El 24 de mayo de 2010 publiqué un comentario en este blog que titulé ‘Concejal rayador’. Me refería a la sentencia condenatoria al concejal socialista portuense Ángel Jonay Rodríguez López, pescado con las manos en la masa rayando un coche ajeno. Del mismo rescato unos párrafos:
“Los medios de comunicación (es un decir) se hacían eco de la anormal situación y alguno, incluso, se sumaba a la fiesta. Eso, leña al mono que es de goma. La libertad de información era interpretada a ojo de buen cubero. Abogados de chaqueta y corbata y picapleitos de poca monta argumentaban encumbradas intervenciones con lo de ‘me contaron’ o ‘a mí me lo dijeron’. Eran las nuevas corrientes filosóficas y literarias que llegaron de allende los mares. Como en los años idos en que la ciudad fue una esponja.
En ese contexto atípico surgió indeterminado concejal que, una vez fue desalojado del chiringuito que regentaba cuando pertenecía al equipo de gobierno, quiso declarar la guerra por su cuenta al supuesto enemigo. Y se dijo: ojo por ojo y diente por diente. Tú me das, yo te doy. Tú me dices, yo no me callo. Tú me insultas, yo también sé. Soluciones, como se atisba, muy ‘democráticas’, encaminadas a la paralización de las posturas ‘dictatoriales’ del contrincante.
Una noche, qué raro, vio los cielos abiertos. Aprovechó las tinieblas de La Villa (Isaac, pon más bombillas) y juró vengarse. Tras los calificativos de rigor, calco de los que él también recibió (ley del talión), punzón en ristre, cambió por unos instantes el eco adormecido de unos zapatos en el empedrado de vetustas calles, y… ¡a rayar!. Dicho y hecho. Pero lo trincaron. Genial, portentoso, plausible.
El juzgado ha dictado sentencia. Condenatoria, por supuesto. Qué ejemplo. Otro garbanzo negro para sumar a la lista de desaguisados que han hecho historia, triste y lamentable, de (y en) Puerto de la Cruz.
Ha pasado casi una semana. No tengo conocimiento de que Ángel Jonay Rodríguez López haya tenido la dignidad de largarse, de esfumarse, de esconderse debajo de una piedra. No, ahí continúa. Como ejemplo a imitar, como emblema de una juventud preparada. Quizás necesite ir al diccionario y observar que raya tiene, además de la dosis de droga en polvo, otro significado que nos viene como anillo al dedo: término o límite que se pone a algo, tanto físico como moral. Y como te has pasado de la raya, Jonay, ¿a qué esperas?
Quisiste jugar a lo que no debiste. Quisiste emular a quien te puso en solfa. Quisiste batallar con armas de destrucción masiva. Quisiste, en suma, sumergirte en el lodazal. Y saliste pringado porque te trincaron con las manos en la masa. ¡Ah!, la justicia es imparcial y ahora se juzgaba una acción concreta. Por supuesto que tan deleznable como las que tú pretendías enmendar. Pero a un político se le presupone, como mínimo, dos dedos de frente. Espero que lo hayas entendido. Y mi objetividad no supone dar carta de naturaleza a otros excesos verbales. Ni justificarlos, porque flaco favor está haciendo a la democracia este ¿periodismo? de lenguas retorcidas y viperinas y ejercido por sujetos sin entrañas y de más que dudosa calaña”.
Perdonen que me haya extendido, pero quería evitarles el que tuvieran que acudir al artículo en cuestión. En aquel entonces Jonay no se marchó. La sentencia no era firme y pensaba recurrirla. Como así hizo, mientras permanecía acomodado en el salón de plenos. Hace unos días la Audiencia Provincial ha dictado que no procede la apelación y que, en consecuencia, ratifica la sentencia del juzgado orotavense. Cuando redacto estas líneas sigo sin tener conocimiento acerca de lo que piensa hacer ahora el concejal condenado, ni si la agrupación socialista de Puerto de la Cruz estima oportuno mover ficha o, por el contrario, va a premiarlo con un puesto de salida en esta inminente convocatoria electoral.
Lo mismo nos encontramos ante otro afer semejante al del líder del PP en Canarias. Porque José Manuel Soria no escarmienta y a pesar de haber alcanzado el enésimo varapalo judicial (archivo de la queja presentada contra la juez Victoria Rosell, a la que acusaba de haber redactado la denuncia del denominado ‘caso salmón’), sigue erre que erre estimando que la razón está de su parte. Claro, mientras nosotros le pagamos, él, como expresé ayer, se pasa los lunes en Madrid y de martes a viernes de visita en los juzgados. Además, practicando la doctrina señera de los populares: aplicarle a los otros lo que no quieren para ellos. No le entra en la cabeza a nuestro prohombre que la prescripción valga también para el contrario. Pero como de estas idas y venidas a los palacios de justicia podrán ustedes disponer de más detalles en canariasahora.com, vuelvo al meollo de la cuestión.
Se quejó amargamente Jonay en mayo próximo pasado que se le atacaba injustamente. Recorrió muchos medios de comunicación (sobre todo radiofónicos) para declarar su inocencia. Debemos estar atentos para comprobar con qué nos sorprende ahora. Puede que haga lo de Soria: a pesar de lo que dictamine la justicia, la razón está de mi parte porque tengo un acta notarial que bla, bla, bla.
Te lo repito, Jonay, caíste en la trampa que te tendieron, quisiste emular lo que nunca debiste, quisiste pagar con idéntica moneda y te cogieron. La pringaste y de camino enfangaste a tu partido y a tus compañeros. A qué esperas para arriar velas, para recoger tus bártulos y a practicar tus arrebatos juveniles sin cargo alguno al que denigres. Te has puesto a la altura del betún y has mancillado el honorable puesto de concejal de la manera más ignominiosa. No, te insisto en mi planteamiento de aquel entonces: no justifico con esto otros procederes de quienes se dicen periodistas. Y no porque no lo son ni lo que practican puede considerarse, en manera alguna periodismo. En su libertad (por supuesto, mal entendida, y pienso que sujeta a las acciones de oficio por parte de la fiscalía, cuya función es la defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la ley) ‘juegan’, micro en mano, a lo mismo que tú con navaja o punzón. ¿O no, Jonay?
Ahora, si te parece bien, vuelve a pedir asilo político en cuantas emisoras te acojan y ponnos de vuelta y media a los que pretendemos dignificar eso que tú has vilipendiado y que debería enmarcarse con ribetes de oro: la política. De la que tú te has aprovechado miserablemente y a la que con tus actuaciones has hundido en la ciénaga putrefacta en la que sujetos como tú la han convertido. ¿Pena, vergüenza, lástima? No, asco. A pesar de todo: feliz fin de semana.
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