El 21 de febrero de 2006 se celebró por vez primera el Día de las Letras Canarias. Fecha en la que se cumple o conmemora el aniversario de la muerte del insigne polígrafo José de Viera y Clavijo, nacido en el Realejo de Arriba el 28 de diciembre de 1731 y fallecido en Las Palmas el 21 de febrero de 1813. Ayer estaba invitado para asistir al acto institucional que tiene lugar cada año en la plaza realejera que lleva tal nombre. Los políticos olvidan que el resto de mortales debemos trabajar en esas horas tan intempestivas. Sí, los jubilados también. No pretenderán que les cuente ahora mi vida, porque no ha lugar, pero seguimos sujetos a unas disciplinas laborales y no disponemos de la facilidad que ellos tienen. Cuando pasé por el lugar, de vuelta de un quehacer ineludible, atisbé a los rezagados. Como no eran del equipo gobernante, puede que estuvieran comentando la intervención de nuestro estimado alcalde, que reclamó como una absoluta prioridad “la rehabilitación de la casa natal” del ilustre autor.
Desde los albores de la democracia en España (perdón, don José), y, por ende, en Los Realejos, se ha venido insistiendo ante Cabildo y Gobierno de Canarias para la adquisición del inmueble. Los primeros concejales de educación y cultura desde aquel lejano 1979 (primeras elecciones democráticas municipales) ya realizaron múltiples contactos con los consejeros respectivos para que tal iniciativa no cayera en saco rato. No había, por supuesto, Día de las Letras Canarias, pero se era consciente de la gran trascendencia de Viera y Clavijo y de lo importante que sería poder disponer de una casa museo en el municipio que lo vio nacer. Por ello, 32 años después, no entiendo bien las palabras de Oswaldo Amaro acerca de la rehabilitación. Los realejeros sabemos sobradamente de que no es la oratoria de nuestra primera autoridad su principal virtud, y queremos suponer que se habrá trabucado una vez más y ha querido manifestar “adquisición”. No estoy yo al tanto de estos asuntos, pero es posible que en la citada edificación viva aún alguna familia. Por lo que habrá que adquirirla para después rehabilitarla. Pero tres décadas se antojan demasiado tiempo. Y ahora, me imagino, cargarán las culpas en José Vicente González porque él estuvo dieciséis años. Como ciudadano de a pie me da exactamente igual. No obstante, hay discursos que no se sostienen. La Casona de Rambla de Castro, ya propiedad municipal, no lleva mejores visos de arreglo. Y, acuérdense, la suerte de la Casona de La Gorvorana correrá un camino paralelo, de penas y vicisitudes. Cuando tengamos instituido el Día de la Ciencia (canaria), celebraremos allí el primer acontecimiento institucional. O quizás en la que vivió Agustín Espinosa (algo que parece no querer mover por ciertas relaciones con algún afiliado de CC). Porque el viceconsejero de Cultura, Alberto Delgado, en el mismo acto, reconoció no estar de acuerdo con la propuesta unánime (posterior reculada de Dulce Xerach, viceconsejera de Cultura y Deportes cuando se inició esta aventura allá por 2005) de los parlamentarios autonómicos en dedicar la celebración del próximo año a la figura del físico Blas Cabrera. Y abogó por la implantación de otra conmemoración: el Día de las Ciencias Canarias. Mira tú que va a resultar que la metedura de pata de los sesenta ilustres y bien documentados diputados va a suponer un mayor gasto, que pagaremos todos, porque tendremos que hacer dos fiestas, funcionando a la perfección el viejo dicho de ‘culo veo, culo quiero’.
¡Ah!, sí pasé por la tarde ante el busto de Viera y Clavijo. Dos hermosas coronas se hallaban aún en el lugar. A lo mejor con ese dinero hubiesen comido ese día un par de familias. Claro que es demagogia barata. La misma que maneja Milagros Luis Brito para no enviar un sustituto al CEIP La Era (Guía de Isora). La misma que practica José Miguel Ruano con su ‘guanchancha’. Idéntica a la esgrimida por Willy García con sus galas, en claves y repeticiones hasta la saciedad. Y sigue tú poniendo ejemplos a punta pala.
Menos mal que el PP viene a nuestro rescate. Ya lo practica a raudales en La Gomera. Isla en la que los acontecimientos políticos son tantos que lo mismo se hunde antes del 22 de mayo. Espero que no, siquiera sea por las relaciones sentimentales que me unen a ella. En ocasiones como la presente, cuando una cita electoral se avecina, es donde se palpa la desvergüenza política. Estos arribismos, o desembarcos, son los que te hacen pensar lo peor de tanto aprovechado. Mientras, habrá que seguir felicitando a madres y padres del colegio isorano antes aludido por su loable empeño de hacer ver a los testarudos que rigen la educación y la cultura en estos peñascos que no todo se puede reducir a números, síntoma inequívoco de que jamás han pisado un aula y, para mayor desgracia, ni se leen sus propias normativas, en las que un maravilloso preámbulo o exposición de motivos pinta de color rosa lo que en la realidad es más negro que los sobacos de un grillo. Estoy casi a punto de que el asco me provoque náuseas.
Que tengan un feliz día. Por cierto, Tomás Padrón se va algo cabreado con Paulino. Pasen y vengan a ver el circo.
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