domingo, 4 de julio de 2010

Optimista Valencia


Valencia se presentará una vez más en las próximas elecciones municipales como candidato de Coalición Canaria a la alcaldía de La Villa. Si la universidad privada –su universidad– es una realidad antes de 2015, Isaac dejará paso, presumiblemente, a Linares. Pero mientras tanto eso no ocurra, no piensen, ni por asomo, los delfines que el relevo va a llegar.
Hemos comprobado días atrás que el paro sigue descendiendo por todos los rincones patrios (perdón, don José) menos en Canarias. Los planes de Paulino y Jorge no surten efecto. Aunque ya se sabe que la culpa no es de ellos. Ni siquiera de Soria. Y me río de los que se alegran porque la creación de la policía autonómica crea puestos de trabajo. Me gustaría que alguno me diera datos de la procedencia de esos cien números que se han echado a la calle. Como Calero. Si el dinero que se han gastado en el ‘juguetito’ lo hubiesen destinado al fomento del empleo… ¡Ay, qué optimista soy!
Como Isaac, que no se recata en manifestar que la universidad privada propiciará el pleno empleo en La Orotava. Yo no sé cuántos parados podrán existir actualmente en su municipio. Ignoro asimismo de dónde se han sacado el número de tres mil estudiantes que acudirán a cursar estudios. Como jamás he estado en contra de la enseñanza privada –pero que la paguen–, me alegra que surja esta nueva alternativa. En la que –como nadie lo dice públicamente, yo sí me atrevo– los malos estudiantes ‘pudientes’ obtendrán sus carreras sin necesidad de trasladarse a Irlanda, por ejemplo. Porque en este campo o faceta también se da lo del todo se compra. Que sí, hombre, como los que están en contra del aborto, pero van a Inglaterra. Sí, a ver pasar a Isabel, Carlos, Eduardo y resto de familiares regios.
Uno puede entender que la proximidad de la campaña electoral haga posible este discurso político. Y no me parece mal. Porque es cierto que beneficiará, y mucho, el tejido comercial villero. Que es –siempre lo ha sido– paradigma en El Valle. Y que junto a los puestos de trabajo creados en San Jerónimo, mucho ha supuesto en el desarrollo productivo. Lo contrario de lo que ocurre en Los Realejos, donde el grupo gobernante como está entretenido en querer sacarle los colores al ‘madrileño’ Domínguez y al ‘santaursulero’ Regalado (panfletos incluidos), no tiene tiempo para dedicarse a justificar siquiera el sueldo que están cobrando.
Aun no alcanzando el grado de optimismo que lidera Valencia, me alegra su planteamiento. Y me apena los movimientos progres de algunos partidos que no comulgan con estas iniciativas. Porque yo debo creer que la universidad privada no nos va a costar un euro. Si, como contrapartida, genera riqueza en su entorno, miel sobre hojuelas. Y grano a grano se hace granero. No se alcanzará el objetivo del pleno empleo, pero dará mucho más resultado que las brillantes ideas del consejero Rodríguez. Al que todavía no se le ha visto el detalle de cargarse al funcionario que permitió dejar en la calle a un número considerable de trabajadores del Hotel Maritim. Y a los que Rivero prometió que el asunto se arreglaría. Y a los que Oswaldo sigue dando la espalda o se limita a “ya yo llamé por teléfono”. Claro, está dando los retoques a los dibujitos del libelo cruzantero (o crusantero).
Como aludí al Maritim, permitan que dé un toque de atención al Cabildo (y de paso al ayuntamiento realejero) para que arreglen, ipso facto, la señalización de la variante de la carretera de Las Dehesas, puesto que ubicaron unas señales en las que puede leerse “Toscal-Longueras”. Y aquellos que tuvimos algo que ver con el nacimiento de este importante núcleo poblacional, fusión de los antiguos barrios de El Toscal y La Longuera, estamos sorprendidos de la desidia de los actuales (des)gobernantes. A no ser que piensen realmente cambiar el nombre y se nos pluralice La Longuera de toda la vida, allí donde fuimos a la escuela los que fuimos chicos muchas décadas atrás.
Isaac, no solo te recomiendo que sigas con esa visión optimista –sin pasarte–, sino te sugiero que invites a comer con más frecuencia a Marcos y Oswaldo. A lo mejor –pague cada uno lo suyo–, se les pega algo. Porque Los Realejos está de pena (casi muerto) y El Puerto, qué desgracia, se ha convertido en el pueblo del pin, pan, pun. Feliz domingo.

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