miércoles, 14 de abril de 2010

Gente Radio


Con motivo de la próxima presentación de “Pepillo y Juanillo” he tenido la oportunidad de darme un salto a varios medios de comunicación. Ayer en la mañana correspondió el turno a Gente Radio. Allí, como siempre, soy bien recibido y mejor tratado. Debe ser que el amigo Manolo Lorenzo (Eleuterio Manuel Lorenzo Sosa), que ha estado metido en dieciocho mil berenjenales más que yo, y ya es decir, me ha transmitido siempre que allí tengo también mi casa. Hasta me ponen un vasito con agua, por aquello de los nervios.
Así que, a eso de las diez se encontraba un servidor en la zona de El Salto del Barranco, por donde en el final de la década de los sesenta del pasado siglo, contemplábamos la increíble cantidad de agua que corría hacia el mar y que a punto estuvo de llevarse la barriada. Esta sección de ‘aconteceres’ puede ser narrada, porque uno goza con la ventaja de tener unos cuantos años a las espaldas, algo que otros muchos consideran un lastre (una total falta de ignorancia, que diría el gran Cantinflas).
Allí estuvimos buen rato contando las peripecias de estos dos hermanos que se ‘criaron’ en medio de plataneras hace unas cuatro o cinco décadas. Y cuyos ‘flamantes’ juguetes podían consistir en un cacho de palo, una lata oxidada de sardinas, los restos de las gomas de aquellas lonas blancas que constituían el calzado de la época o un trozo de verga con la que se amarraban los plantones para que el viento no hiciera de las suyas. Carencias notorias que incrementaban satisfactoriamente una imaginación a prueba de bombas. Sí, eran otros tiempos. Peores, y mucho, que los de ahora mismo, pero en los que la candidez y la inocencia suplían adelantos que nos han llevado al apoltronamiento, al colesterol y a entretenernos en vicios que no nos convienen.
Me valió la ocasión para escuchar al Dr. José Vicente González Bethencourt en un significativo repaso a la actualidad. De la que destaco la desgracia habida con el accidente del avión ruso en el que fallecieron varias decenas de personas, entre ellas el propio presidente polaco y otros altos representantes gubernamentales. Y manifestaba José Vicente la conveniencia de diversificar los transportes, al estilo de las monarquías, para que no viajen todos juntos. Y medité algo y pensé que ojalá no lo estuvieran escuchando Paulino o Soria, quienes se hallan echando un pulso para dilucidar cuál de los dos es más austero. Observen ustedes que en las últimas inauguraciones van de la mano a todos lados. Bien se quieren.
Pero lo que sí me extrañó sobremanera es cuando el Dr. Bethencourt señaló lo mucho que se ha avanzado en las técnicas quirúrgicas, que permiten el que un operado de vesícula, por ejemplo, se marche en ese mismo día para su casa, y así evita el “riesgo de quedarse en el hospital pues puede coger una infección”. Chacho, me dejó patinando. Es decir, ‘no vayas al médico porque te puedes poner malo’. Menos mal que al único que le pasó algo en mi ficción literaria fue a Pepillo, que se hizo una ‘rajeta’ en la cabeza cuando le fue -igual que siempre, corriendo como un loco-  a buscar perejil a su madre y se cayó de narices. Y eso, en aquel entonces, se curaba con cualquier ungüento casero.
Permítanme que con el reconocimiento a este medio de comunicación, Gente Radio, pueda simbolizar mi agradecimiento a todos cuantos están apostando por el fomento de la cultura, por aportar granos de arena a que la gente lea y se instruya. Y los voy a nombrar: hasta ahora, El Día Tv, Radio Realejos y Radio Arena, amén del mentado y que da título a esta entrada de hoy. A todos ellos, mi gratitud y afecto. El haberme invitado a platicar un rato me hace sentir feliz y contento. Ojalá que el 23 de abril, Día del Libro, podamos pasar unos minutos agradables en el viejo cine perdomero. Y al tiempo, promocionar un fisco a la Agrupación Folclórica de Higa, colectivo que como otros tantos, están pasando por instantes ‘flojos’. Y una trayectoria tan larga y fructífera merece nuestro más firme y decidido apoyo. Cuento con la complicidad de ustedes.
Ya saben, a mandar. Hasta mañana.

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