martes, 22 de febrero de 2011

Aparcamientos del HUC

Antes de introducirnos en el asunto que hoy nos concita, y relacionado con mi comentario de ayer, mostrar mi total extrañeza ante las declaraciones de Manuel Fernández (senior), secretario general del PP canario, viejo zorro (acepción quinta: hombre muy taimado y astuto) político de la escuela herreña de El Pinar (otro ejemplo es Eligio Hernández, de oficio teórico el saber más que nadie en asuntos judiciales, y de práctico el perder la mayoría de juicios en los que se sumerge en calidad de abogado defensor), quien celebra la llegada a su partido de los que fueron hasta hace unas horas militantes de CC en Valle Gran Rey porque La Gomera está harta de Casimiro Curbelo. Mezclamos Las Vueltas con Borbalán y que siga la fiesta. Luego respiró profundamente y se quedó dormido como un bendito. Fernández y Bethencourt se conocen desde los tiempos de la UCD y han compartido andanzas parlamentarias y de otra índole. Ahora vuelven a caminar juntos porque el ‘desembarco’ de Esteban ha sido una acción fruto de un largo periodo de reflexión. Mira, lumbrera, un largo periodo de reflexión sería, verbigracia, si yo volviera a militar en el partido socialista canario. Ficha a Santiago, hombre honrado y cabal, al que sus reiteradas declaraciones (en San Borondón, por supuesto) delatan cada vez más y que en el fondo desea un descalabro morrocotudo de los que todavía son sus compañeros para volver cual salvador al uso. Menuda tropa.
Saben los estimados ‘fisgoneadores’ que poderosas razones familiares nos tienen atados al Hospital Universitario de Canarias desde hace mucho tiempo. Y que las atenciones y servicios del personal sanitario han sido siempre dignos de encomio. Lo he manifestado públicamente y a pesar del paso inexorable de los días mi pensamiento no ha variado un ápice. Y no me quisiera yo ver involucrado en esa profesión de ‘alto riesgo’ en la que cualquier fallo te puede poner en la picota con una facilidad pasmosa.
Pero habrán podido deducir por el titular que no van los tiros en esa dirección. Y quisiera aprovechar todas las promesas de los que nos van a representar a partir del próximo 22 de mayo, que van a hacer todo lo que hasta ahora no han hecho (pero que ya lo habían prometido en 2007), para que alguno (si tiene tiempo y lo cree como un asunto de alto interés ciudadano) tome cartas en no solo las desorbitadas tarifas que rigen en los aparcamientos del HUC, sino lo que yo entiendo como un robo a mano armada, pues considero que los precios establecidos en los carteles informativos pertinentes no se corresponden con lo que te señala la máquina (tragaperras) cuando introduces la tarjeta que otro artilugio te escupió cuando entraste en el edificio.
Uno sale chungo tras la visita de rigor y hagas o no cola ante la susodicha, siempre te sorprende con lo que marca la pantalla. Parece que los diez primeros minutos no se paga, pero si estás once deben cobrarte los diez aludidos y por el restante abonas la hora completa. Si la primera planta está reservada para los minusválidos (medida loable), si la segunda está casi siempre a tope, debes irte a la tercera o cuarta. A ver quién es el guapo que resuelve cualquier diligencia en esos raquíticos diez minutos. No te da tiempo ni de llegar a la puerta de la salida.
No pretendo que se equiparen a los aparcamientos de mi pueblo (Los Realejos), módicos donde los haya, pero lanzo la propuesta al todopoderoso Antonio Alarcó para que en cualquier rato libre que le quede investigue este particular. Su triple óptica de cargo en el Cabildo, sanitario y aspirante debe ayudarle en tal menester. Este ‘negocio’ me recuerda el de las flores en las puertas de los cementerios, como los muertos no se quejan… Sí, coño, hablemos claro, del hospital no sales muerto, pero sí bastante jodido. Y arriba te clavan de mala manera. No conozco a uno que esté de acuerdo con tan abusivos importes, pero todos asentimos, nos callamos y mañana vuelta a empezar. Y si tienes que ir ocasionalmente, apechugas con el desembolso y te olvidas. Pero cuando vas un día sí y el otro también, y pasan semanas y meses, comienzas a notar la liviandad en el bolsillo. Y por respeto al enfermo te olvidas de hacer cuentas. Me gustaría trabajar en esa empresa y que me corresponda hacer caja. Tiene que ser una gozada. Y no gastan mucho, no, porque los baños siempre están cerrados. Ellos saben que en las dependencias hospitalarias hay bastantes, y el que viene con un retortijón puede caminar unos metros más.
Ya sé que la otra opción es aparcar donde les venga en gana a los que, con la vista gorda del ayuntamiento lagunero, se han adueñado de aceras, jardines, incluso espacios de edificios abandonados. Y por ello te cobran o te rayan el coche. Elige la opción que estimes adecuada.
Me acuerdo ahora que José Vicente González Bethencourt también es galeno y político. Habrá más, pero ellos deben tener aparcamiento gratuito. Que se los deberemos pagar todos aquellos a los que no nos queda más remedio que entrar por el aro. Enviaré este enlace a los dirigentes que tengo incluidos en mi agenda, porque hasta mayo hay tiempo para todo (hasta para escribir y remitir comunicados a los medios de comunicación). Lo mismo alguno mueve algún papel o eleva queja al respecto. Espero noticias, pero a este ladronismo hay que meterle mano.
Hasta mañana.

1 comentario:

  1. Como señalé, después de remitir el enlace de esta entrada a varios políticos y al menos dos galenos, don José Vicente González Bethencourt me remite, vía e-mail, estás líneas que, con sumo gusto, inserto a continuación, agradeciéndole la deferencia:

    "Amigo Jesús, no tengo ningún aparcamiento gratuito en el Hospital de la Candelaria, donde trabajo como cirujano, todo lo contrario, como la mayoría de los trabajadores de este Centro, aparco en las calles de las inmediaciones, y tengo que dar algunas vueltas antes de conseguirlo, y darle algo de dinero a los que te 'cuidan el vehículo', puesto que en mi hospital no se han construido edificios de aparcamientos, en el HUC sí. Saludos afectuosos de José Vicente González Bethencourt".

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