sábado, 18 de diciembre de 2010

Qué desfachatez

“Estos son mis principios; si no les gustan, tengo otros” (Groucho Marx). Murió el hombre en agosto de 1977. Apenas dos meses antes (15 de junio) se celebraban en España las primeras elecciones democráticas, las denominadas constituyentes, tras un periodo de más de cuarenta años (desde la Segunda República). Treinta y tres años después podemos seguir escuchando expresiones como esta: “Si los jueces no me dan la razón, monto otro chiringuito”. Cuidado, yo tengo la esperanza, más aún, la convicción de que me asiste la razón, pero por si acaso guardo esta bala en la recámara, porque me siento respaldado por la mayoría. Está meridianamente claro: no aprendemos. Otro invento más que sale al mercado. Este, en época de muchas ventas. Las rebajas vendrán luego. Qué desfachatez.
Pronto empezó. Nacen casi aprendidos. Parece llevarse en los genes. Luego, con echar culpas a los docentes, asunto finiquitado. Un tal Sergio Tinguaro (mención nacionalista donde las haya) Falcón, presidente de las Nuevas Generaciones del Partido Popular en Canarias (un cachorrito, vamos) ha sido acusado por la Fiscalía por estafa (a su abuela) y chantaje (a su tío). Bien avenidos se intuye que están los miembros de esta familia. El muchachito en cuestión, secretario particular de quien le precedió en el cargo orgánico y ahora responsable de Hacienda en el ayuntamiento santacrucero (¡uy, qué peligro!), Jaime Hernández Abad, junto a sus muy honorables progenitores, pretendía, a juicio, insisto del Fiscal, mangarle la casa a la abuela. Bueno, realmente no, porque era su intención abonarle 90.000 euros, pero todo se quedó en eso: la intención. Y hay que reconocer que era buena (la intención), pero del dicho al hecho, ño, cacho distancia. José Manuel Soria ha manifestado que este hombrecito tiene ante sí un brillante porvenir. Qué desfachatez.
En el cóctel que la Confederación Canaria de Empresarios ofreció días pasados en el auditorio Alfredo Kraus, su presidente, Sebastián Grisaleña, dio un par de cachetones –metafóricamente escribiendo– al gobierno de Paulino. Puede que haya sido simplemente con el ánimo de compensar el gasto de jamón habido (no debe haber tanta crisis, pues los ágapes siguen proliferando), pero se cree que los tiros eran más directos. Exigió más compromiso con el empresario, fuente de puestos de trabajo, y recalcó que no es necesario modificar el actual REF (eterna cantinela del exalcalde sauzalero), sino que tiene mecanismos suficientes (algunos sin desarrollar) para capear el temporal y superar esta etapa recesiva. Pero ya sabemos que en Canarias estamos obsesionados con acaparar competencias. Y cuando las tenemos, las guardamos en el baúl de los recuerdos. Pues Rivero debió escuchar con la oreja mala, porque manifestó a renglón seguido que el presidente (el otro) había dado un toque de atención al empresariado para que se implicara más. Dicho lo cual, se mandó un par de lonchitas que fueron generosamente regadas con el caldo de rigor. Más tarde, en la soledad de su despacho, abrió la gaveta inferior de la mesa presidencial (la otra) y comprobó que las competencias estaban a buen recaudo. Qué desfachatez.
Leí que los sindicatos (así, en abstracto) dicen que la clase política está secuestrada por los mercados. Añado yo que como los sindicatos están secuestrados por la clase política (vía generosas subvenciones), habremos establecido las dos premisas que nos permitirán obtener la conclusión de que los sindicatos están, asimismo, secuestrados por los mercados. Lo entiendo de lógica aplastante. Sindicatos: asociación de trabajadores constituida para la defensa y promoción de intereses profesionales, económicos o sociales de sus miembros. Bastante que me alegro. Debo estar medio ‘revoltoso’. Como conozco mejor las secciones docentes de los mismos (traduzco: transportadores de cuartillas informativas) y me reafirmo en que sobran liberados porque con ir a su página web evitamos gasto de papel, transporte, dietas, sueldos (luego nos quejamos de los políticos) y… Qué desfachatez.
Tanto es lo que se ha esperado para la apertura del Mirador de Humboldt en la Cuesta de la Villa, que el pobre Alexander, cansado de aguardar pacientemente, tuvo la osadía de llegar tarde a la cita. Ya se iban los periodistas y autoridades (finalización de la rueda de prensa), cuando apareció el naturalista bien montado en un camión grúa. Lo mismo estaba disgustado por el mamotreto o por la visión que ahora iba a contemplar, tan diferente de aquella que vislumbró hace un montón de años. Se le notaba con cierta pesadumbre. Espero que se le pase, porque va a tener para rato. La concesión es por treinta años. Tiene la ventaja, no obstante, de que la construcción se halla en horas bajas y los desaguisados urbanísticos no irán mucho más lejos. ¡Ah!, no debemos olvidar que estas instalaciones ya fueron inauguradas en 2006. ¿Cómo? Sí, cuatro de años de retraso, ¿y qué? ¿Tú nunca has llegado tarde a una rendez-vous? Como se entablará la sana competencia con el mirador del otro extremo, y en el de El Lance (Icod el Alto) ya tenemos los “huevos de guanche esriscado” (desriscado, no; insisto 'esriscado', que puse la oreja atenta en el corte publicitario), ¿con qué nos sorprenderá Isaac en este del costado, oriental? ¿Será, acaso, una “ensaladilla a lo vete esperando”, especialmente dedicada a Linares y Dóniz? Qué desfachatez (por lo de la tardanza).
Mañana iniciaremos, si a bien lo estiman, una serie (¿no les dije más arriba que estaba ‘revoltoso’?) en la que nos remontaremos al año 1954, cuando una terrible plaga de langosta (cigarrones) nos tuvo a mal traer durante más de un mes. Creo que está bien, modestia aparte. Qué desfachatez.

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