jueves, 28 de abril de 2011

Sentido de la propiedad

Algo acerca de este particular he dejado manifestado en comentarios anteriores. Que ya uno puede presumir de llevar más de medio millar, y eso es tanto como más de quinientos. Sí, no sé qué demonios pasa cuando alguien accede a un cargo público, que le entra, como por arte de magia, el deseo ineluctable de ser propietario de cualquier bobería: te mandaré uno de mis operarios, se lo transmitiré a mi encargado, le daré la orden a mi secretaria para que se ejecute inmediatamente… Y así, hasta casi el infinito. Con el agravante de que cuanto más deficiente es el nivel intelectual del susodicho, mayor es el cúmulo de despropósitos en tal sentido. Puede que sea el dichoso complejo por no haber sido nadie en su etapa vital anterior y, de golpe y porrazo, se ven subidos en elegante pedestal, con lo que el cóctel está servido.
Dice Francisco Sánchez –uno de los fundadores de la Agrupación de Independientes de La Orotava (AIO), en la que también estuvo mi amigo (Eusebio) Luis Melo, y que nació al socaire de la doctrina social del singular cura don Víctor Rodríguez, que tan ingente labor realizara en las medianías y altos de La Orotava para sacar del ostracismo a unas gentes que no tenían ni donde caerse muertos–, que estos fallos de los cargos públicos (políticos) se producen por una evidente falta de preparación. Y como yo asocio esta faceta como uno más de los tentáculos (sin dobles) de un todo (llámalo pulpo, si te apetece, pero otra vez sin dobles) que es la cultura (formación, saber, ilustración, instrucción…), más me ratifico en la idea y el convencimiento de que no todos estamos preparados para regir los destinos de un municipio. Imagínate de ahí para arriba.
Como AIO fue precursora de ATI, y esta de las AIC, y luego CC, sugiero a Francisco (alcalde villero de 1979 a 1983; después comenzó el periplo de Valencia, primer teniente de alcalde con Sánchez, es decir, cuatro años de prácticas) que si aún  pertenece al comité local de esa formación política, creo que sí, eche una visual a la formación de las listas orotavenses, porque no predican, precisamente, con el ejemplo. Y a buen entendedor, sobran los espejuelos.
Lo que sí tienen bien claro y asumido es arrogarse el sentido de la canariedad, como si el resto de mortales nacidos en estos peñascos fuésemos unos bichos raros que ni sentimos ni padecemos. A los que no comulgamos con ideas nacionalistas, porque entendemos no tienen razón de ser en esta Aldea Global, y que incluso pudimos haber formado parte de listas, en un pasado no tan lejano, bajo las siglas de partidos que miran mucho más allá de ombliguismos del tres al cuarto, somos entes abstractos a los que la realidad de las islas nos trae al pairo. Parece ser que lo progre es ir a mendigar a través del trasiego de un par de votos. Malimpriados sueldos habiendo otras fórmulas de comunicación.
Y es que cuando se alega lo de “somos nosotros los canarios los que más y mejor lucharemos para solucionar estos problemas”, ya me quedo medio patidifuso. ¿Es que, acaso, Paco Afonso, a la sazón alcalde socialista portuense en tu misma época, no luchó para que la Ciudad Turística alcanzara elevadas cotas? Vaya que si lo hizo. No puede estar, estimado Francisco, de manera machacona, Coalición Canaria con ese discurso de que son los únicos, los auténticos, los guanches de verdad, porque hasta don José se les está virando. Eso ya no se lo cree nadie. Y reiterar en esa majadería es un insulto a la inteligencia de cuantos habitamos por estos lares, incluidos los que nos vinieron de fuera y han pasado no solo a formar parte activa de la sociedad, sino que alguno va en las listas ‘nacionalistas’. Sean consecuentes.
Para el final, el enésimo consejo. “Las Islas adolecen de la generosidad y solidaridad que el proyecto CC precisa”. Ese era el titular. Luego, en el desarrollo de la información, que si son siete mini continentes y otras lindezas más. Si fuiste tú el que utilizó el verbo adolecer, malo, pero si fue el periodista el responsable de su inclusión, peor. Porque las quejas esgrimidas y/o argumentadas, denotan que se pretendía aclarar lo de que ‘carecemos’ de muchas cosas. Y lo he dicho, y/o escrito, en múltiples ocasiones que ese verbo no tiene ese significado. Más bien todo lo contrario. Y hoy, jueves, me niego a poner el mismo testamento que en anteriores artículos. Vayan al diccionario. El de verdad, el de papel y tapas de tomo y lomo, o el otro, el de Internet. Ambos son instrumentos fidedignos (irrefutables, palmarios, inequívocos…).
De acuerdo, vale, gracias, pero no lo hagan más. Me siento desilusionado. No me prestan el más mínimo caso. Y por estas lecciones no me paga Milagros ni un euro. Después vienen los informes para indicarnos que seguimos en la cola. La culpa: de Zapatero, que no nos da más dinero. A renglón seguido: vuelta a empezar. Al final, ¿semos o no semos?
Hasta luego.

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