Hablar (escribir) del portentoso debate del estado de la nacionalidad, en el que Paulino, también experto minero, nos señala que ya salimos del túnel. No solo no vemos la luz sino que la tocamos con la punta de los dedos. Y lo estamos haciendo mucho antes que España, para general regocijo de don José. Aunque el ‘incordio’ de Padrón se haya empeñado en llevarle la contraria (a Rivero) cerrando el de Los Roquillos (túnel). El martes por la tarde estuve un rato escuchando la radio en cierto lugar de La Laguna y no pude aguantar demasiado. Tuve que apagar el receptor, cerrar el coche y echarme a caminar. Mientras lo hacía pensé que no estaba en Canarias. Abrí los ojos y comprobé… Mierda, otra vez el Camino de las Mantecas.
Hablar (escribir) de lo que leí en cierto sitio: que el PSOE lagunero tira de chequera. Y en otro que el candidato socialista es metrosexual. Todo ello a cuenta de las vallas publicitarias que parece han dado más juego que las de Manolo Artiles. Visto está que todo lo que se salga de la anodina normalidad suscita comentarios y reacciones. Algunas demasiado airadas como las observadas en la primera de las lecturas aludidas. En Diario de Avisos, cuyo antiguo director es ahora secretario de comunicación, o algo así, del actual alcalde lagunero. No, yo no insinúo nada. Pero mira tú que el mismo martes por la tarde, mientras caminaba –ya te lo dije antes–, pude contemplar un amplio despliegue de jóvenes que repartían enormes sobres con el logo de Coalición Canaria (por la zona de La Higuerita y La Cuesta) y el nombre de Fernando Clavijo en letras bien grandes y hermosas. Y era gordo el sobre, tú. Por lo que estimo que dentro había un sinfín de papeles con dibujitos bien hechos. Hice un cálculo mental rápido y el importe del alquiler de la campaña de Gustavo Matos debía ser peccata minuta al lado de esta comentada. Eso, por la boca muere el pez.
Hablar (escribir) de la marcha de Tomás Padrón. Y de su posible sustitución por la ‘joven’ Belén Allende. Pero no, no me apetece. Porque estamos tan acostumbrados a que se permanezca en cargo político más de treinta años, que cuando abandonan en vez de exclamar que ya era hora, pues no, arriba nos ponemos sentimentales y, como en los entierros, qué bueno era. Nada, hombre, que coja una huertita a medias con Inocencio Hernández (buen amigo de la época de la antigua IPS) y se dediquen ambos a cultivar. Luego se dan unos pateadas por Erese y Guarazoca, y mañana vuelta a empezar. Que no se acaba el mundo con dejar un escaño o una presidencia cabildera. Pídanme consejo. Además, uno acaba olvidándose. Y la gente también se olvida, y te olvida. La memoria es muy selectiva y todo lo que huela a ‘viejo’ (con mis respetos) concluye con lo de agua pasada no mueve molinos.
Hablar (escribir) del ‘Almirante del Penitente’, a saber, Marcos Brito, todavía alcalde portuense, enfrascado en dieciocho mil follones, pero apoyado hasta por (ir)responsables de prensa de otros ayuntamientos (y tertulianos de noche). Leí (bien lees) que se ha comprometido con las trabajadoras de Tarajal. Antes, cuando éramos jóvenes, también estábamos comprometidos o sin compromiso. ¿Te acuerdas? Incluso había que ir (¡unos nervios!) a pedir la mano. Me asombra la capacidad de nuestro hombre (también herreño). Nada más enfundarse el uniforme (le costó, pero entró) para presentar a bordo del navío carnavalero a las candidatas a reina, y aprovechando el traje de gala, se dijo: ahora mismo me comprometo. Y dicho y hecho. ¿Con todas, Marcos? Ahí, y que se mueran los feos.
Hablar (escribir) de ‘la quícara’, también conocida como la ‘Princesa Dácil’. De la princesa sabemos algo más por los libros de historia. Con un mucho de leyenda, pero bueno. Y de quícara, palabra que no está en los diccionarios ‘españoles (¿lo vas cogiendo?), hemos podido copiarnos (diccionario histórico-etimológico del habla canaria, de Marcial Morera y editado por El Día, ¿lo acabaste de coger?) que se trata de una gallina de pequeño tamaño y gran vivacidad, y por aplicación metafórica, mujer vivaracha y agresiva. Pero como uno es más de campo que toda esta sarta de ilustres, y mamó naturaleza por un tubo hasta que se volvió urbano (como Wladimiro), ha visto que tan pequeños huevos (los que pone la quícara, no vayas a…) a veces vienen con dos yemas. No sé, Anita, si cuando Paulino sea Mencey de nuestra República podrá recomponer el gánigo. Complicado lo vislumbro.
Así que, estimados amigos, siento haberlos defraudado en el día de hoy. Espero que mañana vengan mejor las cosas y pueda de nuevo estar con ustedes comentando asuntos de aquí y de allá. Más de los primeros que de los segundos.
Me voy a acostar otro fisco.
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