viernes, 14 de mayo de 2010

¡Chiquito revoltillo!


Vaya paisaje tenemos en esta piel de toro (exceptuando Canarias y Baleares). Sí, en todos los sentidos. No sólo de la silueta que, dicen, se asemeja al cuero del animal últimamente puesto en cuestión, sino de la grave crisis por la que atravesamos. En Baleares porque, parece, que los dineros que faltan corren a cuenta de un tal Matas. En Canarias, porque Rivero y Soria sabían esto desde hace unos cuatro o cinco años. Y en el marco competencial de la Comunidad ya se habían puesto los parches de rigor, por lo que el turismo (pese a la nube de Rita) va viento en popa, el paro apenas ronda el uno por ciento de la población (política) activa y los altos cargos, asesores y enchufados varios fueron reducidos, hace la tira, a la mínima expresión. Si Zapatero nos ha llenado la cachimba, los jefes de estas ínsulas nos revuelven las tripas. Y el horizonte que se vislumbra no ofrece mejores garantías. Tú imagínate que las próximas generales las gane el PP. Chiquito cambio va a suponer Rajoy. Y temblando estoy si se lleva a los Madriles a don José Manuel. Con el tiempo los expondremos, a ambos dos, en Mogán, junto a cafeteras, sillas, mesas y otros cacharros de cualquier cocina. Sí, por El Molino, más o menos. Qué oportunidad tiene la grey política para predicar con el ejemplo. Aunque se haya dejado transcurrir demasiado. Aquello de nunca es tarde nos vendría de perillas.
Las entrevistas de Manolo Artiles en Mírame TV producen asco. Bueno, él dice que son entrevistas. Como no ha cogido en su vida un manual en el se expongan las características que debe tener tal género periodístico, yo digo que es la babosería más grande que te puedas tirar a la cara. La última, con la Consejera de Turismo, nuestra singular Rita Martín, me recordó las andanzas y virajes de otro progre del oficio, con apellido parecido al del presidente bolivariano, que tras ponerla a caer de un burro, la elevó a las altares por sus indudables logros en pro de que la nube se disolviera en el Atlántico. Chiquito ganado tenemos metido en sótanos y garajes.
Por Valencia no parecen ir bien las cosas. Don Francisco, acompañado de la inefable Rita (Barberá), luce su palmito por plazas y rincones. Ya se sabe, diga lo que diga la justicia, yo seguiré aquí, erre que erre. Los trajes me los pagué yo con el suelto que mi mujer (la calderilla de la farmacia) dejaba encima de la cómoda. Y llevar cuatro o cinco mil euros en el bolsillo es algo normal para estos populares que regirán nuestros destinos dentro de bien poco. Eso dicen ellos. ¿El proceso? No se lo cree nadie, ni uno solo de los 45 millones de españoles, dijo Juan Sin Miedo. Son curritos, coño, son curritos.
No parece tenerlas todas consigo el juez Baltasar Garzón. Demasiado tiempo de estrella mediática no podía conducir a nada bueno. Ya se sabe: más alto subió la palma… y al suelo bajó a barrer. Eso se deja para Belén Esteban y otro ganado televisivo, pero la justicia no está para estos trotes. Así nos va. Ni el independentista don José acude a la llamada de Santiago Pérez.
Por el pueblo, al señor alcalde no le corren vientos favorables. Han denunciado el convenio que firmó con el personal de la Avenida de Canarias porque el aumento salarial era excesivo. Me quiero imaginar que se debió a la comparación que estableció con el montante económico de la archiconocida Fuente al Coño II. Y el acuerdo plenario se puede ir a freír chuchangas. Ignoro si la policía municipal se merece o no lo que en el precitado convenio se estableció, pero cuando contemplo diariamente el desaguisado de tráfico existente justo frente al propio ayuntamiento, me digo que algo no funciona. Tanta zona comercial abierta, tanto gasto en farolas y mobiliario para que cada cual siga haciendo lo que le viene en gana. Incluso los propios funcionarios municipales (incluida la policía) ni siquiera cruzan por el paso de peatones para ir a tomarse el cortado en al menos un par de ocasiones en la jornada laboral (no, por la tarde no abren, cuando no trabajan es por la mañana).
¡Ah!, yo también estoy a favor de que le metan mano de una vez a las subvenciones (o como se llame) que se dispensan a sindicatos y partidos políticos. A trabajar todo el mundo. ¿Cómo, te picaste? Pues sepa usted, sujeto cabreado, que tampoco todos los funcionarios son iguales. Ni los pensionistas.
¡Ah!, chiquito revoltillo es, asimismo, el título de unos de los capítulos de “Pepillo y Juanillo”.

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