el derecho a informar sobre todos los demás? En lenguaje más prosaico: ¿puedo informar de algo que hizo el alcalde de mi pueblo, pero a cambio de ponerlo a caer de un burro y metiéndome con su familia, mero ejemplo?
Y me pregunto yo a todas estas que si la Justicia no debe ser una, aunque la interpreten varios. No, parece ser que no, y según se levante u opine su señoría, a saber, el que administra, tendrá el administrado su veredicto o fallo. Conclusión: es mucho mejor hablar con él antes. No por nada, sino por irlo conociendo, mejor, ir percatándose de sus posibles reacciones y arrebatos. Cualquiera puede tener un mal día y no siempre el paracetamol hace milagros. La justicia es ciega, pero algunos juristas deben ir al oculista, porque la imparcialidad, qué difícil, no se mide en dioptrías.
Por lo pronto guardo buenas relaciones con Cristóbal, por si acaso. Y en La Longuera tengo, por si acaso también, dos ‘viejas’ amistades con dos jóvenes (mucho más que yo) señoritas, por si la causa se eleva a instancias superiores.
Bueno, fin de semana a la vista. Y como hoy es San Vicente, realejeros, a divertirse, que bastante tenemos con la crisis como para estarnos preocupando con los vaivenes judiciales.

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