viernes, 4 de febrero de 2011

Promesas electorales

Pudo ser casualidad o quizás hermanamiento neuronal interprovincial, pero lo cierto es que al mismo tiempo que publicaba en el Pepillo y Juanillo el comentario de ayer jueves, Juan García Luján nos sorprendía con ‘La resurrección de los candidatos’ (http://www.canariasahora.es/opinion/6600/), magnífico retrato de lo que está ocurriendo en la confección de las listas electorales para la cita del 22 de mayo. Y concluía en que nada que objetar a las personas mayores, pero que le parecía una cachetada en toda regla a la gente preparada y joven que milita en los diferentes partidos. Algo parecido a los tristemente famosos dobletes. Manifiesto esto porque ayer tarde también me señalaron que si tenía algo en contra de los viejillos. Y como ando por esos derroteros, no creo estar en condiciones de mear hacia lo alto, por si acaso.
Cuando se firmaba el pasado miércoles el pacto social entre gobierno, sindicatos y patronal, casi al alimón los primeros espadas del Partido Popular, siguiendo el guión establecido, se lanzaron cual posesos a la caza y captura de cuanto medio de comunicación estuviese en su radio de acción, para declarar urbi et orbe que Zapatero seguía siendo un sinvergüenza por sacarse una foto mientras el paro alcanzaba otro récord histórico. Y digo yo que será buen momento en que el PP se aclare de una vez si podemos o no seguir con este estado de las autonomías. Porque todas ellas deben tener transferidas las competencias en materia de empleo. Y no atisba un servidor que aquellas regidas por el criticón partido se hallen en mejores condiciones que las otras. Verbigracia, la nuestra. En la que Soria tuvo algo que ver hasta el otro día mismo. Y menos mal que Paulino reconoce que vamos mejor, que si no alcanzamos los trescientos mil en un pispás.
Este año 2011 tiene el inconveniente añadido de que los carnavales caen algo tarde, con lo que la Semana Santa casi empata con mayo. Bueno, viene bien porque cuando nos recojamos en el apartamento del Sur, podemos reflexionar con tranquilidad. Y como entiendo que los ciudadanos estén molestos con la gestión vacilante del gobierno (el de allá y el de aquí), no sé si a ustedes se les queda el cuerpo como a mí cuando observamos a Mariano que se queda en blanco ante una pregunta simple de alguien que se había identificado previamente como votante popular. Qué curioso, lo tenía apuntado en un papelito y no reconocía su propia letra. Con tales mimbres, ¿qué porvenir nos aguarda con la posible gestión del titubeante? Compruébalo tú mismo en el siguiente enlace: http://www.elplural.com/politica/detail.php?id=55349. Me pregunto si quien hace la pregunta se hubiese declarado simpatizante de cualquier otro partido, por ejemplo el PSOE, uy, qué nervios. ¿Más?
Quien se está llevando la palma en esto de los acelerones es Antonio Alarcó. El mismo que aspira al Cabildo tinerfeño sin dejar la silla del Senado. El mismo que entró en el piso de Leganés con la policía de Acebes y ‘dale que te pego’ acabó con cierto comando que incordiaba. Y que tenía vinculación más que evidente con elementos de este país nuestro por muy islamistas que fueran. No contento nuestro hombre con tal aseveración, estudiando detenidamente como distribuye sus tiempos, ha llegado a la conclusión de que si él es elegido presidente del Cabildo insular de Tenerife, el próximo año, probablemente antes de las elecciones generales, los hospitales del Norte y del Sur estarán finalizados. No importa que uno de ellos ni siquiera haya comenzado (estaría bueno Paulino para no ir a colocar las primeras piedras; con una no basta para tapar todos los ejemplares de El Día en los que se postula su candidatura a mencey vitalicio de la futura república guanche –ya ordeña cabras y ara con burros majoreros–, llevando como achimencey a Manolo Reyes que ya usa tamarco y banot en la romería de San José, capital de San Juan de la Rambla), porque utilizaremos una metodología china que permite levantar estructuras de tal envergadura en apenas dos meses (eso sí, trabajando 36 horas diarias; ¿cómo?, lo cambiaremos por decreto), aunque luego con la denominada ‘cuchara fina’ nos podamos entretener al menos un semestre. Pero todo está cuidado al más mínimo detalle, de tal manera que el 28 de diciembre de 2012, Día de los Santos Inocentes (nosotros), los helicópteros no darán abasto para cubrir las rutas que apenas dos meses más tarde (martes de carnaval) recorrerán los flamantes trenes proyectados por su antecesor Ricardo Melchior, quien mucho bla, bla, bla, pero poco ‘dale que te pego’.
Por el Realejo bien. Me dijeron, tampoco me invitaron, que se presentó –o lo presentaron– Manolo Domínguez. Y en un rato dejó la playa del Socorro flemante, que decía mi suegra, peatonalizó al menos una calle en cada barrio para que los chicos sacaran sus bicicletas, puso a los funcionarios a trabajar (nada de fichar y con la misma salir a echarse el primer cortado)… Chacho, todos venden lo mismo. Cada cuatro años, la misma cantinela. Cambio, cambio y cambio. Menos mal que, extrapolando, van a desaparecer Esperanza, Barberá, Camps, Gallardón… Y se acabará el paro, y abrirán empresas a punta pala, y, por fin, como la economía volverá a dispararse, Cristina Tavío olvidará (cosa nada difícil en ella) sus promesas y tendremos asesores hasta para abrirnos las puertas de los ayuntamientos. Será tal el gustito de poder acudir a consultar las dudas con nuestros representantes que sentiremos algo así como ‘orgasmos consistoriales’ nada más poner el pie en el primer escalón.
Hasta después, pero no tardes mucho; la transformación va a ser tanta que lo mismo no me encuentras.

1 comentario:

  1. Un buen amigo docente, ahora también afiliado al gremio de los jubilados, me corrige sabiamente y me indica que he errado con la expresión 'urbi et orbe' utilizada en esta entrada. Y por supuesto que tiene toda la razón del mundo. Es más, ya la había usado en otras entradas y como uno se olvidó de las declinaciones, pues va a consultar y lo arregla. Pero hoy se me fue el baifo. Así que, reiterando las gracias al amigo, vaya la corrección: URBI ET ORBI (dativos de la tercera declinación).

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