Cuántas veces habremos escuchado la siguiente expresión: “el tiempo está raro”. O, como mal menor, lo que manifiestan continuamente nuestros mayores: “el tiempo está cambiando”. Y algo de cierto debe haber, pues lo acaecido en estos últimos días en las peñas consabidas no es asuntillo muy normal. El peor que lo está pasando en mi casa es el coche; tiene mierda hasta en el tubo del escape. Quiero imaginarme que los que persisten en sus cálculos con las famosas cabañuelas, estén presagiando un próximo año como mínimo entretenido. Yo seguiré esperando pacientemente por lluvias fuertes para comprobar –in situ, que se dice–, el comportamiento de los finales de la calle La Trinidad (nueva rotonda de San Benito) y del enlace de la variante con la carretera insular de Las Dehesas y alrededores de la depuradora de Punta Brava. Si mis sospechas se cumplen, deberé emprender estudios superiores en dos carreras universitarias: ingeniero de caminos y veterinaria. Razón: aprender a dirigir, comunicar y asesorar a mucho animal suelto que pulula por ahí.
Ayer hubo que evacuar a unos 30 mil visitantes en Lourdes por una amenaza de bomba. Parece ser que no es la primera vez. Y los que en alguna ocasión hemos tenido la oportunidad de transitar por el lugar, nos preguntamos qué macabra intención puede haber detrás de estas falsas alarmas. Porque la cantidad de personas en sillas de ruedas es enorme. A no ser que se trate de un médico frustrado que quiere patentar el invento como método alternativo a las curaciones milagrosas. Otra explicación más lógica no hallo.
En el momento que se hallaba activo el incendio del pasado fin de semana en La Gomera, se emitía uno de mis adorados tormentos: un informativo de la Autonómica. Y este iluso que escribe creía que los periodistas del ente conocían las islas. O se informaban para luego preguntar. No sé cómo debió quedarse el alcalde de San Sebastián cuando la preocupación del que le interrogaba en directo era la posibilidad de poder afectar a personas, animales y casas. Intuí cierta sorpresa en la respuesta de Ángel Luis cuando le señaló que el viento ‘empujaba’ el fuego hacia el mar y que allí solo había matorrales secos. Un poco más y nuestro presentador baja al Cristo de su mirador y le da un baño en la Playa de la Cueva. Conclusión: un incendio sin nadie que corra y se exponga a los peligros de una buena quemadura, no vale gran cosa. Lumbreras.
Doña Maribel Oñate, concejala del ayuntamiento santacrucero, y que trabaja desde los 17 años (en qué, no aclaró), dijo hace unos pocos días que cambiaría a todos los concejales del Consistorio. A todos. A ella no hizo referencia. Ignoramos, a día de hoy, si se encuentra en ese capítulo de “todos” o se mantienen al margen. Como trabaja desde los diecisiete, lo mismo no va a requerir los servicios de cualquier ONG (que no es lo mismo que O.N.G.). ¿Te vas enterando lo de querer estudiar veterinaria? Si estos ejemplares tenemos en el ayuntamiento capitalino, qué pensar de nuestros pueblos insulares. Y algunos de los susodichos (animales de dos patas) se postulan directamente para alcalde. Qué devaluación más impresionante.

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