jueves, 22 de abril de 2010

A Lola Barroso y otros varios


Suelo caminar bastante por la zona de San Jerónimo y San Nicolás, a caballo entre Puerto de la Cruz y La Orotava. Y transito, obviamente, por el pequeño parque donde se halla la ‘Mano Amiga’, que fue ubicada en homenaje a Lola Barroso, una vecina ejemplar, y a la que, hace bastantes años, dediqué un acróstico que fue publicado en el libro “Entropía”, y que transcribo seguidamente: Los que fueron tus vecinos / Obligados se sintieron; / La mano que te ofrecieron / Antes marcó sus destinos. / Bienvenida una vez más / A tu barrio en el recuerdo; /Regalaste siempre paz, / Rodeando de consuelo / O animando al enfermo. / Siempre presente estarás / Obsequiando desde el Cielo.
Pues bien, en las respectivas pateadas he observado casi siempre a unos animales deambulando por aquellos contornos. Y no me refiero, que también, a los que como yo solemos dar largos paseos cuando disponemos de ratos libres, sino de gallinas, gallos, patas y patos, que tranquilamente corretean asimismo. Viene a resultar que vaya usted a saber qué desaprensivo ha estimado conveniente cambiarlos de lugar. Y la Asociación encargada del mantenimiento del entorno ha denunciado que los han robado desconociendo con qué aviesas intenciones. No me gustan demasiado las premoniciones (ya me hubiera sacado una de seis en la Primitiva), pero si alguno de los animales sustraídos pudiese todavía hablar, manifestaría que les repetí hasta la saciedad que se echaran para adentro porque un día los iba a trincar un coche. Pues no, un coche no, pero los han trincado y bien.
Uno que se crió en medio de plataneras y animales se pregunta, no obstante cómo no escucharon nada los que viven por los alrededores, porque algún escándalo debieron producir en el momento del hurto. En fin.
Y hablando de gallinas, postura cobarde la del enchufado Willy García al quedarse toda una tarde en el Parlamento encerrado ante la sospecha de que ‘los verdes’ le dijeran algo. Temió ser objeto de una grabación como la que circula por ahí de Paulino Rivero. Mientras, nos hemos tragado dieciocho mil programas de ‘En clave de ja’, treinta y cuatro mil ‘Destiladeras’ y ciento catorce mil telediarios enlatados. Con lo bien que yo me lo pasaba con Estíbaliz y Roberto por las mañanas. Pero claro, el universitario de la calle es el dueño del cotarro y no piensa mediar en el conflicto. Si tiene que desmantelar otros medios de comunicación, chequera al canto, que para eso estamos los paganinis.
Ya que osé inmiscuirme en los resbaladizos terrenos de los medios de comunicación, cierta emisora televisiva local, que estuvo muda durante larguísimo periodo, ha resucitado con los reportajes de la Bajada acaecida en El Hierro en julio pasado, en la que el romero Paulino tragó tierra como un bailarín más y chupó más cámara que la propia Virgen. Me recordó otro en el que pudimos contemplar a Ricardo Melchior, trípode en ristre, recorriendo unos veinticinco metros, centímetro arriba, centímetro abajo, por las faldas de El Teide y publicitando a otro empresario, también ‘colocado’ en la Autonómica. A la que, miren por donde, han puesto a caer de un burro en otra, y que ahora, por mor de vaya usted a saber qué, ha ganado en prestigio hasta límites insospechados merced a otro fichaje estrella.
Entre estos detalles y la Convención de Coalición Canaria, único conglomerado político capaz de sacarnos del lugar donde ellos mismos nos han metido –fueron dejando granos de millo para encontrar el camino de regreso–, nos hemos ido entreteniendo estos últimos días, en los que, parece, se disipan los nubarrones de ceniza (no me refiero por esta vez a la Consejera de Turismo) y los aviones pueden, poco a poco, surcar los cielos. Me han soplado que los rotores de los helicópteros no han padecido tanto.
Bueno, amigo visitante, me voy a caminar. Si encuentro alguna pista sobre el paradero de las gallinas, lo pondré en conocimiento de la autoridad competente. Mañana es Día del Libro. Hasta entonces.

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