jueves, 24 de junio de 2010

¡Por fin!


¡Qué verbo  tan encantador es este de circunvalar! Indica mi diccionario que significa, referido a un lugar, rodearlo o dar la vuelta a su alrededor. Y que procede del latín circumvallare. Aunque no es del todo cierto, permítanme que manifieste mi regocijo porque ya he circunvalado Toscal-Longuera, ya podemos todos circunvalar ese populoso núcleo costero. Hemos esperado muchísimos años. Fue la obra, creo, más comentada en el boletín informativo municipal La Voz de Los Realejos (hemeroteca al canto). Y ahora, precisamente ahora que se ha concluido, resulta que el BIM se halla en suspenso momentáneo. A unos meses de las próximas elecciones han cortocircuitado la oportunidad de que Ayuntamiento (equipo gobernante) y Cabildo plasmen abundante material gráfico. No hay derecho, grupos opositores. Cercenan ustedes un vehículo informativo –y propagandístico– de primer nivel. Y como la web se encuentra, asimismo, en horas bajas, solo nos queda el recurso de la radio local (y su meritorio blog –felicidades Agomar–), amén de alguna televisión. Qué abusadores son los socialistas y los populares realejeros. Y desagradecidos. Además, los primeros, en sus largos años de gobierno, no hicieron absolutamente nada (Tomás dixit). Ni siquiera, mero ejemplo, el edificio donde asienta sus posaderas cada día. Pero de eso escribiremos otro día.
¡Ah!, recuerdo cuando un servidor y Pepe Segura, a la sazón presidente del Cabildo tinerfeño, inauguramos la ampliación de aquel camino estrecho de El Burgado. Militábamos los dos por aquel entonces en A TI (levanto mis ojos), germen de CC, que es un conglomerado de partidos que existe en estas ínsulas, baratarias y panfletarias, desde que Fernández de Lugo vino a bañarse al Guindaste. Pues, sí, bromas aparte, la deriva de los coalicioneros en la Villa de Viera no tiene parangón con cualquier otro acontecer en este pueblo desde que Bentor se arrojó al vacío por los riscos de Tigaiga. Van con la proa p´al marisco y con la popa p´al Chanajija. Y lo malo es que nos quieren embarcar con ellos. Les aconsejo que hablen con Isaac. Porque cuando el alcalde villero se enorgullece de haber pertenecido a aquellas primeras corporaciones democráticas, que dotaron de servicios, hoy tan elementales como agua, luz y escuelas, se está refiriendo, sin distinción de razas, credos y/o ideologías, a todas las que levantaron los pueblos (fundamentalmente, los altos) del ostracismo en el que se hallaban. Todas, y si quieren, ilustres, los invito a tener una charla con Valencia, yo también voy, en El Bosque de La Marzagana (para que no le quede muy lejos al primer teniente de alcalde, autor de unas ‘sabrosas declaraciones’ en Radio Realejos).
Casi me pierdo. Iba por la variante de Toscal-Longuera (o Longuera-Toscal, si vamos para el Puerto). He pasado infinidad de veces. Las más, caminando, por lo que estuve al tanto de muchos meses de obras. Y como se ha iniciado recientemente el verano –la inauguraremos en unas semanas, cuando conectemos el alumbrado, eso dijo Oswaldo–, esperaré pacientemente hasta el otoño-invierno que comiencen las lluvias. Para que los hechos me demuestren que estoy equivocado. Y que en aquel pronunciado desnivel no se notará en absoluto la cantidad de litros que nos vienen desde lo alto. Que aquellos imbornales laterales se tragarán toda la que corra pendiente abajo. Que allá abajo donde se ubicaba el refugio de animales (una vez dije perrera y casi me matan), no se contemple ni una gota porque todo el caudal fue previamente desviado.
Ayer mismo estaban arreglando algo. Y los operarios arrojaban los escombros al cauce del antiguo barranquillo. Que fue previamente canalizado. Pensé, cuando vi la acción, que seguramente dejaron el hueco muy grande, un tubo de diámetro infinito, e intentaban tupirlo un fisco. Para que el agua encuentre algún entretenimiento. Que no todo va a ser un discurrir placentero.
Eso, y acabo, ojalá me equivoque. Que ustedes circunvalen bien. Hasta mañana.

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