
Se publicó recientemente (pasado miércoles) en el BOC la Memoria Ambiental del Plan Especial del Paraje Protegido de Rambla de Castro. Y en la misma se detalla cuáles son sus límites (que no se reducen a la Casona y su entorno; de ahí la fotografía de la playa de Los Roques) y se detallan los usos permitidos y la gestión de los recursos medioambientales. Es motivo de alegría tal hecho, pero me temo que, como casi siempre, llegamos algo tarde. Se ha inyectado en la zona (Los Roques, La Fuente, Acantilados de Méndez, Gordejuela, La Fajana, Castro y El Guindaste) muchos millones de euros. Y a decir de todos los que transitan tales lugares, el enfermo no mejora demasiado. Para que las normas se cumplan hace falta algo más, mucho más, que unos simples papeles escritos. Pero como el gran Domingo Berriel está en ello, lo mismo nos sorprende con un despliegue impresionante de ese nuevo cuerpo policial que destaca por sus detalles rojizos (sinónimo de la mala leche). Menos mal que no va a existir perro que cague, mero ejemplo, en el sendero que alguien bautizó como del agua, y reconvertido al no menos sugerente del excremento. Vayan, si les place, al Boletín Oficial de Canarias señalado, lean con detenimiento y luego, cuando ustedes estimen conveniente, tenemos la pertinente conversa.
La Consejería de Educación se ha inventado la nueva figura del profesor volante de Secundaria. Que tendrá la misión, como ocurre en Primaria, de cubrir sustituciones. Como uno algo conoce de la dinámica de esta etapa (la ESO), no entiende el adelanto producido con este nombramiento. Porque el susodicho deberá tener una especialidad determinada (a no ser que generosamente –algo bastante improbable– haya uno por cada una de las materias que se imparten), y, por lo tanto, cuando corresponda sustituir, en la mayoría de los casos, irá a cuidar chicos. Imagínate que sea de Educación Física y enferme el de Inglés, Francés, Alemán, Latín, Griego o lo que a ti se te ocurra. Chiquito papelón. Les dictará cuatro frases, harán un sudoku o jugarán al parchís. Viva Canarias libre (por lo de culta).
Leí ayer en al menos dos periódicos el siguiente titular: “A partir de este próximo domingo dormiremos una hora más”. Vuelve a leerlo, please. ¿Lo entendiste? Vamos por partes. En primer lugar da la impresión de que seremos inmensamente felices a partir del cambio de hora, porque todos los días, sin excepción alguna, podremos llegar una hora después al curro. Pero, en segundo lugar, vamos a imaginar que se haya querido indicar lo que todos estamos pensando, es decir, en la madrugada del sábado al domingo debemos retrasar nuestro reloj, lo que nos permitirá estar una hora más en la cama. Aunque aquellos que deban trabajar de noche o padezcan insomnio, lo mismo tienen 60 minutos más de calvario. ¿O no? Si comenzaban su turno a medianoche y lo concluían a las ocho de la mañana, me temo que el patrón no haga distingos. Deberá quedarles, estimo, la compensación del próximo mes de marzo cuando corresponda restar. El que no se consuela es porque no quiere.
Disfruten del fin de semana. Y recuerden lo de la hora.
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