jueves, 16 de diciembre de 2010

Todo controlado

Transcurría el año de 1999. En este país nuestro –mientras la independencia de Canarias no sea una realidad: espabílate, Paulino– gobernaba el Partido Popular y al frente del mismo se encontraba un tal José María Aznar (Mariano Rajoy era en aquel entonces, creo, ministro de Educación y Cultura: es que ha ostentado tantos cargos). Mediante una Resolución de 4 de marzo de 1999, de la Dirección General de Trabajo, se dispuso la inscripción en el Registro y se publicó el I Convenio Colectivo entre el ente público Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) y el colectivo de Controladores de la Circulación Aérea (BOE nº 66, de 18 de marzo del mismo año; jueves, por más señas).
Ahora que se ha prorrogado el estado alarma, e Ignacio Fernández Toxo, el ínclito ‘comisionado obrero’, ha dicho que el decreto vulnera los derechos sindicales básicos de los privilegiados y nada manifiesta de la defensa de los que realmente lo están pasando mal (no es su caso ni el de todos los sindicalistas liberados), les invito a que repasen las horripilantes condiciones expuestas en el precitado convenio. Por mi parte, permítanme adelantarles unas breves pinceladas:
Se les concedió una jornada laboral de 1200 horas de trabajo al año. No solo la más baja de toda la UE, sino que era a todas luces insuficiente para atender el negocio, perdón, para cubrir el servicio. Consecuencia: tres meses después el propio Gobierno debe concederles completar dicha jornada, pero con horas extras (hasta unas 600 al año, y abonadas al triple que una hora normal). Con este ‘chollo’, el salario medio ascendía a algo más de 330.000 euros/año. Con ello se cumplía a rajatabla la máxima de a menos curro más retribución. La más alta de los alrededores y casi el triple de lo que cobra un controlador inglés. De esto nada denunció Rajoy en Lanzarote mientras se iba de copas con la plana mayor popular de Canarias. Ni de aquellos que llegaron a cobrar el pasado año casi un millón de euros. Eso, unos hilillos apenas.
Somos uno de los países europeos con mayor número de controladores, pero el ratio operador/operaciones, de los más bajos. La cultura latina, que mento yo, agudizada desde que se inventó lo del estrés. Y para acceder a la profesión (bachillerato y buen nivel de inglés), monopolio en toda regla: estipulan cuántos son necesarios, organizan su trabajo y forman a los futuros: ya me dirán el oscuro porvenir del posible aspirante. Si eso no es disponer de un poder ilimitado, baje el piloto y lo vea. ¡Ah!, y el periodo de formación del agraciado que lograra entrar en el círculo (18 meses y unos 300.000 euros), financiado íntegramente por AENA. Igualito que los médicos en los hospitales.
Para CCOO estas perlas no son privilegios, son derechos. Como lo era la Licencia Especial Retribuida que les permitía dejar de trabajar (¿más todavía?) a los 52 años y seguir percibiendo 175.000 euros al año hasta que cumplieran los 65, momento en que pasarían a cobrar la jubilación.
Me han soplado que antes de la publicación del Real Decreto de 5 de febrero de 2010 (BOE nº 32) hubo una cantidad exagerada de reuniones para intentar alcanzar un acuerdo. No llegaron a las manos, pero tampoco hizo acto de presencia la fumata blanca. Entiendo que los intereses eran tantos que, difícilmente, nadie quería dejar que el sueño se esfumara. Y la nueva normativa vino a establecer que se devolvían a AENA las competencias de organización del trabajo, que se establecía una jornada de 1670 horas anuales (reduciéndose las posibles horas extras al número que establece el Estatuto de los Trabajadores, a saber, 80), se suprimía la Licencia antes aludida y se estipulaba un sueldo de unos 200.000 euros anuales (que sigue siendo una barbaridad).
Que los controladores rechazaran de plano esta disposición legislativa es algo más que comprensible, aunque no justificable. Hombre, que me quiten el dulce después de haberlo olido durante mucho tiempo, es una jugarreta. Y lo recurrieron. Lo malo es que los tribunales (Audiencia Nacional) dictaron sentencia y se les dijo a los ‘señoritos’, entre otras cosas, que: “La intervención del legislador no solo era obligada, sino que era imprescindible para corregir en el plazo más breve posible de tiempo, una situación tan calamitosa”. Y en referencia al convenio de 1999: “Valorado en su conjunto, constituye indudablemente la mejor regulación de las condiciones de trabajo para una categoría de trabajadores, que se ha producido jamás en la historia de la negociación colectiva española”. En la medida en que el convenio consagra, “el poder de organización, planificación, dirección, gestión, supervisión y control de la prestación de dichos servicios se ‘cogestione’ en el mejor de los casos y se desplace individualmente a los propios controladores en el peor […], la negociación colectiva ha dejado de cumplir su función constitucional”. Y concluye la Audiencia Nacional: “La prolongación durante más de 20 años de una situación como la aquí acreditada, en la que se ha utilizado la negociación colectiva en fraude de ley… no constituye un estado de normalidad, sino un estado de excepción permanente, que ninguna Administración responsable debe tolerar”.
Ese estado de excepción que bien les convino, es ahora puesto en solfa cuando se les aplica no en su contra sino en beneficio de una colectividad que depende de su trabajo (el de los controladores). El resto, desde el pasado 3 de diciembre, es bien conocido por todos.
Conclusión: mi nieta será controladora. Bueno, ya está haciendo prácticas. Nos tiene a todos bajo su mando, y volamos en torno suyo a su completo antojo. Hasta después.

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