sábado, 7 de agosto de 2010

Radio Realejos


Ayer por la mañana estuve en Radio Realejos. La emisora tiene sus instalaciones patas arriba, pero todo sea porque la reforma acometida cumpla con los serios requisitos que la nueva tecnología impone y demanda. Tras diecinueve años de andadura, un bien merecido lavado de cara se estaba haciendo preciso. El personal se aglomera en una única dependencia (la redacción), pero sigue cumpliendo su quehacer y llegando a cuanto receptor sintoniza el 107.9 de la FM. Y es bastante probable que pueda escucharse de fondo algún que otro comentario en voz alta o la cuchara del albañil que emite más decibelios de los normales. Pero estas obras mayores ya están prácticamente concluidas. Ahora vendrá el embellecimiento físico (pintura, decorado, pisos…). Porque el último paso, eso me dijeron, a saber el “cableado” e instalación del flamante, y digitalizado, instrumental técnico será realizado por una empresa especializada, por lo que se espera que el próximo mes de septiembre se pueda contar con una radio pública dispuesta para prestar un mejor servicio ciudadano.
Hablé largo rato con José Manuel Martín, su director, y repasamos andanzas de muchos años en la brega. Con altibajos constantes, con sinsabores e incomprensiones unas veces, pero también con motivos de alegría y satisfacción en otros. Como en todos los colectivos, para qué engañarnos. Intuí, no obstante, y es una opinión muy personal, un clima más distendido que el observado en determinadas etapas anteriores. Lo que redunda, indubitablemente, en el mejor y correcto funcionamiento de este medio de comunicación.
Tuve la oportunidad de saludar a Juan Diego, Yumelvi y Jesús Agomar. Y para envidia de todo el personal, preferentemente masculino, obsérvenme bien en la fotografía que ilustra este comentario sabatino. Los dos guardamos relación (pretérita) con el IES Mencey Bencomo. Estamos posando en la sauna (cómo se te quedó el cuerpo), perdón, en el salón de plenos del ayuntamiento portuense (presentación del libro de José Manuel), y la cara de bobo del personaje varón es de nacimiento, algo desmejorado por el calufo del lugar.
¡Ah!, fui invitado por Isidro Pérez para una entrevista. Y cuando acudo a tal menester, voy con las manos en el bolsillo y sin chuleta alguna. En la mayoría de las ocasiones, ni siquiera llevamos guión al respecto. Lo que salga, que diría el otro. Hablamos de aquellos años en los que uno participaba en política municipal. De cuando se rindió público homenaje al buque “Esperanza del mar” en San Agustín y se ubicó una escultura de una gaviota en la plaza. De la maravillosa tarea que esta embarcación ha realizado. Y del programa radiofónico “Faenando”, que nos ponía en contacto con aquellos que trabajaban en las duras labores de la mar. De grupos de gentes entusiastas que propusieron actividades encomiables en torno a las fiestas del mes de julio allá por la década de los ochenta del pasado siglo.
Pero también de cómo tendemos a olvidarnos de los pequeños hechos que han ido conformando la historia de este Realejos actual. Y un servidor dijo claramente que nos hemos plagado de mediocridad. Que no solo ya no sabemos valorar aconteceres que marcaron pautas, sino que gastamos dinero (por ejemplo, el monumento al cochinero) en obras que duermen el sueño de los justos en algún salón del pueblo. Para el que, incluso, se nos ocurre solicitar un crédito bancario que nos permita “construir” el oportuno pedestal donde fijarlo definitivamente, antes de que los lechones de sus raposas se hagan cochinos hechos y derechos y se vayan por esos mundos en busca de un porvenir mejor que el que le ofrecemos por estos lares.
Pasé, pues, un rato agradable. Ojalá que la armonía vuelva a ser el leitmotiv. Pero que no sea flor de un día. Para ello es necesario que exista un Consejo de Administración en esa empresa pública que tenga claros y bien definidos los objetivos de una radio pública. Los ‘enfrentamientos’ políticos actuales y la proximidad de convocatoria electoral flaco favor le están haciendo. Y que sepa cortar desmanes y desvíos que causan malestar. Para ejercer esta encomienda periodística, se requieren generosas dosis de concordia.
Prometí volver cuando el habitáculo se halle recompuesto (físicamente). En el ambiente pude respirar nuevos aires. Me alegro. Feliz fin de semana.

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