Para finalizar esta semana de enero se me ha ocurrido relatarles mi parecer acerca de cuatro informaciones que hemos podido leer en la prensa estos días pasados:
Una encuesta del Consejo Económico y Social de Canarias (organismo de derecho público de carácter consultivo, dotado con personalidad jurídica propia, independiente y con plena autonomía para el cumplimiento de sus fines. Me he tomado la molestia de ojear cuáles son esos fines y no encuentro razón alguna para esta encuesta, salvo la de justificar, quizás, unos puestos y unos sueldos) ha venido a indicar que más de la mitad de los electores no tiene la más remota idea, a estas alturas de la película, de por qué opción política va a votar en estos próximos comicios de mayo. Y digo yo que con tan alto porcentaje, cómo demonios de atreven a dar posibles resultados. Además, te encuentras titulares tan llamativos como el de “las elecciones no cambiarán Canarias”. Menos mal, que si no cada cuatro años tendríamos que darle una manita de pintura. Por otro lado, uno que va de sobrado ha justificado estos índices de abstención como algo normal. Claro, con ustedes de muestra. Pero lo más curioso, bajo mi punto de vista, ha sido el que el líder menos conocido, José Miguel Pérez, es, sin embargo el más valorado. Pues será porque la gente ya se percató del paño y sabe bien quienes son los otros ‘ejemplares’. Y como el presidente del Cabildo grancanario –perdón, don José– se dé a conocer un fisquito más, lo mismo le mete el miedo en el cuerpo a Paulino y José Manuel.
Menuda la que le han armado a la periodista Chicha Arozarena por haberla fichado Ricardo Melchior. La han puesto de vuelta y media. Fundamentalmente desde un medio escrito y desde un par de estas teles mentadas locales. Y aprovechando que el barranco de San Felipe desemboca en Playa Jardín, han pretendido llevarse por delante de camino al portuense Juan Cruz. El pecado: trabajar en El País, diario que se hizo eco de cierta noticia habida en los círculos -¿o trazados sinuosos para conductores inexpertos?– ranilleros. Y le llovieron chuzos de punta, metieron en el saco a un hermano promotor de la construcción y hoy, que yo sepa, retirado, le dieron buenos meneos al alcalde de La Victoria… En fin, como los electores se equivoquen en mayo y no hagan lo que se les dicta desde ciertas tribunas, que se agarren bien los machos. Porque aquellos no serán capaces de tragarse todo lo desembuchado so pena de morir envenenados.
Otro más que se ha sumado a la petición de cese de la Delegada del Gobierno. Carolina Darias debe ostentar el récord en tales demandas. Como se le ocurra abrir la boca, desde los más insospechados rincones se alzan voces pidiendo que se vaya. Y como ahora tiene muchas papeletas a su favor para alcanzar el gobierno del Cabildo insular de Gran Canaria –perdón, don José–, agüita. El último ha sido Raúl Alonso (y Corrales, y Viciana, y Santiago), el abogado defensor de los díscolos y auténticos socialistas. Le ha espetado a la buena mujer que tiene todo el derecho a manifestar su opinión (¡uf, menos mal!), pero que para hacerlo debería abandonar la máxima responsabilidad del Poder Gubernamental en Canarias. Póngase, pues, señora Darias, un buen cacho de esparadrapo. Porque los que sí tienen todo el derecho del mundo (y el izquierdo también) a soltar por su boquita cuanto les venga en gana son los militantes socialistas –los auténticos o lavados con Perlán–, porque en los estatutos que regulan la dinámica del Partido se expresa, y bien clarito en todos los artículos, que pueden ir por donde más les convenga, incluyendo la isla que aparece y desaparece, aireando las vergüenzas y discrepancias. Animales con mayor lucidez he visto encerrados en lindas jaulas. Por ejemplo, un pájaro que tengo en casa. No solo es lúcido sino también plácido (Domingo).
A este postrero corresponde la foto de hoy. El concejal delegado de Hacienda del ayuntamiento de Santiago del Teide (hay otra foto de cuando tomó posesión en la que se contempla un retrato de Aznar que se ríe a mandíbula batiente; ignoro de si lo hacía de la lectura de la fórmula de juramento o promesa que hacía Juan Gorrín, el alcalde, o de la respuesta que dio el susodicho concejal) parece no tener ni la más remota idea del trabajo que tiene entre manos. Y ha soltado la lindeza de que los ayuntamientos no tienen competencia alguna en la modificación del tipo de gravamen del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) o antigua Contribución. Todo para salvar los muebles antes de que lleguen los próximos recibos. Y un realejero (yo) se pregunta dónde diablos está otro realejero (Sebastián Ledesma, ahora candidato popular en Puerto de la Cruz) que no ha sido capaz en estas semanas que lleva de curro de poner al día a estos ‘coleguis’ que Cristina ha atraído a su redil. Chiquita falta de ignorancia. Si ese tipo (el de gravamen) es, precisamente, el arma de la que disponen los consistorios para compensar las valoraciones, exageradas o no, cuya competencia sí que no les corresponde. ¿Sigues sin estar de acuerdo conmigo en que no todos pueden ser concejales? Pues arráyate un millo y feliz domingo.
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