Ayer –¿o anteayer? No me acuerdo, ¡Ay, esta edad!– en la mañana, echando una ojeada a Diario de Avisos, y tras la lectura del artículo de Salvador, me llamó la atención otro, firmado por Juan Henríquez (a quien no tengo el gusto de conocer), titulado “Espantada socialista” y no pude resistir la tentación de leerlo, máxime cuando en este blog me he hecho eco en más de una ocasión del singular afer que se traen entre manos los que el comentarista aludido señala como los ‘involucionistas del PSC-PSOE’. Viene a decir –escribir– Juan que una cosa es la libertad de expresión y de opinión y otra bien distinta el discurso barriobajero y antisocialista. Y completa su artículo con un muestrario de guindas que han sido ‘desembuchadas’ en los medios que hallaron tremenda veta en esta mina que han explotado hasta la saciedad. Para Henríquez lo de Odalys, al igual que opinamos la inmensa mayoría de los que nos consideramos normales, es de echarle de comer aparte. No me atrevo a pensar en lo de tirarse (o echarse) al monte por si la pobre cabra de Valle Gran Rey se molesta conmigo.
Se estila, amén del consabido exabrupto, el hilvanar unas líneas. Todos quieren emular a los cuatro bichos que nos tomamos en serio esta afición de juntar letras. Pero los competidores van mucho más allá al creerse en posesión de la verdad absoluta. Yo tengo la razón y el resto anda descarriado. Yo no aspiro a puestos, pero creo un partido por si acaso. Al que ya Domingo Medina acusa de plagio. La originalidad alcanza cotas inimaginables con el dichoso símbolo de cierta operación aritmética. Poniendo la ‘x’ para significar ‘por’ (Tenerife, La Laguna, Puerto de la Cruz; te faltó denunciar a Coello), creen que los efectos se ‘multiplicarán’.
Me voy por dignidad y coherencia. Pero lo hago haciendo pública la comunicación supuestamente interna al secretario general usurpador. Mi dignidad y coherencia me dan ánimos para morir matando. Me voy pero te juro… Pensaba ahora escribir aquello de cuando se pierde la vergüenza, pero me arrepentí porque no puede perderla quien jamás la ha tenido. Caen en lo que critican. Paradojas de la vida. Cometen los vicios que creen atisbar en corrales ajenos. Y olvidan procedencias y andanzas de un pasado más bien cercano. Borran de sus memorias los hechos acontecidos un par de minutos antes de soltar la nueva excelencia. No existe su pasado. Y como el presente es tan fugaz, ellos son el futuro. Y los que solemos husmear en hemerotecas, imbéciles redomados.
Y en ese ‘regoler’ innato, me voy al diccionario:
Dignidad: (Del lat. dignĭtas, -ātis). 1. f. Cualidad de digno. 2. f. Excelencia, realce. 3. f. Gravedad y decoro de las personas en la manera de comportarse. 4. f. Cargo o empleo honorífico y de autoridad. 5. f. En las catedrales y colegiatas, prebenda que corresponde a un oficio honorífico y preeminente, como el deanato, el arcedianato, etc. 6. f. Persona que posee una de estas prebendas. U. t. c. m. 7. f. Prebenda del arzobispo u obispo. Las rentas de la dignidad. 8. f. En las órdenes militares de caballería, cargo de maestre, trece, comendador mayor, clavero, etc.
Digno: (Del lat. dignus). 1. adj. Merecedor de algo. 2. adj. Correspondiente, proporcionado al mérito y condición de alguien o algo. 3. adj. Que tiene dignidad o se comporta con ella. 4. adj. Dicho de una cosa: Que puede aceptarse o usarse sin desdoro. Salario digno. Vivienda digna. 5. adj. De calidad aceptable. Una novela muy digna.
Coherencia: (Del lat. cohaerentĭa). 1. f. Conexión, relación o unión de unas cosas con otras. 2. f. Actitud lógica y consecuente con una posición anterior. Lo hago por coherencia con mis principios 3. f. Fís. cohesión (unión entre moléculas). 4. f. Ling. Estado de un sistema lingüístico o de un texto cuando sus componentes aparecen en conjuntos solidarios. La coherencia del sistema de adverbios de lugar en español se manifiesta en tres grados.
coherente: (Del lat. cohaerens, -entis, part. act. de cohaerēre, estar unido). 1. adj. Que tiene coherencia.
Perdona tan larga aclaración, pero hablar de dignidad (gravedad y decoro de las personas en la manera de comportarse) en esta chiripitifláutica situación, Corrales, es, de verdad, algo de ‘gravedad’, pero más bien ‘indecoroso’. Y cada vez que sigan acudiendo a enchufar el ventilador, más se están cubriendo y no precisamente de gloria. Hablar de coherencia (actitud lógica y consecuente con una posición anterior) me hace recapacitar un fisquito (trozo pequeño en tu florido vocabulario). ¿Actitud lógica? ¿Con qué posición anterior? Pregúntaselo, please, a la ciudadana Odalys.
Ser digno es ser merecedor de algo. También valdrá, pienso, una patada en el culo. Cada cual recoge lo que siembra. Los docentes nos hemos ‘peleado’ siempre para que los alumnos fueran capaces de entender que junto a los derechos existen unos deberes, unas obligaciones, igualmente recogidas en la normativa legal vigente. Y que no son cuestiones que puedan ir por separado. Los socialistas verdaderos, los de la ‘x’ (los incógnitos), a pesar de haber medrado lo suficiente como para alcanzar elevados rangos en el organigrama, no debieron leer en profundidad los estatutos que regían la formación. Y cuando la jueza ha dicho que la formación de las gestoras había sido un acto adoptado por los órganos competentes y ajustado, por lo tanto, a lo que el propio partido tenía contemplado en su régimen de funcionamiento, pues no nos recatamos en señalar que se ha equivocado y que ni siquiera sabe de qué va la cosa. Eso, adalides del saber, paradigmas de la militancia, promotores de la decencia, prototipos de la coherencia y líderes de la dignidad. Y como es necesaria una ‘candidatura de emergencia social’, además, salvadores de la patria. Amén.
¿Por qué la foto de Cascos? Por dignidad y coherencia.
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