De comentarios anteriores saben los ojeadores de este blog que un servidor siente especial predilección por La Gomera. Allí recalo al menos una vez cada año porque necesito perderme por sus senderos y respirar aire marino en los paseos nocturnos por La Villa. Y creo tener allá amistades de todos los signos políticos. Con las que hablamos también de la gestión municipal y criticamos, si menester fuere, actuaciones, situaciones y otros embrollos de mayor o menor porte. Suelo acudir en épocas en las que la masificación no sea una constante. Difícilmente me hallarán por aquellos lares en verano o Semana Santa, por ejemplo. Tampoco he recurrido a momentos de Fiestas para la visita de rigor.
Cada vez que voy, no sé si esto es publicidad, me alojo en los Apartamentos San Sebastián, que regenta Manolo Arteaga. Y como en La Gomera la política se vive de una manera especial, de vez en cuando el hombre se mete en algunos fregados, dada su condición actual de consejero del Cabildo, y antes concejal en el ayuntamiento capitalino. La mayoría de instituciones en la isla colombina tienen gobiernos socialistas. Partido en el que uno militó en años idos para siempre. Pues las conversas son de lo más amenas. Al igual que las suelo mantener con Nicolás, primer teniente de alcalde en Alajeró, o con Pedro, allá en su San Juanito de Playa de Santiago, y que un día se le ocurrió concurrir en una lista del PP.
Pero a lo que dicta el titular: hubo fiesta grande hace dos días. La plana mayor gubernamental de estas ínsulas ultraperiféricas (La Gomera lo es más) decidió pasar una jornada agradable. Muchísimos políticos fueron a darse un garbeo y tomaron la dirección de Los Chejelipes. Pero no llegaron a la presa. Recalaron en el nuevo hospital (Nuestra Señora de Guadalupe) y decidieron, por fin, inaugurarlo. Por cierto, su coste, entre construcción, acceso y terrenos, ascendió a casi 47 millones de euros. ¿Mucho? Lo ignoro. Si me pareció carísima la fuente de Oswaldo, ¿qué quieras que te diga?
Del periódico Gomera Verde, que ha tenido a bien colocarme algunas fotografías en una de sus secciones, me he permitido la osadía de ‘robarle’ una de su álbum de la inauguración e incrustarla en la presente entrada. Por cierto, ¿qué haces ahí en mangas de camisa, Manolo? Mira que se enfada Paulino y luego me dices que la tengo cogida con él.
Los que más contentos deben estar son los vecinos de El Molinito (amiga Pilar, no te podrás quejar ahora) que lo hallan a tiro de piedra (como dicen los palmeros). Vayan a la secuencia fotográfica del periódico digital antes citado y coincidirán conmigo en que las elecciones se encuentran a la vuelta de la esquina. Comienzan los escarceos, que decíamos ayer en este blog, y nadie quiera perder la oportunidad. Deduzco, Manolo, que en las próximas no te vas a presentar.
Pues sí, La Gomera fue una fiesta. Y bastante que me alegro, porque todo lo que signifique una mejora en este campo de la sanidad debe congratularnos a todos. Pero el edificio no lo es todo. El caso del fallecimiento en Hermigua está aún muy reciente y nos llena de dolor. El equipamiento, material y humano, se nos antoja fundamental. Ojalá haya llegado el día en que algún medio de transporte no tiene que salir pitando para Tenerife. Porque ejemplos de incertidumbre y penurias han conformado la historia de un pueblo secularmente abandonado.
Acaba de pasar por encima de casa otro helicóptero. La dirección que traía no me pareció de procedencia gomera. Así que no debía ser el que nos estamos imaginando. En el instante transcurrido desde que salí a mirar y el retorno a este ordenador, el fondo de pantalla (una preciosa vista panorámica de San Sebastián con Tenerife al fondo) hizo acto de presencia. Me reconforté y di por concluido el presente. Les deseo la misma felicidad que deberán mostrar los gomeros en estos instantes. Hasta la próxima.
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