lunes, 10 de enero de 2011

La exposición de los disconformes

Cuando uno milita en una determinada opción política, sabe –debe saber– que son muchos los condicionantes a los que estás sujeto. Porque, quiérase o no, has puesto tu libertad de opinión  al dictado de una organización que te limita, y mucho, a la hora de expresar las posibles discrepancias. Y eso es así por muchas vueltas que pretendan darle algunos díscolos de los múltiples existentes en cualquiera de los partidos del amplísimo espectro.
Los unos abandonan la nave poniendo a caer de un burro a cuanto bicho viviente pase por delante de sus retinas. Normalmente lo hacen por no haber obtenido determinados favores que se traducen en generosos puestos en las listas electorales. Y ello provoca, ipso facto, la creación de otra formación y la posterior enconada disputa del puñado de votos. Como siempre dejo a tu elección la posible selección de los ejemplos de rigor. Hago la salvedad de los pocos que se marchan, que aparcan la actividad política y se retiran en silencio. Insisto, escasos.
Pero el presente comentario va, precisamente, por los otros, los que se quedan y actúan a modo y manera de mosca cojonera (persona que resulta muy pesada o molesta). Algo que ocurre en cualquier otra faceta de la vida, e inmediatamente el sujeto en cuestión es puesto de patitas en la calle más rápido que queriendo. A este sector de la grey política le encanta joder la pavana (tal vez con esta expresividad me entiendan mejor). Si  no estás a gusto, márchate. Ya está, y una mierda espichada en un palo, que te vas a creer tú eso.
Debo reconocer, algo que me apena profundamente, que es el partido socialista en Santa Cruz de Tenerife –ciudad en la que jamás se ha comido un rosco– el paradigma de la contradicción. Teniendo, como tienen, Los Lavaderos, se han empeñado en dilucidar sus diferencias en los medios de comunicación (algunos han encontrado una veta increíble). Después de la espantada de Nacho Viciana  –con ridículo tacorontero incluido, menos mal que breve–, que se llevó consigo tal ‘cascada de dimisiones’ que en el corto trayecto se ahogaron unas tres cuartas partes, se reiteran, en turnos bien distribuidos, las homilías de Corrales y Meneses en el consabido retransmisor lagunero.
Este pasado fin de semana subió al ataque (a rematar un córner) Santiago Pérez. Y lo hizo por escrito: Legislatura para olvidar. Alega que “impidieron al Partido Socialista, ganador de las elecciones, formar Gobierno. Había que destruir al líder del Partido ganador. No podía seguir tan campante, vivito y coleando”. Vale Chago, vale. Y mientras redactabas esas líneas debiste pensar en ese Partido al que aludes, en el que dices militar y el que te ha brindado la oportunidad de ocupar todos esos cargos de los que presumiste como aval en las primarias que disputaste a José Miguel Pérez y que perdiste. Aunque intuyo que los que votaron por tu contrincante fueron todos a las urnas de las agrupaciones locales bajo amenazas y con una botella de ron bajo el brazo. Ese Partido que en Cataluña pagó con la misma moneda a CIU. Y aquí en Canarias no gobernó porque Juan Fernando ya se había enterrado él solito sin necesidad de sepulturero (léase CC y PP). Ese mismo al que ahora, quién lo diría, reprochas en tu artículo que no fuera capaz de resistir más. Mira, Artur Más aguantó desde 2003 hasta el otro día y la espera obtuvo sus frutos. Pero Juanfer prefería solo antes que mal acompañado, o yo o ninguno. ¿Para que se reunió entonces con Rivero y Soria? ¿Para que le adoraran tal vez? Y salió por patas.
Escribes de la dirigencia tradicional. Creo que ni tus propios compañeros lo comprenden. ¿No fue JFLA también secretario general de los socialistas canarios? Creo que sí, pero no tradicional (a tu modo de entender). Y no debió serlo porque arrancó la caña más pronto que tarde y con muchos bríos. Tantos que fuimos muchos, me incluyo, los que nos sentimos defraudados, engañados. Un discurso teórico perfecto, pero una puesta en práctica, una mise en scène de bodrio. Hubiera acertado, y muchos hubiésemos aplaudido con entusiasmo, si  hoy estuviesen con él en esa preciosa ciudad que simboliza el encuentro de Europa, esa urbe de Alsacia, en el valle del Rin, denominada Estrasburgo, unos pocos de los que aquí quedaron. ¿Te apuntas?
Juan Fernando decía que nada estaba escrito con respecto al resultado de unas elecciones autonómicas en Canarias. Y estoy –y estuve– de acuerdo. Porque a cualquier dirigente se le presupone el que piense que su formación es una piña, y cuanta mayor unidad más será capaz de ilusionar al electorado para que no se quede en casa. Y eso fue lo que pasó en 2006 para alcanzar los 26 diputados en Teobaldo Power (tú eres uno de ellos). Pero con los mimbres de ahora mismo, ¿qué futuro auguras, Santiago? ¡Ah!, yo me voy y ahí se quedan. Otra rajada como la de tu ídolo. A la espera, cual un Rajoy cualquiera, que me caiga otra breva en un futuro y subirme glorioso al machito. A lo Bravo (de Laguna). Con estas trazas, en Santa Cruz alcanzaremos, quizás, el 40% de votantes. El 60% restante se irá a Las Teresitas para solidarizarse con no sé qué postulados. Y muchos más bla, bla, bla.
Me dije hace unos días que de este asunto no iba a escribir una línea más. Y ya ven. Más que vergonzoso. ¿No será, en el fondo, que a tanto capitalino (utilícese el sentido despectivo, si prefieren) le fastidia que haya un candidato al cabildo tinerfeño procedente de un pueblo del extremo de la isla, pero que en las pasadas elecciones generales obtuvo más votos que Melchior y Alarcó al Senado, y que como alcalde durante varios mandatos puede saber mucho de cómo gobernar ese “ayuntamiento insular”?
Chacho, qué inicio de semana.

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