martes, 10 de agosto de 2010

Primarias



El proceso de “primarias” en el seno del Partido Socialista se entendió como un mecanismo profundamente democrático en el que los militantes de las agrupaciones decidirían su candidato entre el plantel de aspirantes al cargo en cuestión. Y esto que no debería admitir objeción alguna, más bien todos los parabienes, se ha convertido en otro ‘enemigo’ más para la organización. Todo ello para general beneplácito de los contrincantes (políticos), que observan atónitos cómo parece rodarles placenteramente el vehículo electoral. Sí, el PSOE se inventa sus propios problemas y siembra cizaña cada dos por tres. Lavan los trapos sucios en las plazas de los pueblos constituyéndose en una atracción de feria más. Con lo boca chica manifiestan aquello de “lo  que diga el Partido”. Con la del dentista: “no tengo intención de irme” (Juan Carlos Alemán).
Hallamos en plena efervescencia el caso de Madrid. El que haya dos aspirantes (ojalá fueran más) se plasma en los medios de comunicación como un grave conflicto (cuanto más vendan, mejor) y los dirigentes se suben al carro de los despropósitos. Al frente, el propio Zapatero, que cree atisbar una buena posibilidad con Trinidad Jiménez, saltándose a la torera (mil excusas al pueblo catalán) lo que dictan los estatutos. A los que se agarra Tomás Gómez, que para eso es secretario general y se los habrá leído en más de una ocasión. José Luis se olvida, qué desgracia, cómo fue elegido él mismo, y solo recuerda experiencias fallidas de un pasado nada glorioso. En las que también fracasó estrepitosamente el propio presidente del gobierno y secretario general federal, como cuando designó a Miguel Sebastián y Gallardón le dio una ‘meniada’ de mucho cuidado.
Ni se cuidan las formas ni se muerden la lengua. Y todos acuden prestos a las llamadas de teles y radios, qué casualidad, para avivar el incendio. Según manifiestan los unos y los otros, ambos tiene la entidad suficiente para enfrentarse a Esperanza Aguirre (en el PP no se admiten discusiones). Pues si eso es verdad, gane quien gane, contando con el apoyo unánime de la maquinaria partidaria (¿caerá la breva?), podrá subir al cuadrilátero y disputar el combate con las suficientes garantías. Pero no, primero nos destrozamos y luego acudimos a la ‘pelea’ con un guiñapo por bandera. ¿Será posible que nadie de los que están dentro se dé cuenta de lo que nos percatamos con suma claridad los que estamos por fuera (pero que un día estuvimos también en el círculo)? Eso no es, como alegan los interesados, democracia interna; será, en todo caso, chanchullo externo.
Dicen que se inicia ahora el procedimiento para elegir a los candidatos. Y como leí en cierto digital, y coincido plenamente, ¿qué haremos con los que se postularon tiempo ha y se autoproclamaron en su respectivas agrupaciones? Debe ser, como me señalaba cierto profesor, que las normas están hechas para no ser cumplidas. Y si no, hagan como Antonio Castro. Lleva en política desde que se graduó en preescolar y comenzó, simultáneamente, la educación general básica. Ha recorrido todos los “trillos” posibles y cruzado la totalidad de barrancos (palmeros). Y sigue sin tener una cana (lo que hacen los tintes). Tras una legislatura placentera en grado sumo (lo alega él), se suelta con lo de “mi futuro no pasa por repetir”. Une esta declaración con la de Juan Carlos (primer párrafo) y lo mismo debemos darle la razón a Paulino con lo del acercamiento al PSOE (piropos incluidos hacia Anita Oramas).
A todas estas, apreciados seguidores y ojeadores varios, seguimos en verano. Siempre se estima que el otoño se presenta caliente. A este ritmo, en invierno padeceremos varias tormentas y en la próxima primavera explotaremos. Lo bueno es que la erupción nos trincará a todos entretenidos en la romería de mi pueblo. ¡Qué ganado!

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