viernes, 6 de agosto de 2010

Desapercibido


La viñeta que inserto en este comentario, publicada ayer en Canarias 7, me hizo recordar que, efectivamente, hay asuntos a los que no les damos la debida trascendencia. Y, no sé si existirán las excepciones de rigor, los medios de comunicación de estos peñascos atlánticos no se hicieron eco de las declaraciones de cierto político autonómico –averígualo tú– que vino a declarar esta primicia mundial: “desde que comencemos a crear empleo, el paro iniciará su descenso”. De todas maneras, eso (la creación de puestos de trabajo) no está en mis manos. Ignoro si hacía referencia a que deberían ser sus superiores jerárquicos los que deberían acometer tal misión, o que fuesen las empresas las que apechugasen con tal menester. Lo que no me podrás negar es que la frasecita se gasta su enjundia. Con portentos tales, hasta yo mismo mismamente podría ser buen consejero del ramo. O de Turismo. O alcalde de mi pueblo. Total, ya puestos, arre burro.
¡Ay, señor!, para qué mentaría lo del turismo. Me acordé nuevamente de Rita. A la que pude contemplar hace unos días en una luchada en Lanzarote. No me acuerdo si en San Bartolomé o en Tao. Pero allí estaba ella. Cuidado, cuidado, en el público, no pienses mal. Claro que ella brega, pero en otros terreros. Tanto que ahora mismo se halla de un contento subido porque la llegada de visitantes se ha incrementado de tal manera que la crisis de este sector ya es poco menos que historia. Me soplaron mis amigos conejeros que de Islandia provienen unos tres o cuatro millones. Y osos polares, blancos como la nieve, han sido localizados unos dieciocho ejemplares allá por Papagayo.
Bueno, vamos a cosas serias. De igual manera que la chuscada del primer párrafo pasó casi desapercibida, al concejal raso Ángel Llanos, doblemente defenestrado, no se le ocurrió mejor cosa que subir a La Laguna para darse unos garbeos peatonales por La Carrera y Herradores. Desconozco si “el pibe” fue estudiante en la Ciudad de los Adelantados o él se adelantó demasiado. Después de escuchar cómo Soria echa balones fuera cada vez que le preguntan por el contubernio santacrucero –algo que imita a la perfección el adorado tormento de Fernando Fernández, léase Cristina Tavío–, no me extraña que nuestro hombre, protagonista de “Lo que el viento se llevó”, se escondiese entre la multitud que pasea en las tardes veraniegas por las calles universitarias. Oculto tras unas imponentes gafas de sol, no dejó descansar el móvil ni un minuto. Recordaba aquellas antiguas telefonistas de las centralitas en los pueblos, que no paraban en acoplar y desacoplar clavijas en unos artilugios maravillosos, en los que unas lucecitas indicaban a los fisgoneadores de turno. Sí, de cuando debíamos llamar para que nos trajeran la bombona de butano y solo teníamos que decir: “póngame con el gas”. Y Elenita –qué recuerdos– te ‘enchufaba’ con la Ferretería… Eso, qué recuerdos. Pasado el tiempo, Elena sigue trabajando en Almacenes Siverio. Empresa a la que agradezco sinceramente el que se haya sumado a un nuevo proyecto editorial de quien suscribe. ¡Ay!, ya me perdí otra vez.
A lo que íbamos. Ángel, ahora más que nunca “El llanero solitario”, piensa si tensó demasiado la cuerda. Si no era mejor permanecer dócil, cual un Hernández-Abad cualquiera, y escalar peldaños, bien acompañado de sus familiares más directos, y recibir, por los servicios prestados, magníficas y suculentas prebendas. Llanos está triste. Tavío se carcajea para sus adentros. Su malévola mirada causa estragos por doquier. Ha podido, una vez más, con los molestos sebadales. Ni una mísera picadura ha sufrido. A Ángel solo le queda el auxilio de Alfonso Soriano, el postergado. Qué dura travesía para uno que finaliza y para otro que creía tener ante sí un brillante futuro. Zerolo se frota las manos y se mece los cabellos (que le quedan). Las Teresitas y otros asuntillos de menor o igual porte son peccata minuta ante bragas, calzoncillos y regalos protocolarios.
Dicen las encuestas que el PP aventaja al PSOE. Ante la posibilidad del ascenso a primera, han principiado los navajazos. Y Mariano sin cinturón. Voy a pedirle a Oswaldo, mi alcalde, que no adelante la romería. Que siga siendo el último domingo de mayo. En la que uno está acostumbrado a los magos de siempre. La feria de estas otras reses es capítulo aparte. Qué espectáculo este singular concurso de arrastre.
Hasta mañana. Parece que el sol quiere asomar un fisco.

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