domingo, 13 de junio de 2010

Ejemplaridad


Difícil lo tiene el matrimonio, en el que ambos cónyuges fuman, para educar a su hijo en el hábito saludable de tener la cajetilla de cigarros lo más lejos posible. Creo que por obvio no merezca mayor comentario. De igual manera deberá procurar el docente que los pupilos que tiene bajo su tutela le imiten en sus actuaciones públicas. Y así podríamos continuar y conformar un larguísimo listado.
Uno, que ahora presume de abuelo, se percata de lo ‘esponjas’ que son los críos. Sobre todo para reproducir los esquemas menos apropiados, a saber, aquellos que se nos escapan en los momentos más inoportunos; léase, gestos indebidos, palabras y expresiones inadecuadas, etc. Lo de aprender a hablar, correr, subirse por los muebles y otras nimiedades varias, creo haberlo comentado hace un tiempo.
Súmale, si a bien lo estimas, porque seguro que lo has vivido, el ejemplo, típico y tópico, del adulto que cruza en la calle por donde le apetezca. Y si lleva de mano a un menudo, mejor que mejor. Y si el coche tiene que pararse un momento, otra vez mejor que mejor. El ejemplo queda servido, y signado, para siempre jamás. Indícale al mozalbete qué es un paso de peatones, para que sirve y cuándo debe utilizarse, y de aquella boquita se desprenderán unas palabras cariñosas que ‘te pondrán de vuelta y media’.
¿A qué viene la ilustración gráfica en la que se ve la fachada de nuestro ayuntamiento?, se preguntarán ustedes. Te lo explico: sitúate en la Avenida de Canarias a la altura del edificio en cuestión. Tú bajas tranquilamente con el coche. Y reproduce la situación del párrafo anterior, pero con un policía municipal que se dirige a la jefatura tras echarse el cortadito en el bar de enfrente (lo siento, pero hoy no toca hacer publicidad). Y tienes, incluso, que frenar algo para que le dé tiempo a la maniobra de cruzar la calle. E imagínate tú –un churro, porque fue verdad– que se trate de uno de los ‘jefes’ del cuerpo. Se te queda el cuerpo chungo, ¿no? A mí sí. Puede que circule yo a horas inadecuadas, pues casi siempre me toca. Cacho suerte la mía. Procuraré cambiar el itinerario de retorno desde la guardería de mi nieta.
Frente a la entrada principal al Consistorio hay un paso de peatones (aunque ya trincaron una vez a un concejal y se lo llevaron por delante). Algo más abajo, cera de la parada de guaguas, otro. Pero falta un tercero. Y ya lo propuse, pero no me han hecho caso. Colóquenlo justo frente a la puerta de la policía municipal. O pongan uno portátil, de quita y pon. Pasa un uniformado, lo extiende. Llega a la acera del bar, lo recoge. Y así. Ganaríamos tiempo y evitaríamos sustos. Y lo que es más importante: predicaríamos con el ejemplo. Porque es feo, tremendamente feo, que un policía cruce por donde le venga en gana. No se muestra como el paradigma que debe ser y, lo que es peor, un día lo van a atropellar y se sumará al amplio capítulo de bajas dudosas que señala el señor alcalde. No le den más disgustos.
¿Tú te imaginas, Juan Manuel, que un día en Radio Realejos dando el parte de incidencias del mes pasado, debas comunicar que tuvieron que atender a un cabo, por ejemplo, por haber cometido una imprudencia a diez metros de su puesto de trabajo? No estaría bien visto. Como tampoco lo está el que ese furgón que traslada a la brigada especial que vigila las salidas de los IES, ciertos días, aparque encima de la acera. Aclaro, lo de ciertos días se refiere a cuando van; el estacionar en la acera es siempre. Porque si lo hago yo, me caen arriba como fieras y me ponen de vuelta y media. Y ustedes son autoridades, a las que los ciudadanos les exigimos que cumplan escrupulosamente con la legalidad. Si no están inhabilitados para hacer que el resto cumplamos. Son asuntillos del más puro sentido común. ¿O no?
¿Entienden ustedes por qué yo no puedo ser político? Pretendo que seamos consecuentes. Y parece que es imposible. Luego echamos las culpas al sistema educativo. Eso, barrer la escalera desde abajo hasta el primer rellano, cuando no hasta la azotea. Así nos va. Hasta mañana.

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