sábado, 6 de noviembre de 2010

Contradictorio

Aquella sonada denuncia a la Federación Española de Fútbol, en la que se hallaban involucrados Villar y Padrón ha sido archivada. No entiendo, sin embargo, el siguiente párrafo: "La investigación judicial únicamente ha acreditado retrasos en devoluciones, contratos que pudieron ser mejorables, irregularidades formales en las gestiones de las subvenciones no delictivas y pésima gestión en contabilidad de viajes, dietas y compra de divisa extranjera". Es decir que ‘únicamente’ se han detectado estas cuatro boberías. Tendré que hablar con ‘mis abogados’, porque si yo robo una piña de plátanos, aunque me la zampe pues tenía un hambre de tres mil demonios, voy a la cárcel a expiar mis culpas por tragón.
El proyecto del puerto del Puerto no está contemplado en los presupuestos de la Comunidad Autónoma. Marcos Brito le recuerda a Paulino que cuando vino a inaugurar la Cofradía de pescadores le prometió pasta. Pero como el pacto se rompió, Rivero está más preocupado en sacarlos adelante, algo no muy difícil pues al frente de la Consejería con mayor responsabilidad ha colocado al principal artífice de que el paro se haya reducido en Canarias hasta los más bajos niveles jamás conocidos, incluidos los trabajadores del Hotel Maritim.
Me horroriza el escuchar a cualquier concejal (amplío, cargo público) cuando te contesta lo de “te mandaré a mis obreros”, “lo consultaré con mis técnicos”, “ya pasará mi encargado de obras” y otras lindezas que denotan el extraño sentido de la propiedad del que se imbuyen los cargos electos. Es el primer paso para ‘el aquí estoy yo y esto es mío’. Les llega a tal extremo que hace apenas unos días oí una entrevista que le hicieron en Radio Arena a Sebastián Ledesma (cuando ya no era director general de Infraestructuras Turísticas) y seguía llamándolos ‘mis técnicos’.
Relacionado con el párrafo anterior podemos comentar la extraña envidia que les ha entrado a PP y CC. Porque viendo los navajos internos del PSOE, se dijeron: ¿Y nosotros, qué? Y ahí están a la greña a cuenta de los presupuestos. Y aquí también, por mor de la rehabilitación del Realejo Bajo. Me apuesto lo que sea que eso lo arregla Cristina. Donde haya un lío, ahí está la Tavío.
Tremenda fufa le echó Juan de la Cruz en la revista digital Bienmesabe a ciertos irresponsables del Gobierno canario acerca de un almanaque (se ignora lo que ha costado) en el que venían reflejadas unas láminas o fotografías con trajes regionales. Juan, que está más quemado que la pipa de un indio desde que el Cabildo tinerfeño aparcó la ‘guagua de los trajes’ en Valle de Guerra, mostró toda su sapiencia en este campo que domina y puso a caer de un burro a muchos osados que van de enterados por estos andurriales (políticos). Deben ser los que se ponen el sombrero en las romerías con unas cuantas telas de arañas y una estampita con el santo de su devoción (San Euro).
Persiste el espectáculo con las sentencias que ‘tumban’ las adjudicaciones, efectuadas por nuestro ínclito gobierno, de licencias para las emisiones de TDT. En estos momentos no debe haber emisora legal alguna. Deben estar todas en el limbo (jurídico). Que es el estado natural en el que suelen encontrarse permanentemente los políticos que se hallan al frente de las administraciones públicas y que deben velar por eso denominado interés general. Como no confiaban en ‘sus técnicos’, hicieron el encargo a una ‘consultora externa’… y el resto ha venido cayendo por su propio peso.
Y la última. Vaya con nuestros parlamentarios autonómicos. Tienen (los machos) urólogo gratis. Bueno, mirándolo bien, está bien. Eso, bien. Porque permanecen sentados muchísimo tiempo. Y eso sube el PSA. Si estuvieran en esa posición por pura comodidad, pues no. Pero como es una consecuencia de su cargo, una obligación –y preocupación– sobre sus espaldas, pues es lógico que entre todos nosotros (los causantes) corramos con los gastos prostáticos de sus señorías. Y de otras menudencias. Por ejemplo, si hay sesión de mañana y tarde, no van a ir a sus domicilios a cepillarse los dientes después de mandarse un ligero tentempié. Deben hacerlo en su lugar de trabajo. Como lo hacía Bill Clinton (el cepillado; ese no, malpensado) en la Casa Blanca. Vamos a ver, ¿a ti te parece bien que vayan a la tienda de la esquina a comprarse un paquete de esos que contienen tres cepillos y pagan solo dos? No y no. Un representante público no está para esas nimiedades ni puede estar perdiendo su preciado (o corte inglés) tiempo en adquirir útiles de aseo personal. Para tal menester estamos, insisto, nosotros. Y déjalo ya.
Hasta mañana.

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